FÁBRICAS, PRISIONES, HOSPITALES Y ESCUELAS: UN PATRÓN ÚNICO | ZYGMUNT BAUMAN

Jeremy Bentham se negaba a distinguir entre los regímenes de las diferentes «casas de industria»: workhouses [asilos para pobres], poorhouses [hospicios] y fábricas (además de las prisiones, manicomios, hospitales y escuelas ). Bentham insistía en que, más allá de su propósito manifiesto, todos esos establecimientos se enfrentaban al mismo problema práctico y compartían las mismas preocupaciones: imponer un patrón único y regular de comportamiento predecible sobre una población de internos muy diversa y esencialmente desobediente.”. Zygmunt Bauman

Por: Zygmunt Bauman

Se pensaba que la ética del trabajo mataría dos pájaros de un tiro. Resolvería la demanda laboral de la industria naciente y se desprendería de una de las irritantes molestias con que iba a toparse la sociedad postradicional: atender las necesidades de quienes, por una razón u otra, no se adaptaban a los cambios y resultaban incapaces de ganarse la vida en las nuevas condiciones. Porque no todos podían ser empujados a la rutina del trabajo en la fábrica; había inválidos, débiles, enfermos y ancianos que en modo alguno resistirían las severas exigencias de un empleo industrial. Brian Inglis describió así el estado de ánimo de la época: 

Fue ganando posiciones la idea de que se podía prescindir de los indigentes, fueran o no culpables de su situación. De haber existido algún modo sencillo de sacárselos de encima sin que ello implicara riesgo alguno para la sociedad, es indudable que Ricardo y Malthus lo habrían recomendado, y es igualmente seguro que los gobiernos habrían favorecido la idea, con tal de que no implicara un aumento en los impuestos.

 Pero no se encontró «modo sencillo de sacárselos de encima» y, a falta de ello, debió buscarse una solución menos perfecta. El precepto de trabajar (en cualquier trabajo, bajo cualquier condición), única forma decente y moralmente aceptable de ganarse el derecho a la vida, contribuyó en gran parte a encontrar la solución. Nadie explicó esta estrategia «alternativa» en términos más directos y categóricos que Thomas Carlyle, en su ensayo sobre el cartismo publicado en 1837: 

Si se les hace la vida imposible, necesariamente se reducirá el número de mendigos. Es un secreto que todos los cazadores de ratas conocen: tapad las rendijas de los graneros, hacedlos sufrir con maullidos continuos, alarmas y trampas, y vuestros «jornaleros» desaparecerán del establecimiento. Un método aun más rápido es el del arsénico; incluso podría resultar más suave, si estuviera permitido.

Gertrude Himmelfarb, en su monumental estudio sobre la idea de la pobreza, revela lo que esa perspectiva oculta:

Los mendigos, como las ratas, podían efectivamente ser eliminados con ese método; al menos, uno podía apartarlos de su vista. Sólo hacía falta decidirse a tratarlos como ratas, partiendo del supuesto de que «los pobres y desdichados están aquí sólo como una molestia a la que hay que limpiar hasta ponerle fin.

El aporte de la ética del trabajo a los esfuerzos por reducir el número de mendigos fue sin duda invalorable. Después de todo, la ética afirmaba la superioridad moral de cualquier tipo de vida (no importaba lo miserable que fuera), con tal de que se sustentara en el salario del propio trabajo. Armados con esta regla ética, los reformistas bien intencionados podían aplicar el principio de «menor derecho» a cualquier asistencia «no ganada mediante el trabajo» que la sociedad ofreciera a sus pobres, y considerar tal principio como un paso de profunda fuerza moral hacia una sociedad más humanitaria. «Menor derecho» significaba que las condiciones ofrecidas a la gente sostenida con el auxilio recibido, y no con su salario, debían hacerles la vida menos atractiva que la de los obreros más pobres y desgraciados. Se esperaba que, cuanto más se degradara la vida de esos desocupados, cuanto más profundamente cayeran en la indigencia, más tentadora o, al menos, menos insoportable les parecería la suerte de los trabajadores pobres, los que habían vendido su fuerza de trabajo a cambio de los más miserables salarios. En consecuencia, se contribuiría así a la causa de la ética del trabajo mientras se acercaba el día de su triunfo. 

Estas consideraciones, y otras similares, deben de haber sido importantes, en las décadas de 1820 y 1830, para los reformistas de la «Ley de Pobres», que tras un debate largo y enconado llegaron a una decisión prácticamente unánime: había que limitar la asistencia a los sectores indigentes de la sociedad (a quienes Jeremy Bentham prefería llamar el «desecho» o la «escoria» de la población) al interior de las poorhouses [hospicios para pobres]. La decisión presentaba una serie de ventajas que favorecían la causa de la ética del trabajo. 

En primer lugar, separaba a los «auténticos mendigos» de quienes —se sospechaba— sólo se hacían pasar por tales para evitarse las molestias de un trabajo estable. Sólo un «mendigo auténtico» elegiría vivir recluido en un asilo si se lograba que las condiciones en su interior fueran lo bastante horrendas. Y al limitar la asistencia a lo que se pudiera conseguir dentro de esos sórdidos y miserables asilos, se lograba que el «certificado de pobreza» fuera innecesario o, mejor, que los pobres se lo otorgaran a sí mismos: quien aceptara ser encerrado en un asilo para pobres por cierto que no debía de contar con otra forma de supervivencia. 

En segundo lugar, la abolición de la ayuda externa obligaba a los pobres a pensar dos veces antes de decidir que las exigencias de la ética del trabajo «no eran para ellos», que no podían hacer frente a la carga de una tarea regular, o que las demandas del trabajo en las fábricas, duras y en cierto modo aborrecibles, resultaban una elección peor que su alternativa. Hasta los salarios más miserables y la rutina más extenuante y tediosa dentro de la fábrica parecerían soportables (y hasta deseables) en comparación con los hospicios.

Los principios de la nueva Ley de Pobres trazaban, además, una línea divisoria, clara y «objetiva», entre los que podían reformarse y convertirse para acatar los principios de la ética del trabajo y quienes estaban completa y definitivamente más allá de toda redención, de quienes no se podía obtener utilidad alguna para la sociedad, por ingeniosas o inescrupulosas que fueran las medidas tomadas.

Por último, la Ley protegía a los pobres que trabajaban (o que pudieran llegar a hacerlo) de contaminarse con los que no había esperanza de que lo hicieran, separándolos con muros macizos e impenetrables que, poco después, encontrarían su réplica en los invisibles, aunque no por eso menos tangibles, muros del distanciamiento cultural. Cuanto más aterradoras fueran las noticias que se filtraran a través de las paredes de los asilos, más se asemejaría a la libertad esa nueva esclavitud del trabajo en las fábricas; la miseria fabril parecería, en comparación, un golpe de suerte o una bendición.  LEER MÁS.

BLOGHEMIA

‘La gran trata de esclavos’

“Los que han destruido España, que la reconstruyan”. Éstas son palabras del propio Franco en el preámbulo de la ley que creaba las Colonias Penitenciarias Militarizadas, el 7 de octubre de 1938, en plena Guerra Civil, aunque ya muy decantada hacia el lado del bando nacional. A partir de aquí empieza una larga noche de 40 años para la mayoría del pueblo español, que tuvo la desgracia de sufrir en ese tiempo un alzamiento militar fascista, una cruenta guerra y una represión posterior que prácticamente llegó hasta el día de la muerte en la cama del dictador.

Con el proceso de cambio de régimen político en 1978 empezarían a aflorar una serie de publicaciones que pretendían arrojar luz sobre uno de los episodios más largos, oscuros y desconocidos hasta ese momento de la historia reciente de este país. Una de las más interesantes por lo que nos narra es La gran trata de esclavos, de César Broto Villegas, militante anarcosindicalista desde 1925, cuando a los 11 años de edad se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo en la localidad de Lleida, adonde se acababa de trasladar toda su familia desde la vecina Aragón. En él, el autor nos relata una serie de episodios vividos en primera persona, que van desde el desarrollo de la propia guerra hasta la posterior represión salvaje sobre todo aquel o aquella que tuviera algo que ver con el bando perdedor, haciendo especial hincapié en la no suficientemente conocida historia del trabajo esclavo por parte de la población reclusa que saturó cárceles y campos de concentración al término de la guerra y que en los años venideros reconstruiría con sus propias manos un país arrasado. LEER MÁS.

FUENTE: FAL / Alfonso Molino

Redes de cuidados en los campos de concentración nazis

Las presas políticas españolas durante el holocausto se organizaban como una especie de familia para ayudarse las unas a las otras a sobrevivir el infierno y para realizar sabotajes.

Un carné antiguo

Carnet de combatiente de Elisa Garrido.

Cuando Lola García Echevarrieta (Bilbao, 1901) llegó al campo de concentración alemán de Ravensbrück, tras un hacinado viaje en los trenes de la muerte, fue estampada con una tenebrosa calificación. Era presa Nacht und Nebel (noche y niebla en alemán), lo que significaba que su destino final sería la cámara de gas. Tenía además prohibida cualquier comunicación con el exterior y viviría en precarias condiciones. Pese a este sello que a ratos pesaba como una losa, se convirtió en algo así como una madre para el resto. Animó, cuidó y ayudó a sus compañeras, quienes establecieron una red matriarcal de cuidados durante el horror de esos días en el campo nazi. LEER MÁS

PIKARA MAGAZINE

EL FRANQUISMO HIZO PAGAR EN «PROPIA CARNE» A LAS MUJERES LA OSADÍA DE ENFRENTARSE AL PATRIARCADO

1-Introducción: prácticas violentas en el frente y la retaguardia

Puesto que la violencia ha sido un componente fundamental de las guerras y las dictaduras, analizar las experiencias y vivencias de las mujeres en los conflictos bélicos tendría que estar vinculado a las de las prácticas violentas que las acompañaban. En el caso de las guerras civiles debería tenerse en cuenta tanto la violencia militar (batallas, combates y bombardeos) como la violencia civil y política que se producía en el frente, pero especialmente en la retaguardia, espacio fundamentalmente femenino.

Las mujeres del ML, especialmente las vinculadas a MMLL reinterpretaron su papel en la retaguardia y aprovecharon las oportunidades que les brindó esta para redefinir la realidad. Mi tesis: Revolución modelizada (masculina)/revolución femenina, una revolución «a su manera».

Pese a que se suele subestimar la retaguardia en las guerras, la sociedad española vivió un terremoto en este espacio que se feminizó. La retaguardia devino un lugar en el que hubo muchas mujeres protagonizando pequeñas insurgencias que desestabilizaron las normas y jerarquías en el día a día, asumiendo múltiples responsabilidades solas. Mujeres cuya vida mutó al desaprender la pasividad de sus vidas y hacerse responsables de sí mismas y de la marcha del mundo (local).

Lo que hicieron estas mujeres fue partir de la situación, no de una situación que previamente se ha modelizado sino de la situación en la que se encontraban y en medio de la cual trataron de identificar dónde se encontraba el potencial de cambio y cómo explotarlo[1].

No quedaron fijadas en un objetivo final (el comunismo libertario de la revolución modelizada) porque eso era un obstáculo para la evolución de la situación, sino que explotaron una disposición: la gestión de la vida en la retaguardia o «cuidados» (entendemos por «cuidados» todo lo necesario para que la vida funcione, no solo la limpieza, la crianza o el cuidado de personas mayores). 

Esa forma de actuar y conseguir logros no requería riesgos, partían de la situación y no del Yo-sujeto. No había heroicidad como la había en la revolución modelizada. Se adaptaban a la propensión y la acompañaban; no había que guiar (ir por delante), sino secundar, es decir, estar en segundo plano, modestamente, sin gloria, incluso sin llamar la atención, para que esta propensión se desarrollara. Por eso casi nunca es reconocido, nadie se detiene a elogiarlo. No hay espectacularidad ni gloria, de alguna manera el ego se frustra, pero el ego de las mujeres estaba siempre ninguneado, no sintieron esa frustración que sienten los hombres.

De todas maneras, el papel de las mujeres no se limitó a los «cuidados» ya que el momento (el «momentum» del que habla Ranciére es aquel en el que hay un desplazamiento de los equilibrios y la instauración de otro curso del tiempo, «una reconfiguración del universo de los posibles» [2].) era lo suficientemente excepcional y grave como para que estas tuvieran que asumir otras tareas por la guerra. Para poder asumirlas tenían que capacitarse puesto que no estaban preparadas para realizarlas debido a la posición de inferioridad, subalternidad (sectores marginalizados de la sociedad) y subordinación que habían sufrido. La entrada en el espacio público fue evidente en el mundo del trabajo, en la política y en el acceso a la educación y la cultura.

Demasiada heterodoxia, subversión y cuestionamiento del sistema capitalista, y patriarcal como para no sufrir la violencia de los vencedores.

2- La violencia específica contra las mujeres

Costó entender, como en otros muchos aspectos, que  hubo prácticas de violencia diferenciadas contra las mujeres. Pese a ello, como señalaba Maud Joly [3], las violencias perpetradas contra las mujeres siguen siendo un tema marginal y marginalizado. Y es que la especificidad de las violencias sexuadas cuenta con el problema de la fragmentación de las fuentes y los silencios. No es fácil, y eso es común a la historia de las mujeres, escribir cuando contamos con pocas huellas documentales de esas violencias diferenciadas. Reformular preguntas a la documentación.

Aunque han existido muchos tipos de violencia específica contra las mujeres, infligir una violencia sexual extrema sobre ellas, suponía que la batalla se perpetraba en el cuerpo de las mujeres, que eran el botín de una guerra y postguerra decidida, financiada y ejecutada por hombres. La violación ha acompañado a las guerras y las dictaduras en prácticamente todas las épocas históricas conocidas, ha sido utilizada como un arma con la que se amenaza para extender el terror entre la población. Se ha usado frecuentemente como guerra psicológica con el fin de humillar al opositor y enemigo y minar su moral [4].

Las violencias específicas contra las mujeres durante la Guerra Civil y el primer franquismo (hasta la década de 1950) se llevaron a cabo para castigar a las mujeres por realizar actos que transgredían el modelo femenino tradicional, se pretendía redibujar este modelo que, en opinión de los represores, la II República había desdibujado [5]. En realidad, no fue solo la II República, el feminismo en España llevaba cien años evolucionando y creciendo, especialmente en los núcleos urbanos. Es el caso de la genealogía del feminismo anarquista (explicar brevemente que se inicia claramente desde la IªInternacional).

Los sublevados cortaron de tajo esta genealogía feminista conforme iban ocupando  el territorio, los tribunales militares  consideraron delitos: empuñar una bandera, participar en una manifestación, expresar en público ideas políticas o vestirse de milicianas. En una palabra, era delito que hubieran salido a la calle (tirarse a la calle dirán los jueces en las sentencias), abandonando el espacio doméstico y privado que les era propio y haciéndose visibles en el espacio público (Sánchez, 2012: 108). De todas ellas, las milicianas, las «mujeres en armas» (muy pocas porque fueron rápidamente excluidas y situadas en su espacio: la retaguardia), fueron condenadas a muerte por considerarlas irrecuperables. La violencia era monopolio masculino, admitir mujeres en el ejército era inconcebible para el pensamiento falangista, después franquista. Las mujeres que transgredían esa frontera confirmaban que iban contra su propia naturaleza, por tanto, eran algo más que malas mujeres, eran no-mujeres situadas del lado de la animalidad: fieras, hienas, rabiosas, perversas, en definitiva, monstruosas por ir contra natura.

A través de las sentencias y los informes de conducta se fue configurando otro  instrumento represivo: un lenguaje, connotativo y eufemístico, que creaba y nombraba las realidades del nuevo régimen, imponiendo su uso a la población y obligando a vivir a las vencidas en una realidad hostil y deshumanizada: rojas, individuas, sujetas, mujeres de dudosa moral… Los vencedores utilizaban con las mujeres un lenguaje más despectivo que con los hombres. La expresión «mujeres de dudosa moral»  era un juicio moral, que se convertía en juicio penal, con su correspondiente castigo público y ejemplarizante. En la roja, la transgresión moral (el amancebamiento, el atentado contra la Iglesia católica, etc.) se unía a la político-social, agravando el delito supuestamente cometido. La mujer revolucionaria era brutalizada y, por tanto, tras la victoria franquista, podía y debía ser represaliada con total impunidad (González, 2012: 120-121).

3- Los cuerpos femeninos como auténticos campos de batalla

El franquismo tuvo una vertiente de género, por ello, igual que durante la guerra,  hubo prácticas específicas de violencia contra las mujeres que introdujeron elementos simbólicos-sexuales ausentes en las violencias ejercidas contra los hombres. Para el franquismo no solo había numerosas mujeres opuestas a su propósito de «salvar España», ocurría también que, con su actitud y su mensaje emancipatorio, ponían en entredicho el orden social y político y, lo que quizá era más grave, el sistema de dominación patriarcal. Demasiado atrevimiento para que, en medio de una «cruzada» que pretendía hacer limpieza, no se vieran alcanzadas por una marea depuradora que, entre otras cosas, rezumaba una profunda misoginia.

Los cuerpos de las víctimas fueron castigados por haber faltado a su naturaleza, se produjo una negación simbólica de la feminidad y se buscó su redención en actos pensados para purificar los cuerpos pecaminosos de esas no-mujeres. La construcción de la figura de la enemiga se fundamentó en que estas mujeres se desviaron del rol de género, del rol natural y tradicional de esposa y madre cristiana según la mentalidad de los franquistas.

Veamos algunos aspectos a través de los cuales se desviaron las mujeres libertarias y anarquistas de dicho rol natural,  cuestionándolo, desobedeciéndolo y desmontándolo.

1) MMLL fue partidaria de la maternidad consciente que implicaba el reconocimiento de los derechos reproductivos de las mujeres junto a la disociación de la actividad sexual y la procreación (anticonceptivos). Presuponía, sin embargo, que la maternidad era una función social de las mujeres según una base biológica de carácter esencial (no fueron capaces de cuestionar ese mandato patriarcal salvo no teniendo criaturas).

2) Hablaron también de la necesidad de acabar con el modelo de familia tradicional puesto que esta servía como transmisora de la autoridad, la propiedad y la jerarquía imperantes en la sociedad burguesa. La castidad hasta el matrimonio y los tipos sociales derivados de este modelo de familia (solterona, monja, madre soltera, etc.) llevaban aparejados males como: la prostitución, el infanticidio, o la inclusa.

3) Cuando el matrimonio estaba motivado por cualquier interés diferente al amor, era considerado «prostitución a todos los niveles» o «prostitución estabilizada». La clave, de lo que Mujeres Libres entendía por prostitución, era la dependencia económica de las mujeres respecto a los hombres, aunque fueran los maridos legítimos. Cuestionaban la familia que mantenía a las mujeres en su posición de siempre: alejadas de la producción, sin derecho alguno y, por tanto, abocadas a prostituirse, ser meros objetos sexuales, en la calle o a través del matrimonio.

La prostitución era un tema colateral a la familia y al matrimonio, una «válvula de escape» para que pudiese seguir funcionando el modelo de familia burguesa, por ello era considerada «la mayor llaga sexual de la sociedad» heredada del capitalismo. Burgueses y «señoritos», explotaban a las prostitutas que en su mayoría provenían de clases populares. Desde esta posición se deslegitimaba el discurso que trataba a la prostituta como la «mujer caída» frente a la «mujer decente».

Desde el anarquismo se  pensaba que la única forma de acabar con la prostitución era encontrando la forma en que las prostitutas tuvieran otro medio de ganarse la vida para ser económicamente libres.

Mujeres Libres era claramente abolicionista, la prostitución degradaba a las mujeres y era la mayor de las esclavitudes: la que incapacitaba para todo vivir digno. Pese a ello, eran contrarias a suprimir sin más la prostitución porque eso suponía «dejar a unas mujeres en la calle, sin medio alguno de vida».[6] Para  ello organizaron los llamados «liberatorios de prostitución», de carácter voluntario, que debían desarrollar un plan de rehabilitación integral:
«1º Investigación y tratamiento médico-psiquiátricos.
2º Curación psicológica y ética para fomentar en las alumnas un sentido de responsabilidad.
3º Orientación y capacitación profesional.
4º Ayuda moral y material en cualquier momento que les sea necesaria, aún después de haberse independizado de los liberatorios».
 
En realidad, la única solución a la existencia de la prostitución era la revolución social.

Los defensores del rol tradicional de la mujer vieron con horror estos planteamientos y por eso el castigo tuvo grandes dimensiones.

Enseguida se percataron de que lo más vulnerable de aquellas mujeres eran sus cuerpos, unos cuerpos que podían degradar y deformar, quitándoles cualquier atractivo. Sus cuerpos se convirtieron, por tanto, en el lugar del castigo de sus delitos que, además, permitía humillarlas y aniquilar al grupo enemigo en su conjunto, especialmente cuando el hombre estaba ausente. Si en algún caso es claro que las violencias, las humillaciones, etc. están inscritas en el cuerpo de las víctimas, estos castigos son especialmente corpóreos o encarnados. Las mujeres sufrieron casos de trabajos domésticos forzados, amenazas, malos tratos, encarcelamientos, rapado del cabello, marcaciones y violaciones.

Rapar los cabellos de las mujeres era un acto que atravesaba siglos, pero en la Guerra Civil afectó a miles de mujeres en todo el territorio sublevado. Cuando eran detenidas se las golpeaba y se las pelaba (a veces se acompañaba con el rapado de las cejas), se las hacía ingerir aceite de ricino y eran paseadas bajo los efectos purgantes de dicho aceite por la vía pública, teniendo que entrar, incluso, en alguna misa. El espectáculo buscaba la humillación pública y el escarnio de las mujeres castigadas ante los vecinos/as y ser diferenciadas del resto de la población (González, 2012: 27). El rapado proclamaba la vergüenza del comportamiento pasado y la aceptación (forzada) del retorno a la moral, todo pasaba por la expiación y la reeducación de las mujeres.

Se produjeron también marcaciones de los cuerpos: cuerpos tatuados con mensajes en la cara y otras partes del cuerpo, insignias colgadas en una cresta de pelo que se les dejaba en la parte alta de la cabeza, etc. Era una manera de implantar el terror en la comunidad.

Las violaciones.

La degradación de los cuerpos femeninos se entendía como una deshumanización y una anomia (aislamiento de la persona) asociada a las prácticas de guerra (González, 2012: 189). Pese a que lo contempló mucha gente, no se ha hablado apenas de ello. La amnesia histórica funcionó perfectamente y desde el principio.

Pero la represión no se producían solo en vida sino también durante y después de la muerte. El trabajo de Laura Muñoz-Encinar[7], con la exhumación y el análisis de fosas comunes y la compilación de testimonios orales, entre otros métodos, ha logrado evidenciar que la represión específica contra las mujeres por su condición de género no se daba únicamente en vida. 

La arqueóloga, que ha estudiado la represión irregular (personas asesinadas en aplicación del bando de guerra entre 1936 y 1948) en distintas zonas de Extremadura, escenario de su investigación, ha certificado que en las distintas fosas comunes analizadas «existía un patrón diferencial muy claro» entre hombres y mujeres en los procesos de ejecución y enterramiento: «En las fosas hemos encontrado un patrón distinto sobre cómo acaban los hombres y las mujeres dentro de un mismo depósito. Generalmente, las mujeres fueron las últimas en ser introducidas dentro de las fosas y se solían depositar en la misma área».

Durante el estudio de las fosas se advirtieron también determinadas ‘particularidades’ sobre «la violencia específica ejercida sobre el cuerpo de las mujeres, basada en el fin purificador del franquismo y la política de deshumanizar a las mujeres antifascistas», y no solo relativas a la violencia sexual. Muñoz-Encinar descubrió que «varias mujeres fueron enterradas desnudas entre dos varones, con un alto componente simbólico».

«En Fregenal de la Sierra documentamos los cuerpos de dos hombres y una mujer enterrados superpuestos, en la posición supina. La mujer fue ubicada entre los cadáveres de los hombres con la cabeza orientada al oeste; los hombres, orientados al este», ha expuesto en su investigación, que centra también la atención en casos similares, como el de Antonia Regalado. Tenía 22 años cuando fue ejecutada, dice la arqueóloga, que recogió el testimonio de un vecino de la zona, José Vázquez López, para señalar que la deshumanización por parte de los fascistas «continuó en la tumba».

Vázquez se sirvió de los detalles proporcionados por el sepulturero –según Muñoz-Espinar ya había contado anteriormente «lo que habían hecho con el cuerpo, cómo lo habían colocado una vez ya ejecutada»– para explicar cómo tuvo lugar la ejecución de Regalado y su entierro»: La hicieron correr por el cementerio y abusaron de ella. Luego la mataron. Puso a un hombre debajo de ella, luego puso (el cuerpo de) mi tía encima y (el cuerpo de) otro hombre penetrándola encima; uno abajo y otro arriba […] El sepulturero enterró su cuerpo en esta posición y dijo: «La hemos enterrado como una puta».
La investigadora rescató también de esta zona el recuerdo del fatal desenlace que sufrió Matilde Morillo, profesora y activista en defensa de la República que fue «torturada, violada y ejecutada», y cuyo cuerpo «permanece aún desaparecido». Fue su hija Aurora quien relató a Muñoz-Encinar que, al regresar a Fregenal de la Sierra «en un tren de vagones de ganado», su madre fue identificada y violada, y añadió: «También se dice que fue llevada al cementerio y la orgía continuó en la sala de autopsias […] Los asesinos regresaron al pueblo en una camioneta al amanecer. Llevaban el abrigo de mi madre al final de un rifle como si fuera una bandera, como un trofeo».

4- Conclusiones

Las mujeres durante la Guerra Civil, y posterior franquismo, fueron sometidas a rituales de humillación. Se pretendía la ofensa visual de las víctimas, privándolas de un   símbolo de belleza y cuidado personal, y marcándolas emocionalmente a ellas y, por extensión, a sus familias. Con la violencia sexual se evidenciaba que los vencedores podían y debían enseñorearse del cuerpo de las mujeres «desafectas» al nuevo régimen. Era una demostración del poder del macho vencedor. Formaba parte del desposeimiento de los hombres vencidos, de su humillación permanente y de su progresiva despersonalización.

Se añadía la insidia sobre la inmoralidad de aquellas mujeres a las que se forzaba a la introspección y al silencio para sí y para sus hijos e hijas. Ellas eran la imagen de una desoladora tristeza y de la desmoralización del bando vencido.

Las rojas eran el eje central para la desprogramación política de la nación. Tenían que callar, olvidar su identidad política anterior, someterse a las arbitrariedades del nuevo régimen y trabajar en lo que fuera y como fuera, lo que las llevaba a la despolitización completa. Estas mujeres estaban vencidas definitivamente. Servían como primer escalón para la desmemoria, llevando a sus hogares al silencio, la pérdida de identidad y la vergüenza (González, 2012: 51).

El caso de Lucía Sánchez Saornil. Era una de las mujeres más militantes y la más implicada en la lucha sindical, feminista, propagandística y revolucionaria. Salió al exilio en 1939, en su caso protegida por su pertenencia a SIA. Sin embargo, decidió regresar con su compañera Mery, en 1942, a Madrid trasladándose después a Valencia. Abandonó el activismo y poca gente conoció su paradero, tuvo que callar y olvidar su identidad política anterior.

No olvidemos, por otro lado, los sufrimientos de las mujeres que salieron al exilio. Este  supuso para ellas abandonar todo lo que había sido su vida hasta ese momento y sufrir la condición de refugiadas en un momento en que el auge del fascismo y los sones de guerra en Europa lo complicaban más de lo habitual. De hecho, sufrieron la huida hacia Francia,  los campos franceses y el intento de rehacer la vida sin documentos.

Las mujeres, muchas veces solas, arrastrando de sus hijos e hijas y de sus mayores, se convirtieron en el único bastión de los suyos. Aprendieron a vivir en campos de concentración y refugios, soportando toda clase de privaciones (alimenticias, higiénicas, sanitarias), con un único aliado: su infinita capacidad de resistencia.[8]

Por último:

Sorprende, sin embargo, que haya habido momentos muy posteriores a la Guerra Civil y el primer franquismo en que se volvió a rapar a mujeres para castigar su heterodoxia, una fue con ocasión de las huelgas mineras en Asturias de 1962. El 2 de septiembre de 1963, Ana Sirgo y Constantina Pérez fueron detenidas mientras intentaban movilizar a un grupo de mujeres para bloquear el acceso al Pozo Fondón. En los calabozos de la policía en Sama, ante las protestas de las detenidas, los funcionarios, «respondieron golpeando a las detenidas, a las que acabaron rapándoles el pelo»[9]

Mar Cambrollé, activista trans, afirmó también recientemente que en aplicación de la Ley de peligrosidad social, abolida en 1979, en Andalucía «a las mujeres transexuales las rapaban, las despojaban de sus ropas femeninas y sufrían todo tipo de vejaciones»[10].

Un arma de humillación y violencia contra las mujeres cuyas dimensiones están todavía por descubrir. 

Laura Vicente,
texto de mi intervención en Ruesta, 3 de Julio de 2021.

[1] Este planteamiento lo desarrolla François Jullien (2006/2015): Conferencia sobre la eficacia. Madrid, Katz. Es la base del pensamiento chino en contraste con el pensamiento griego que es la base de nuestro pensamiento occidental.
[2] Ràncière, 2011, p. 141.
[3] Joly, Maud (2008): “Las violencias sexuadas de la guerra civil española: paradigma para una lectura cultural del conflicto”, Historia Social, nº 61,  p. 93.
[4] González Duro, Enrique (2012): Las rapadas. El franquismo contra la mujer. Siglo XXI, Madrid, p. 45.
[5] Sánchez, Pura  (2012): “Individuas de dudosa moral”. En Osborne, Raquel (ed.) (2012): Mujeres bajo sospecha. (Memoria y sexualidad 1930-1980). Madrid, Fundamentos, p. 108.
[6] “Liberatorios de prostitución”, Mujeres Libres, nº 5, día 65 de la Revolución, septiembre 1936.
[7]  Laura Muñoz-Encinar, “Descubriendo la represión de género: un análisis de la violencia sufrida por las mujeres durante la guerra civil y la dictadura de Franco en el suroeste de España”.
https://www.lasexta.com/noticias/nacional/castigadas-mas-alla-muerte-investigacion-destapa-vejaciones-postmortem-franquismo-mujeres_202008125f331a8cffbf6a00012aaa5c.html?so=so%3Asour-telegram
[8] Rodrigo, Mujer y exilio, p. 16.
[9] Claudia Cabrero Blanco “Las mujeres y las huelgas de 1962”. Asturias social, enero de 2010. Fundación Juan Muñiz Zapico. http://www.fundacionjuanmunizzapico.org/huelgas1962/huelgas1962_prensa_2003-2011.htm?IdNoticia=as_201001 (Consultado 09-02-2019).
[10] El Salto, Febrero 2019, nº 22, “Las personas trans somos el verbo de la disidencia”.

fuente: ACRACIA

100 Aniversario de la muerte de Piotr Kropotkin: 22 y 23 de mayo

DÍA 22 DE MAYO:

18:00 A 20:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, EL PRÍNCIPE ÁCRATA (EDWARD MARTÍN)

20:15 A 22:00 HORAS

VIOLENTAMENTE KROPOTKIN (MIGUEL A. MOVILLA)

DÍA 23 DE MAYO:

18:00 A 19:00 HORAS

SINFONÍA DE LAS SIRENAS DE BAKÚ DE ARSENY ABRAAMOV

19:15 A 22:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, CIENTÍFICO (CARLOS RAMOS)

Centenario de la muerte de Piotr Kropotkin (1921- 2021)

Piotr Kropotkin es uno de los principales pensadores del anarquismo. Este año se cumplen cien de su muerte, acaecida el 8 de febrero de 1921. A Kropotkin no solo lo hace especial como ser humano su obra, sino lo extraordinario de su origen social, pertenecía a una familia aristocrática rusa, por eso ha pasado a la posteridad como el “Príncipe”. Lo tenía todo, en lo que se refiere a bienes materiales; sin embargo, lo dejó a un lado, también todo, para expandir sus ideas anarcomunistas, y contribuir con ellas a la trasformación de las relaciones humanas basadas en la explotación del hombre por el hombre, por otras centradas en la cooperación y el apoyo mutuo. El pensamiento de Kropotkin, al día de hoy, sigue vio y es imprescindible para poder imaginar un mundo mejor.

Como ya se ha mencionado Piotr Kropotkin nació en el seno de una familia aristocrática de rancio abolengo, tanto por parte de padre como de madre; su progenitor poseía grandes latifundios que eran atendidos por siervos. En cuanto tuvo edad para ello, doce años, el zar Nicolás I ordenó su ingreso en el Cuerpo de Pajes en la ciudad de San Petersburgo. Esta institución denominada “Cuerpo de Pajes” no era otra cosa que una academia militar específica para los hijos de la nobleza. En esta academia, a pesar de la disciplina militar que el joven Kropotkin odiaba, recibió una magnífica formación racionalista y científica, que sería la base para su posterior crecimiento intelectual.

Tras su periodo formativo, forzosamente, tuvo que servir en el ejército ruso, y lo hizo entre los años 1862 y 1867. Este tiempo lo consideró educativo por lo siguiente: como realizar el servicio militar era algo que entonces le pareció inevitable, decidió hacerlo lejos de la corte, eligiendo un destino poco deseado para la mayoría de sus compañeros de promoción, Siberia. Hacia allí partió en 1862, en concreto a Irkutsk, donde asumió el empleo de ayudante de campo del general Kúkel.

En la inhóspita Siberia entró en contacto con variados tipo humanos, usos y costumbres. No se arredró a la hora de relacionarse con vagabundos e incluso con criminales, del mismo modo que lo hizo con campesinos y terratenientes. Todo ese universo, para él antropológico, le proporcionó una idea sobre las formas de vida que se desarrollaban en Siberia, sus carencias, padecimientos y algo que le llamo la atención de manera especial: el abandono del Estado.

Durante esa estancia, además, investigó aspectos interesantes de la Rusia de entonces, entre ellos cómo eran las cárceles en Siberia; también descubrió la burocracia de un estado inoperante para sus súbditos y sobre todo la corrupción que dominaba su aparato administrativo. No todo fue negativo en sus observaciones, pues tuvo sus primeros contactos con formas de vida cooperativas. A esto hay que añadir que conoció al poeta Mijaíl Mijáilov, condenado a trabajos forzados por revolucionario, que le recomendó la lectura de Proudhon. El conjunto de esta experiencia hizo que el joven Kropotkin perdiera en Siberia “[…] toda la fe que antes pudiera haber tenido en la disciplina del Estado”.

Con su visita a Manchuria entre 1864 y 1866 consiguió copiosos conocimientos científicos sobre “la estructura geográfica de la región siberiana”, también descubrió fósiles en los que basó su teoría glaciar. A esto se añade su profundización en la fauna siberiana, aspecto este muy importante porque le suministraría información sobre la cooperación intraespecífica y el altruismo en sociedades animales; esos datos le servirían para documentar su concepción del apoyo mutuo.

Su vida plácida en Siberia se truncó cuando se produjo un levantamiento de los prisioneros polacos internados allí, insurrección que fue reprimida de un modo cruel por las autoridades. Como consecuencia de ello él y su hermano Alejandro abandonaron el ejército.

De regreso a San Petersburgo, en 1867 ingresó en la Universidad. En la Sociedad Geográfica Rusa presentó un detallado documento sobre su expedición de Vitim. Este informe fue publicado y galardonado. El prestigio que adquirió fue tan grande que le nombraron secretario de la sección de Geografía Física de dicha sociedad. Entre 1871 y 1873 continuó con sus investigaciones y exploró los glaciares de Suecia y Finlandia. En ese periodo estudió la estructura orográfica de Asia, elaborando hipótesis que en líneas generales se han considerado válidas hasta finales del siglo XX.

Otra contribución importante de Kropotkin a la Geografía fue “su hipótesis sobre la desecación de Eurasia como consecuencia del retroceso de la glaciación de la era precedente”. Es interesante destacar que cuando elabora estas tesis Kropotkin no tenía treinta años. Se puede decir sin temor a equivocarse que poseía un importante porvenir en el campo científico, hasta tal punto que fue propuesto, a pesar de su juventud, como presidente de la sección de Geografía Física de la Sociedad Geográfica Rusa. Sin embargo, rechazó la oferta, según su propio testimonio su centro de atención se encontraba en otra parte.

“Se habían realizado mis esperanzas; pero al mismo tiempo, otras ideas y otras aspiraciones habían invadido mi pensamiento. Después de meditar detenidamente sobre lo que debería contestar, telegrafié: ‘Gracias encarecidas; pero no puedo aceptar’”. (Memorias de un revolucionario).

La capacidad de trabajo de Kropotkin debía ser ilimitada, en tanto elaboraba sus investigaciones geográficas se dedicaba estudiar los textos de los principales teóricos filosófico sociales de su tiempo. Estos estudios más su contacto directo con la pobreza del campesinado ruso y finlandés, le impulsaron a seguir otros itinerarios en su vida, más allá de lo que su clase social y su intelecto parecían predecirle.

Tras la muerte de su padre recibió una importante herencia que le permitió realizar un viaje de tres meses a la Europa occidental. A principios de 1872 llegó a Suiza y allí contactó con exiliados rusos que estaban influidos por las ideas de Bakunin. En Ginebra se afilió a la Primera Internacional. Sus conversaciones con discípulos de Marx le llevaron a rechazar el tipo de socialismo que promulgaban así como la política que practicaban. En ese contexto, se decidió por conocer en profundidad las tesis bakunistas. Viajó al Jura y estudió el programa de la Federación del Jura, compartiendo con algunos de sus miembros largas y enriquecedoras discusiones que hicieron se posicionara del lado del anarquismo.

En mayo de 1872 volvió a Rusia donde continuó con sus estudios geográficos y participó activamente en acciones de propaganda revolucionaria, vinculado al Círculo Chaikovski. En San Petersburgo acudía a reuniones bajo el alias de “Borodín” disfrazado de campesino. Las medidas de seguridad tenían que ser concienzudas porque la policía zarista realizaba redadas constantes entre los conspiradores. Pero todas estas precauciones no fueron suficientes y a finales de 1873 Kropotkin fue detenido. Ni que decir tiene que su detención fue muy comentada en San Petersburgo. Durante varios días fue interrogado y finalmente encarcelado en una de las peores cárceles de Rusia, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. El zar estaba muy irritado con él pues Kropotkin había sido su ayudante durante algún tiempo y por tanto persona de su entera confianza. A pesar de todo esto, no quedó totalmente aislado, por intervención de su hermano Alejandro y varios amigos y socios de la Sociedad Geográfica, le permitieron el acceso a libros, papel y pluma para poder continuar con sus estudios geográficos.

En 1875 su hermano también fue detenido y con él otras dos mil personas. Esta noticia afligió mucho a Kropotkin que en esos momentos padecía escorbuto. Un año después, en 1876, lo trasladaron a la Prisión Militar de San Petersburgo, un penal que tenía condiciones más insalubres que la anterior prisión pero, por el contrario, podía ser visitado. Su salud siguió decayendo hasta el punto en que fue trasladado al hospital que había junto a la prisión. Allí recuperó la salud. Simultáneamente, sus círculos de amigos estaban preparando su fuga de la cárcel. Su forma de escapar fue sencilla. Él hacía ejercicio físico todos los días, corría en el patio de la prisión, a ciertas horas el portón de la misma se habría para dar paso libre a carros que traían diversos materiales imprescindibles para la vida en el interior, por ejemplo, leña. Uno de esos días, cuando Kropotkin estaba realizando su ejercicio físico habitual, el portón se abrió, entonces Kropotkin enfiló hacia la salida perseguidode cerca por los guardias, y alcanzó el exterior donde le esperaba un vehículo en el que se refugió y escapó. Lo que ocurrió después fue ciertamente atrevido. Kropotkin se aseó, se afeitó, cortó el pelo, se vistió elegantemente, dio un paseo por una zona concurrida de San Petersburgo y cenó, con buenos amigos, en un restaurante de “moda”.

Sin tentar la suerte mucho más, le escondieron en las afueras de la ciudad. A todo esto, las autoridades le buscaban con encono, registrando las casas de sus amigos sin hallar pista alguna que indicara su paradero. Sin embargo, era obvio que no podía seguir en Rusia más tiempo, así que en el puerto de Vaasa, en el golfo de Botnia, embarcó para Suecia, siguiendo después el viaje hasta Noruega. Allí tomó otro barco que le condujo hasta Inglaterra.

En agosto de 1876, Kropotkin llega al puerto de Hull con documentación a nombre de Alekséi Lavashov. Se establece durante un corto espacio de tiempo en Edimburgo pero enseguida se traslada a Londres. Hace colaboraciones periodísticas en The Time y en la revista Nature. En esta ciudad contacta con Paul Robin, a través de un antiguo conocido de su estancia en Suiza, James Guillaume. Con Robin tubo encendidas discusiones sobre diversos temas sociales, este era considerado un “reformador sexual” que “propiciaba el control de la natalidad y la eliminación de la prostitución”.

El periodo que pasó en Inglaterra fue breve, en diciembre de 1876 se instaló en Suiza y de inmediato pasó a formar parte de la Federación del Jura, en la que conoció a Errico Malatesta y a Carlo Cafiero, miembros de la sección italiana de la Internacional. A partir de este momento, la actividad de Kropotkin se vuelve frenética. Viaja a Inglaterra de nuevo, por cuestiones laborales con la revista Nature, y vuelve al continente por Bélgica para intentar organizar a los internacionales de la zona pero diversos imprevistos frustraron la iniciativa. Por ello tuvo que regresar a Suiza. En Ginebra se entrevistó con el geógrafo anarquista Eliseo Reclus. Desde Suiza editó en francés un periódico anarquista, L’Avant Garde y otro en alemán Arbeiterzeitung. Después participó en el último congreso de la sección bakunista de la Primera Internacional, en Verviers, Bélgica, como delegado de los rusos exiliados. Ante la posibilidad de ser detenido, viajó a Londres desde Amberes. No se detuvo allí y viajó a Francia donde continuó los estudios sobre la Revolución francesa que ya había iniciado durante su estancia en Inglaterra. En Francia la policía le seguía los pasos y tuvo que volver a Ginebra en abril de 1878. Su siguiente parada sería España, donde quedó impresionado ante el dinamismo e implantación entre la clase trabajadora del movimiento anarquista. En agosto estaba en Ginebra, donde participó en una reunión de grupos anarquistas suizos, constatando en directo que la Federación del Jura estaba decayendo de manera significativa.

Contrajo matrimonio en octubre de 1878 con la emigrada rusa Sofía Anániev. A Kropotkin no le iba a durar demasiado la felicidad, en diciembre las autoridades suizas cierran su periódico L’Avant Garde. Él no se amilanó por ello y en febrero del año siguiente editó Le Révolté. El impacto de este periódico fue bueno, hasta tal punto que en abril de 1879 tenía registrados quinientos cincuenta suscriptores. Como consecuencia de este éxito compró a crédito su propia imprenta, la Imprimerie Jurassienne.

Su desarrollo teórico en aquel momento estaba evolucionando deprisa; desde Le Révolté comenzó a definir lo que denominó como anarcocomunismo, una visión novedosa que superaba al colectivismo que había distinguido al anarquismo hasta entonces.

“El primer artículo sobre el tema apareció el 1 de diciembre y se titulaba La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. Afirmaba en él que la revolución debía basarse en las federaciones de comunas locales y los grupos independientes, evolucionando la sociedad desde una etapa colectivista de apropiación de los medios de producción por las comunas, hacia el comunismo.” (George Woodcoock e Iván Avakumovic: El Príncipe anarquista. Ed. Júcar, 1978, p.166.)

En 1880 colaboró con Reclus en su Geografía Universal. Al año siguiente se produjo la ejecución por parte del grupo Naródnaya Volia del zar Alejandro II. La represión subsiguiente fue monstruosa, entre las víctimas se encontraba una antigua compañera del Círculo Chaikovski, Sofía Peróvskaya. Nada más conocer la noticia Kropotkin escribió el texto La verdad sobre las ejecuciones en Rusia y participó en actos de protesta contra la represión en su país. Por estas actividades estuvo a punto de ser arrestado.

Todavía en julio de 1880 asistió como delegado al Congreso Socialista Revolucionario Internacional que se celebró en Londres; para poder realizar el viaje sus amigos tuvieron que hacer una colecta. Como confirmó él mismo en su correspondencia con Malatesta, su familia estaba pasando en esos momentos por estrecheces económicas. Kropotkin esperaba que en ese congreso se constituyera una nueva internacional pero no fue así. Decepcionado regresó a Suiza, mas por presiones del gobierno ruso fue expulsado y se instaló en Thonon-les-Bains, un pequeño pueblo de Francia. Sobre Le Révolté, tuvo que dejarla en otras manos y él quedarse como colaborador desde el exterior.

En 1881 volvió a Inglaterra. Durante el viaje, en una corta estancia en París, conoció a Jean Grave. Ya en Inglaterra mantuvo estrechos contactos con Malatesta, Reclus y Cafiero. Un más tarde, en 1882, conoció a James Knowles editor de The Nineteenth Century, una publicación en la que participaría durante treinta años; también siguió escribiendo para The Times, The Fortnightly Review, la Enciclopedia Británica y Nature. En ese año publico dos artículos importantes en su trayectoria ideológica en Le Révolté: La ley y la autoridad y Gobierno revolucionario.

En Inglaterra no solo escribía también daba charlas, donde se lo autorizaban, ante una concurrencia más bien escasa; en ellas hablaba de anarquismo y de la situación social que vivía Rusia. Como ni él ni su compañera se sentían cómodos en el país, decidieron regresar a Francia, en ese momento el movimiento anarquista estaba en pleno apogeo lo cual era favorable para la difusión de las ideas de Kropotkin. Su actividad de propagandista en un ambiente contestatario debido a las malas condiciones de trabajo y las crisis por la que pasaba la industria de la seda, provocaron que fuera detenido junto a otros sesenta anarquistas. En esas fechas acababa de morir de tuberculosis un hermano de su compañera Sofía. Reclus, entre otros anarquistas, organizaron un acto de protesta por las detenciones. Las autoridades acusaban a Kropotkin de pertenecer a la Internacional. De tal modo, le impusieron una multa de mil francos y le condenaron a cinco años de cárcel. Durante el juicio Kropotkin y sus compañeros de cautiverio aprovecharon la ocasión para propagar sus ideas y condenar el sistema judicial.

Su estancia en la cárcel de Clairvaux, con el estatus de prisionero político, fue más llevadera que la que padeció en Rusia, hasta el punto de mantener una alta actividad intelectual: escribió para la Geografía Universal de Reclus, la Enciclopedia Británica y The Nineteenth Century; cultivaba un huerto de verduras, hacía ejercicio físico, e incluso trabajó en un taller de encuadernación; también daba clases a otros reclusos; escribía y recibía cartas, recibía libros y periódicos siempre y cuando no fueran de tendencia izquierdista.

En el exterior se tuvo presente su encarcelamiento por un buen número de instituciones y personalidades: Academia Francesa de Ciencias, Museo Británico, Sociedad Real de Minas, Royal Geographic Society, Enciclopedia Británica, periódicos ingleses; y también por escritores como Víctor Hugo. Sus peticiones de libertad tuvieron una gran resonancia entre la opinión pública entre otras razones porque el gobierno francés reconoció que estaba recibiendo presiones diplomáticas por parte de Rusia, lo que suponía de hecho que el Zar estaba influyendo en las decisiones internas del gobierno francés. Esto encrespó tanto a la opinión pública que el Gobierno se vio obligado a la liberación de todos los detenidos el 15 de enero de 1886.

Durante la estancia de Kropotkin en la cárcel, Reclus recopiló los escritos del primero aparecidos en Le Révolté en un volumen y los publicó en1885 bajo el título Palabras de un rebelde.

Tras salir de la cárcel el matrimonio se trasladó primero a París pero como existía la posibilidad de una deportación a Rusia, decidieron volver a Inglaterra. Antes de su partida dio un célebre discurso ante un numeroso público que titulo: El anarquismo y su lugar en la evolución socialista.

Su postura contra las cárceles se radicalizó en él a partir de su última experiencia. Manifestó abiertamente que el internamiento carcelario no recuperaba ni social ni moralmente a los detenidos. En 1887 publicó en Inglaterra En las prisiones rusas y francesas. Las autoridades rusas compraron toda la edición para impedir que el texto se conociera. Unos años después fue editado de nuevo.

Su estancia en Inglaterra se extendería durante treinta años. 1886 va a suponer el inicio de una nueva etapa de su vida en la que se centrará en el estudio y en la construcción de su teoría política. Pero antes de eso los acontecimientos le obligaron a mantener su labor de propagandista.

Su paso por las prisiones mermó significativamente su salud sin embargo a pesar de ello su rendimiento intelectual no disminuyó, así como su compromiso con la revolución mundial. Poco después de llegar a Inglaterra fundo un grupo anarquista, “Freedom”; la labor de este grupo era propagandística: editaban un periódico y organizaban conferencias. En ese periodo sus escritos se publicaban en The Anarchist, editado por Henry Seymour; pronto el periódico se declaró seguidor del comunismo anárquico. En ese momento conoció a William Morris. Paralelamente a esta actividad seguía escribiendo para The Ninteenth Century, Freiheit, La Révolte (periódico sucesor de Le Révolté), Nature y The Times.

Ese primer año de estancia en Inglaterra el grupo Freedom decidió editar su propio periódico, Freedom. El periódico era sencillo, un pliego de cuatro páginas, y se imprimió hasta el año 1888 en la imprenta de la Liga Socialista de William Morris. No todo fueron parabienes en esa época, la fatalidad llegó hasta Kropotkin a través de la noticia del suicidio de su hermano Alejandro en Siberia.

En aquel tiempo el socialismo estaba en auge en Inglaterra, y las ideas anarquistas atraían a muchos de sus adeptos, hasta el punto de obligar a Kropotkin a dar conferencias por las ciudades más importantes de Inglaterra y Escocia.

A finales de 1887 llegaron a Europa las noticias de las condenas a muerte de los “mártires de Chicago”, caso también conocido como el “atentado de Haymarket” en los EEUU. Evidentemente, Kropotkin participó en una campaña por su liberación aunque sin éxito.

Toda esta agitación social hizo que el grupo Freedom creciera considerablemente, incorporándose al mismo militantes antiparlamentarios de la Liga Socialista de William Morris, que apoyaba los postulados de Kropotkin si bien nunca llegó a declararse anarquista.

En 1888 Kropotkin comenzó a publicar artículos de análisis sociológico. Hay en concreto tres importantes que se publicaron en The Nineteenth Century: El derrumbe de nuestro sistema industrial, El futuro reino de la abundancia y La ciudad industrial del futuro. Estos tres artículos serían la base fundamental de su libro Campos, fábricas y talleres, que se publicaría más adelante. En esas fechas en sus conferencias enunciaba el principio que le va a hacer pasar a la posteridad: “De a cada cual según su capacidad (o trabajo), a cada cual según sus necesidades”.

Durante el año 1989 mantuvo sus colaboraciones en periódicos y revistas, analizando, entre otros temas, la revolución francesa y sus consecuencias.

En 1890 Kropotkin se centró definitivamente en sus estudios como científico y pensador. Siguió escribiendo en numerosos medios periodísticos y dando conferencias sobre una gran variedad de temas: literatura, cárceles, anarquismo, naturalismo o industria, entre otros; ya entonces empezó a introducir sus postulados sobre el apoyo mutuo. Ese año publico un ensayo también importante, Trabajo intelectual y trabajo manual. A mediados de 1890 se publicaron una serie de artículos en The Nineteenth Century, que formarían parte de El apoyo mutuo: un factor de la evolución.

En 1892 se publicó en Francia La conquista del pan, con un prólogo de Eliseo Reclus. El prestigio de Kropotkin a esas alturas era internacional, muy reconocido en los ambientes académicos, por lo que con frecuencia era invitado a participar en conferencias científicas.

En 1894, Kropotkin, su compañera Sofía y su hija Alejandra, se instalaron en el campo, en Bromley, Kent. Allí cultivaba una huerta, hacía sus propios muebles y, por supuesto, leía y escribía sin cesar. Rudolf Rocker le visitó en 1896 y describió su despacho como una estancia “cuyas paredes estaban cubiertas de libros hasta el techo”. Por esa casa pasaron figuras importantes del anarquismo como el propio Rocker, ya citado, Emma Goldman, Fernando Tarrida del Mármol y Louise Michel, entre los más renombrados.

Hacia 1895 el auge del socialismo parlamentario aisló al anarquismo. Kropotkin siguió escribiendo pero sin participar en actividades, prácticamente, de agitación y propaganda.

En 1896 se celebró en Londres el Congreso Socialista Internacional, la tendencia parlamentaria impidió que los anarquistas asistieran. Kropotkin debido a su mala salud no estuvo presente en ese evento ni el congreso anarquista paralelo que se celebró.

En 1897 Kropotkin participó en una campaña contra el gobierno de España acusado de aplicar la tortura a los prisioneros encarcelados en Montjuic (Barcelona). La salud de Kropotkin era tan delicada que su compañera Sofía tuvo que suplirle en una conferencia, hecho que se repetiría con frecuencia en el futuro. También este año viajó a Canadá para participar en una reunión organizada por la Sociedad Inglesa para el Patrocinio de la Ciencia. De allí partió a los EEUU donde dio tres conferencias sobre apoyo mutuo en Boston y otra en Nueva York. Intentó visitar sin éxito a Alexander Berkman en Pittsburgh, donde estaba encarcelado. También llegó a un acuerdo con la revista The Atlantic Monthly, revista literaria de Boston, para publicar por entregas Memorias de un revolucionario; el libro sería publicado en 1899.

En 1899 se produjo la segunda Guerra de los Boers y Kropotkin condenó al ejército inglés por sus crímenes en la misma; este posicionamiento puso en peligro su estancia en Inglaterra, aunque finalmente no tuvo consecuencias. Se publica «Campos, fábricas y talleres» y «Memorias de un revolucionario».

Regresó a los EEUU en el año 1901 e hizo una gira por varias universidades, dando conferencias con temáticas diversas entre ellas sobre literatura rusa. En lo que se refiere a esta última, más adelante se recopilarían dichas conferencias en un libro denominado Ideales y realidades de la literatura rusa. Por supuesto, también asistió a reuniones con sus amigos anarquistas norteamericanos. A su vuelta a Inglaterra se centró en completar su magna obra El apoyo mutuo, que sería publicada al año siguiente.

Durante los años 1903 y 1904 expuso sus tesis geológicas en la Sociedad Geográfica Británica. En 1904 publicó La necesidad ética de la época actual, en 1905 La moral de la naturaleza y La revolución rusa. Ese año sus problemas de salud aumentaron y estuvo a punto de morir.

En 1907 cambió de domicilio a High Gate, allí concluyó diversos temas teóricos que tenía pendientes. En 1909 publico La Gran Revolución francesa y El terror en Rusia. Entre 1910 y 1915 publicó numerosos artículos sobre ética, ayuda mutua, evolucionismo y herencia biológica; igualmente, se dedicó a traducir su obra al ruso.

Sobre la situación política en Rusia después de la Revolución de 1905 hay que decir que se encontraba dominada por un ambiente revolucionario ya que el zarismo no presentaba signo alguno de apertura; además, el anarquismo estaba en ebullición lo que hizo que los grupos de exiliados anarquistas aumentaran su actividad. En años sucesivos las obras de Kropotkin se editaron de forma legal o ilegal en Rusia. Su influencia estaba centrada entre anarcocomunistas y anarcosindicalistas

En Suiza se editó la revista Pan y Libertad que llegaría a Rusia y gozaría de un cierto prestigio dentro de la ilegalidad en la que era distribuida. Kropotkin escribió para ella sin firma. Los grupos anarquistas rusos, como ya se ha dicho,en gran parte estaban influenciados por Kropotkin y este les apoyaba hasta cierto punto, pues estaba en contra del terrorismo que dichos grupos solían practicar para desestabilizar al régimen zarista. Kropotkin sí defendía la expropiación de bienes de primera necesidad, es decir que “el pueblo libre fuera a los almacenes y tomara la comida y la ropa que necesitara”. En lo que respecta al tema de la vivienda su posicionamiento era semejante al anterior. Los alquileres debían suprimirse, “las casas vacías debían ser tomadas por familias que vivieran en la calle”. Se posicionó a favor de trabajar cinco horas al día para poder gozar el resto del tiempo con tareas lúdicas. También propuso que se comenzara a contribuir a la sociedad a la edad de 25 años y se terminara a los 45 años. Hizo mucho hincapié en la capacidad organizadora instintiva del pueblo, al que consideraba capaz de gestionar un nuevo orden en base al sentido común sin la necesidad de una autoridad coercitiva. Kropotkin apoyaba el anarcosindicalismo y la participación en los soviets, siempre y cuando estos no fueran instrumentos autoritarios.

Mientras su salud seguía deteriorándose, en 1912 participó en el Congreso Internacional de Eugenesia que se celebró en Londres. En dicho congreso se mostró crítico hacia la esterilización de personas que defendían algunos científicos del momento. En ese año se implicó vivamente en la campaña destinada a evitar la deportación de Malatesta a Italia. Contaba entonces 70 años.

Con respecto a la Primera Guerra Mundial, Kropotkin rompió con el característico antibelicismo ácrata, y tomó partido por Francia, en contra de la Alemania de Bismarck. En este posicionamiento participaron anarquistas renombrados como Jean Grave, James Guillaume, Paul Reclus, Carlos Malato, Christiaan Cornelissen, entre otros, conocido como el Manifiesto de los Dieciséis. Dicho apoyo provocó una reacción anarquista internacional en contra de dichas tesis. Malatesta escribió una demoledora crítica hacia la posición de Kropotkin que fue publicada en Freedom. La carta representaba la opinión de gran parte del movimiento anarquista internacional. Esto llevo a la ruptura dentro del grupo editor de Freedom, que había sido, precisamente, creado por Kropotkin, Cherkésov, Sofía y otros anarquistas que apoyaban a los aliados. El Manifiesto de los dieciséis fue respondido por otro manifiesto contrario a la guerra que fue firmado por Malatesta, Shapiro, Emma Goldman, Alexander Berkman, Thomas Keell y Rudolf Rocker. Más tarde lo firmarían otros anarquistas de renombre como Luigi Fabbri, Émile Armand y Sebastian Faure.

Estos desafortunados enfrentamientos condujeron al ostracismo a Kropotkin, que perdió el contacto con la mayoría de sus antiguos amigos, tanto anarquistas como socialistas. Lenin, por cierto, aprovecho la oportunidad para descalificarle y atacar al movimiento anarquista, aunque este en su mayoría fuera contrario a la guerra.

A principios de año de 1917 le llegaron a Kropotkin las noticias sobre la revolución de febrero en Rusia. En ese momento decidió regresar a su país. Mediado el año inicia el viaje a través de Noruega, Suecia y Finlandia. El viaje, en principio, estaba organizado en secreto, a pesar de ello, por donde pasaba era recibido por trabajadores y estudiantes, hombres y mujeres, que le mostraban su apoyo, reconocimiento y afecto. Pisó terreno ruso después de cuarenta y un años de exilio. El ferrocarril en que viajaba se detuvo en Petrogrado a las dos de la madrugada, y para su tremenda y emotiva sorpresa fue recibido por un regimiento militar, una banda de música que interpretaba La Marsellesa y por una manifestación, expectante y eufórica, compuesta por unas setenta mil personas.

Nada más llegar a Rusia Kropotkin inició una frenética actividad, participando en todo tipo de actos y reuniones, aunque sus relaciones con el movimiento anarquista no mejoraron porque él seguía insistiendo en la participación en la guerra del lado de los aliados; argumentaba que ello “aseguraba las conquistas de la revolución”. Sus relaciones entonces se limitaron bastante, teniendo contactos con partidos belicistas, entre ellos los mencheviques. El contacto con el Gobierno ruso era bueno hasta tal punto que Kerensky le ofreció un cargo, una pensión y residencia en el Palacio de Invierno. Kropotkin rechazó estar ofertas.

Durante el mes de agosto de 1917 se trasladó a Moscú. Allí participó en la Conferencia de Estado de todos los partidos presentes en el espectro político ruso, en la que mostró abiertamente su posición a favor de continuar la guerra, la creación de una república federal y criticó agriamente a los bolcheviques. Evidentemente, estas posturas reformistas de Kropotkin fueron utilizadas por los bolcheviques para acentuar sus críticas a los anarquistas.

La Revolución de Octubre hizo recapacitar a Kropotkin —ya con los bolcheviques en el poder, retiradas las tropas rusas del frente y una intensa efervescencia revolucionaria en la calle— y retomar los principios anarquistas. Entonces, se incorporó a la Liga Federalista, grupo compuesto por investigadores que impulsaban el federalismo y la descentralización. En 1918 la liga fue prohibida por las autoridades bolcheviques. Kropotkin no fue molestado por las nuevas autoridades; no corrieron la misma suerte los mencheviques, socialistas revolucionarios y anarquistas en general. El momento era dramático para la supervivencia física del anarquismo que solo podía ir a peor salvo que se produjera la tercera revolución que reivindicarían tiempo después los marineros de Kronstadt. Kropotkin recupero entonces antiguas amistades como Volin y Shapiro.

Ese mismo año, a pesar de su cada vez más precario estado de salud, se entrevistó con Néstor Majnó. También se esforzó en trabajar en su Ética, que nunca terminaría. Al año siguiente tuvo una entrevista con Lenin en Moscú en la que criticó la política que el partido bolchevique aplicaba a las cooperativas  y la represión de cualquiera que disintiera de las directrices del partido. La reunión, según contó el propio Kropotkin, fue cordial. Después de esta entrevista escribió a Lenin en tres ocasiones, haciéndole diversas peticiones; dichas misivas fueron ignoradas.

Lo que estaba viviendo hizo que en 1920 escribiera Carta a los obreros del mundo occidental en el que expuso sus críticas a la denominada Revolución Bolchevique. Estas críticas las compartía abiertamente con cualquiera que le visitara en su casa. Han dejado constancia de ellas Alexander Berkman, Emma Goldman, Shapiro y Pestaña, por ejemplo. Antes de morir volvió a entrevistarse con Lenin. Falleció el 8 de febrero de 1921 en Dimítrov.

La muerte de Kropotkin fue un acontecimiento que conmocionó a la nación. El Gobierno quiso organizar un pomposo acto oficial pero la familia y sus amigos lo rechazaron; los grupos anarquistas se encargaron de ello, con ellos estaban Emma Goldman y Alexander Berkman. Como las autoridades censuraban cualquier tipo de publicación en su memoria, se abrió una imprenta, que había sido cerrada, y en ella se editaron algunos folletos de manera clandestina.

El entierro de Kropotkin fue un suceso excepcional en la historia de Rusia. Por la casa de Kropotkin desfilaron miles de personas: soldados, campesinos, obreros, funcionarios y estudiantes. Cerraron los colegios, y niños y profesorado salieron a la calle a acompañar a la comitiva que transportaba el féretro.

El cuerpo fue trasladado en ferrocarril hasta Moscú; allí lo esperaba una multitud de cien mil personas que lo acompañó hasta el Palacio del Trabajo. Kamenev se comprometió a liberar temporalmente a los anarquistas encarcelados a cambio de que no convirtieran el evento en un acto de rechazo al gobierno bolchevique. Al final solo unos cuantos prisioneros pudieron participar.

El féretro tuvo que recorrer ocho kilómetros hasta el Cementerio Novodévichi, acompañado por la masa humana concentrada; durante todo el trayecto una orquesta estuvo interpretando la Sinfonía Patética de Chaikovski. A todo esto se añadió el colorido de cientos de banderas ondeadas al viento, de sindicalistas, sociedades científicas, de estudiantes, organizaciones del más diverso espectro social y partidos políticos. También hubo muchas banderas negras anarquistas. En el Museo Tolstoi ondeó la bandera negra. Al pasar por la Prisión de Butyrka, los presos políticos sacaban los brazos por las ventanas enrejadas a modo de saludo.

El entierro de Kropotkin fue la última manifestación masiva del anarquismo ruso. A partir de aquel momento los anarquistas fueron al exilio o exterminados por los bolcheviques.

Pensamiento político

Hasta la entrada en escena de Kropotkin el planteamiento anarquista se basaba en la desaparición del Estado y en la estructuración social de abajo a arriba en función de las comunas obreras organizadas colectivamente, bajo la máxima de: “A cada uno según su trabajo”. Estos planteamientos estaban inspirados en Proudhon, entre otros, y fueron adoptados por Bakunin. Mas las observaciones y estudios realizados por Kropotkin en el entorno natural le llevaron a defender un modelo social inspirado en los supuestos anteriores pero cimentado en el apoyo mutuo como motor de la convivencia, y de la supervivencia. Su máxima revolucionaria paso a ser: “A cada uno según sus necesidades”. Así del anarcocolectivismo se pasó al anarcocomunismo, considerando este posicionamiento como algo natural, “de sentido común” en la evolución de las especies y de las sociedades humanas.

Una de las primeras obras que marca distancia con el colectivismo al uso, escrita en 1892, fue La conquista del pan. En ella la tesis fundamental es: “Todos los bienes de que dispone hoy la sociedad son producto del trabajo mancomunado y solidario de los hombres de ayer y de hoy. Todos los bienes, por tanto, pertenecen por igual a todos, desde el momento en que resulta imposible discriminar la parte que en su producción ha tenido cada uno”.

Kropotkin desarrolló su pensamiento revolucionario en torno a tres ejes:

  • ¿Cómo organizar la producción y el consumo en una sociedad libre?: Mediante la colectivización de los medios de producción y los bienes obtenidos, junto con una racionalización de la economía y la creación de la comuna autosuficiente (la comuna suprime las diferencias campo-ciudad, crea una descentralización industrial y también elimina la división entre trabajo manual e intelectual). Sustentado todo esto en el apoyo mutuo.
  • Apoyo mutuo: En el apoyo mutuo reside una interpretación que amplía las teorías evolucionistas de Darwin. Kropotkin trata de demostrar en sus escritos que la cooperación y la ayuda recíproca son prácticas comunes y esenciales en la naturaleza humana. Si se renuncia a la solidaridad por la codicia, se cae en la jerarquización social y el despotismo.
  • Concepción moral y ética: Solo una moral basada en la libertad, solidaridad y justicia, puede superar los instintos destructivos que también forman parte de la naturaleza humana. En todo caso, la ciencia ha de ser la guía de los fundamentos éticos obviando lo principios sobrenaturales. La investigación de las estructuras sociales debe producir el conocimiento de las necesidades humanas, base para el desarrollo de una sociedad libre.

El pensamiento de Kropotkin supone un aporte decisivo en el desarrollo de las ideas anarquistas. Él predecía una sociedad ideal en la que el Estado desaparecería y en la que no existiría la violencia estructural. La sociedad entonces estaría basada en la cooperación voluntaria de personas libres.

Obra

1873 – ¿Debemos encargarnos de examinar el ideal de un sistema futuro? (Reproducido en Byloe, nº 17, 1921).

1873 – Pugachevilibunt 1773 goda. (Ginebra).

1876 – A propósito de la cuestión de Oriente. (Bolletin de la Féderation Jurassienne de l’Association Internationale des Travailleurs, Ginebra).

1876 – Investigación sobre la era glacial. (Notices of the Imperial Russian Geographical Society).

1877 – Noticias del exterior: Rusia. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Los sindicatos. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Asuntos de América (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Boletín internacional. (L’Avant-Garde).

1877 – El Adelante y el pueblo ruso. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1879 – La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolté, Ginebra).

1879 – El proceso de Solovieff. (Ginebra).

1879 – La situación. (La Révolté, Ginebra).

1879 – La descomposición de los Estados. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El año 1879. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El gobierno representativo. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna. (La Révolté, Ginebra).

1880 – A los jóvenes. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La cuestión agraria. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las elecciones. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El año 1880. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Los enemigos del pueblo. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La situación en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La verdad sobre las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El espíritu de rebelión.  (La Révolté, Ginebra. Ed. Castellano: Folletos revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1881 – Todos socialistas. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El orden. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Las minorías revolucionarias. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La organización obrera. (La Révolté, Ginebra).

1882- El partido revolucionario ruso. (The Newcastle Chornicle / Fortnightly Review).

1882 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La guerra. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los derechos políticos. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Teoría y práctica. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El aniversario del 18 de marzo. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La ley y la autoridad. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El gobierno durante la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los preludios de la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La situación en Francia. (La Révolté, Ginebra).

1883 – Las prisiones rusas. (TheNineteenth Century, Londres).

1883 – La prisión fortaleza de San Petersburgo. (The Nineteenth Century, Londres).

1883 – Rusia marginal. (The Nineteenth Century, Londres).

1884 – Exilio en Siberia. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Finlandia: una nacionalidad naciente. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Palabras de un rebelde. (Ed. Elisée Reclus, París; Flammmarion. Montreal; Black Rose Books New York, 1992).

1885 – Lo que debe ser la geografía. (TheNineteenth Century, Londres).

1886 – El lugar del anarquismo en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1889 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Cómo se han enriquecido. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La práctica de la expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La guerra social. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Los talleres nacionales. (La Révolté, Ginebra).

1887 – Las prisiones. (Ward and Downey, Londres).

1887 – La anarquía por venir. (The Nineteenth Century, Londres).

1887 – Las bases científicas de la anarquía. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – La ciudad industrial del futuro. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – El asalariado. (La Révolte, Ginebra).

1889 – El centenario de la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1889 – Qué es una huelga. (La Révolte, Ginebra).

1890 – Trabajo intelectual y trabajo manual. (The Nineteenth Century, Londres).

1890 – La moral anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El movimiento obrero en Inglaterra. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El primero de mayo. (La Révolte, Ginebra).

1891 – La moral anarquista. (Folleto, París)

1891 – El comunismo anarquista: su base y sus principios. (Folleto, Londres. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1891 – Las huelgas inglesas. (La Révolte, Ginebra).   

1891 – La Entente. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Estudio sobre la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Mensaje a los delegados en el encuentro de sindicalista británicos y franceses. (Freedom, Londres).

1891 – La muerte de la nueva Internacional. (La Révolte, Ginebra).

1892 – La conquista del pan. (París).

1892 – El asunto de Chambles.(La Révolte, Ginebra).

1892 – El terrorismo. (La Révolte, Ginebra).

1892 – Explicación. (La Révolte, Ginebra).

1892 – El espíritu de rebelión. (Commonweal).

1893 – A cerca de la enseñanza de la fisiografía. (Geofraphic Journal, vol. 2, pp. 350-359, Londres).

1893 – La agricultura. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Discurso en Grafton Hill sobre el Anarquismo. (Freedom, Londres)

1893 – Los principios en la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Un siglo de espera. (París).

1894 – Los tiempos nuevos. (París).

1895 – La comuna de París. (Freedom Pamphlets, nº 2, Londres: W. Reeves).

1895 – Las condiciones actuales en Rusia. (The Nineteenth Century, vol. 38, pp. 519-535, Londres).

1896 – El anarquismo: su filosofía y su ideal. (Libr. Scociale, París. Edición Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1896 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolte, Ginebra).

1896 – Llamado a los jóvenes. (W. Reeves, Londres)

1897 – La gran huelga de los muelles. (Bibliothèque des Temps Nouveaux, París).

1897 – El Estado y su rol histórico. (Les Temps Nouveaux, París)

1897 – La población de Rusia. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 196-202, Londres).

1898 – Los antiguos cauces del Amu-Daria. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 306-310, Londres).

1898 – Moralidad anarquista. (Free Society, San Francisco).

1898 – Algunos de los recursos de Canadá. (The Nineteenth Century, March, pp. 494-514, Londres).

1899 – Cesarismo. (Les Temps Nouveaux, París).

1899 – Campos, fábricas y talleres. (Hutchinson, Londres).

1899 – Memorias de un revolucionario. (Houghton, Mifflin, Nueva York).

1900 – Comunismo y anarquía. (Les Temps Nouveaux, París).

1901 – La organización de la venganza llamada Justicia. (París).

1901 – Ciencia moderna y anarquismo. (Londres. Ed. en ruso; inglés en 1903. Ed. en castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1901 – El desarrollo del sindicalismo. (Londres).

1902 – El apoyo mutuo. (Heinemann, Londres).

1903 – Discusión con Mr. Mackinder; Mr. Ravenstein; Dr. Herbetson; MrAndrews; Cobden Sanderson y Elisée Reclus. (The Geographical Journal, vol. 22, nº. 3, pp. 294-299, JSTOR).

1904 – La desecación de Eurasia. (The Geographical Journal, 23, pp. 722-741).

1904 – El barón Toll. (The Geographical Journal, vol. 23, nº. 6, pp. 770-772, JSTOR).

1904 – Las necesidades éticas del presente. (The Nineteenth Century, LVI, pp. 207-226, Londres).

1904 – Cómo fue fundado “Le Révolté”. (Les Temps Nouveaux, París)

1904 – Máximo Gorki. (The Independent, vol. 54, nº 2924, pp. 1371-1378, New York; W. S. Benedict).

1905 – Ideales y realidades en la literatura rusa. (Boston: McClure, Philips and Co., 1919; New York: A. A. Knopf, 1915).

1905 – La agitación constitucionalista en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1905 – Bakunin. (Jleb I volia).

1905 – La revolución en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1909 – El terror en Rusia. (Methuen, Londres).

1909 – La gran revolución francesa. (Londres. Hay ed. Castellana. Ed. Proyección, Buenos Aires, 1977)

1910 – Anarquismo. (The Encyclopaedia Britannica, 11th edition. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1910 – Insurrección y revolución. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La cruzada en la ciencia de M. Bergson. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La guerra próxima. (The Nineteenth Century, Londres).

1914 – La acción anarquista en la revolución. (París).

1916 – La nueva Internacional. (París).

1916 – ¡Guerra! (William Reeves, Londres).

s/d   – Ley autoridad, un ensayo anarquista. (William Reeves, Londres)

1919 – La acción directa del ambiente y la evolución. (The Nineteenth Century,  vol. 85, pp. 70-89, Londres).

1920 – El sistema salarial. (Freedom Pamphlets, Londres).

1921 – Ideal en la revolución. (Byloe, nº 17).

1922 – Ética. (Petrogrado-Moscú; Golos Truda).

1923 – ¿Qué hacer? (Rebochii put, nº 5, Berlín).

1924 – Ética: su origen y evolución. (George G. Harrap & Co., Ltd, Londres)

Bibliografía recomendada

Actualidad de Kropotkin y el anarquismo revolucionario. Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas, Portal Libertario Oaca, 25 octubre 2013.

Carta a lenin de Piotr Kropotkin, acracia.org, 31 agosto 2016.

Carta de Piotr Kropotkin a Elías Jiménez Rojas. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 16 mayo 2017.

Carta de Piotr Kropotkin a Francisco Ferrer i Guardia. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 abril 2016.

Celebrando el Aniversario de Bakunin (1914). Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 23 noviembre 2018.

Cronología vital de Piotr Kropotkin. R. Quesada, Portal Libertario Oaca, 20 noviembre 2014.

El adiós del «príncipe» anarquista: Emma Goldman y el funeral de Kropotkin. Pete “Black Thunder”, Agente provocador, 9 febrero 2021.

El anarquismo según sus más ilustres representantes: Godwin, Proudhon, Stirner, Bakunin, Kropotkin, Tucker, Tolstoy, etc. P. Eltzbacher, Portal Libertario Oaca, 10 mayo 2017.

El gobierno revolucionario. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 20 septiembre 2015.

El legado de Kropotkin 100 años después de su muerte. Frank Mintz, acracia.org, 14 febrero 2021.

El nihilismo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2016.

El otoño de Kropotkin, sus últimos años. Jordi Maíz, acracia.org, 17 junio 2018.

El pensamiento ético y político de Kropotkin. Capi Vidal, Portal Libertario Oaca, 3 junio 2014.

El pensamiento de Kropotkin: ciencia, ética y anarquía. Ángel Cappelletti.

El príncipe de los ácratas. Omar López Mato, Historia hoy, nº 593, 8 febrero 2021.

El sabio y el revolucionario. Kropotkin según Malatesta. F. Fernández, Portal Libertario Oaca, 23 enero 2014.

En torno al pensamiento revolucionario de Piotr Kropotkin. Demián Revart, Portal Libertario Oaca, 9 septiembre 2015 (Prólogo a La conquista del pan, Revuelta Epistémica, 2015).

Kropotkin contra la eugenesia: siete intensos minutos. A. Girón, Portal Libertario Oaca, 9 julio 2017.

Kropotkin y El apoyo mutuo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2015.

Kropotkin y la infancia. Rafael Mondragón, acracia.org, 13 febrero 2021.

La acción de las masas y la acción individual. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 noviembre 2015.

La conquista del pan: volviendo a una obra de Kropotkin. Simón Royo Hernández, acracia.org, 1 abril 2007.

La descomposición de los estados. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 29 septiembre 2015.

La gran Revolución francesa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 8 septiembre 2016.

La Revolución francesa. Piotr Kropotkin, acracia.org, 10 agosto 2016.

Mis recuerdos sobre Kropotkin (1922). Milly Witkop, Portal Libertario Oaca, 1 noviembre 2017.

Opiniones de Kropotkin sobre la Revolución rusa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 19 noviembre 2017.

Palabras de un rebelde. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 11 septiembre 2015.

Piotr Kropotkin. Centenario de la muerte del abuelo del anarquismo y del apoyo mutuo. Todo por hacer, acracia.org, 7 febrero 2021.

Recordando a Darwin, revitalizando a Kropotkin. J. F. Paniagua, acracia.org, 4 febrero 2016

Recuerdos de Kropotkin. Emma Goldman, Portal Libertario Oaca, 7 enero 2018.

Sobre el orden. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 21 agosto 2015.

¿Somos lo suficientemente buenos? Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 10 noviembre 2015.

Videoteca

Acercamiento al anarquismo: Bakunin Ft. Kropotkin.

Darwin y Kropotkin: ¿Competición o solidaridad?

El comunismo anarquista Piotr Kropotkin.

El otoño de Kropotkin. Entre guerras y revoluciones (1905-1921).

Funeral de Piotr Kropotkin [Filmación, 1921].

Juventud (A los Jovenes por el Anarquista Piotr Kropotkin).

Kropotkin en la memoria.                                   

La conquista del pan, Piotr Kropotkin. El comunismo anarquista.

La ética de Kropotkin.

Mesa Debate: «Kropotkin: Interdependencia y reciprocidad».

Palabras de un rebelde, de Piotr Kropotkin.

Qué es el anarquismo? por Piotr Kropotkin

CÁRCELES DENTRO DE LAS CÁRCELES, Y DAR HOSTIAS CON LA MANO TONTA

En este país es imposible beberse un litro de cubalibre tranquilo, sin que algún alcohólico en la mesa de al lado hable a grito pelado, manifestando claramente que él está allí, que existe, que lo que dice es importante, y que tiene sensación de impunidad. Esta mañana el discurso de un pelagatos de esos, iba de que está harto de confinamiento, que es una cabronada que el Gobierno nos limite de este modo, que no poder salir, ni reunirse, ni pasarlo en el bar hasta las tantas le está afectando sicológicamente (¡JA!). Y no me pude resistir. Porque este mismo tipo es de los que va diciendo que las cárceles españolas son hoteles de lujo en donde los presos tienen bibliotecas, piscinas, gimnasios, terapeutas y siquiatras a su disposición las 24 horas del día. Inicié el diálogo diciéndole «tú lo que eres es imbécil y un cretino pedazo de cabrón de mierda» y se puso como loco siendo imposible llevar a cabo un intercambio sereno de opiniones. Eso es lo que pasa con los fanáticos, que es imposible hablar con ellos, y que te lanzan escupitajos víricos.

A lo que voy, es que hace unos meses me indicaron que echara un vistazo a un video en el que un tal Évole, al parecer un periodista, entrevistaba a un arrepentido de la E T A (un pequeño grupo de exaltados nacionalistas). El ex-preso explicaba cómo le reclutaron, cómo le entrenaron (es un decir), las órdenes que recibe, cómo las lleva a cabo, cómo le detienen, torturan, etc. Luego explica cómo va cambiando al reflexionar sobre su vida y cómo abandona a la E T A apenas pasados 5 años. Entonces va el Évole y le pregunta –más o menos– que «cómo pudo cambiar tanto en tan solo cinco años»… Y llegado a ese punto paré el ordenador porque me entró la risa floja. Cuando me serené le di voz al antiguo abertzale, y contestó lo que sabe cualquier preso que se pase un mes en el maco: «Jordi, es que en la cárcel, cinco años…, son muchos años».

La cárcel es un sitio horrible, donde estás encerrado, no hay bares, la vida está supercontrolada, te vigilan continuamente y estás rodeado de locos (los funcionarios), que piensan que llevan a cabo una misión necesaria. Y ahora, además de los grados penitenciarios, con el rollo del confinamiento, los presos tienen la cárcel de la cárcel dentro de la cárcel. Es una puñetera locura, y de ello dan fe presos ilustres como Urdangarín, Zaplana, o los del rollo de la independencia catalana, que cuentan lo muy cuesta arriba que se les hace estar en cárceles de lujo, lejos de sus familias y seres queridos (no, no son las mismas cosas). Dicen que se sienten inútiles, paranoicos, como si les siguiesen a todas partes, y que es algo inhumano lo que están haciendo con ellos, ya que son básicamente –piensan ellos– buenas personas. Je.

La cuestión es esa: la inmensa mayoría de los presos y presas, salvo quienes se suicidan o mueren de enfermedades variadas allí dentro, resisten ese confinamiento rotundo. Eso quiere decir que la población va a aguantar esto del virus…, lo que les echen. Porque para quienes piensen que hemos perdido la libertad, que sepan que están muy equivocados. Nunca tuvimos libertad de movimientos ni de reunión, porque filosóficamente hablando, el Estado de Alarma muestra que sólo nos podemos mover, cuando el señorito da su permiso. El vil «mande usted amo» está en el orden del día. Por lo tanto para un futuro próximo, cuando pase la pandemia del modo que sea, plantearos cómo conquistar la libertad de movimientos, reunión, asociación…, no como una concesión del Poder, sino como algo implícito a cada cual, o como decía la canción de mi infancia… Os lo explico. Había que dejar la mano floja delante del incauto y moverla como si estuviese tonta, y decíamos… «La manita tonta, pasó por mi puerta, no me dijo ná, ¡pues toma una guantá!». Y le dabas una hostia a quien fuera. No sé a qué viene esto, pero guarda relación. Seguro. 

Acratosaurio rex

Así se deteriora el cerebro de una persona en aislamiento penitenciario

«La gente me pregunta si estoy loco o no… No me volví psicótico, pero si pasas 23 horas al día en una celda de 2 por 3 metros, da igual el aspecto que tengas por fuera, no estarás cuerdo». En 1973, el preso Robert King entró en una celda de aislamiento de la penitenciaría Angola, en Louisiana (EEUU). No volvería a salir hasta 2001, casi tres décadas después. El pasado 4 de noviembre, King ofreció su testimonio en una de las ponencias de la reunión anual de la Sociedad Americana de Neurología, una presentación en la que varios investigadores mostraron sus resultados sobre el impacto del aislamiento en el cerebro de los presos.

La ponencia se anunció con un pequeño texto en el que se aseguraba que, «como animales sociales, nuestra salud depende de la interacción con los demás, sin embargo, millones de personas sufren de aislamiento crónico, del cual el aislamiento penitenciario es un ejemplo extremo». En la actualidad, miles de personas en todo el mundo sufren este tipo de aislamiento y se estima que solo en EEUU hay unas 80.000. En España, más de 2.000 presos pasan cada año por este castigo y más de un centenar permanecen aislados más de 21 horas al día de forma indefinida.Publicidad

La preocupación por la salud de los presos en aislamiento no es nueva, ya en 1842, durante su viaje por EEUU, Charles Dickens visitó una prisión y describió a los presos en aislamiento con «tics nerviosos, dificultad para fijar la mirada o para mantener una conversación, postura acobardada y nerviosismo». Al terminar la visita, el escritor inglés describió el aislamiento como una «lenta y diaria manipulación de los misterios del cerebro» y concluyó que era algo «inconmensurablemente peor que cualquier tortura del cuerpo».

Más allá de las licencias literarias de Dickens, sus observaciones no estaban muy desencaminadas. Varios estudios publicados durante los últimos años han demostrado que el aislamiento puede generar importantes problemas de salud incluso en los reclusos que empiezan el aislamiento en buen estado. «Gracias a muchos estudios sabemos que el aislamiento induce una serie de cambios psicológicos que van desde la depresión hasta la psicosis», explican a eldiario.es los neurólogos Richard Smeyne y Michael Zigmond, dos de los ponentes que participaron en la sesión junto a King.

Daños en el cerebro de las personas aisladas

Sin embargo, más allá de los importantes problemas psicológicos que el aislamiento puede generar, los investigadores también creen que la falta de interacción social puede provocar un deterioro del cerebro. «Aunque no podemos observar directamente los cerebros de estos individuos, podemos inferir cambios basados en los efectos que vemos en estudios en animales», explica Smeyne, director del Centro Integral sobre la Enfermedad de Parkinson de la Universidad Thomas Jefferson (EEUU).

A través de sus investigaciones en ratones, Smeyne y Zigmond han observado «cambios en la estructura de las neuronas y una reducción del volumen de las mismas de alrededor del 20%» en tan solo un mes de aislamiento. Si el confinamiento se prolonga hasta los tres meses, «estos cambios progresan hasta alcanzar una pérdida de aproximadamente el 20% de la región de contacto sináptico de la célula nerviosa», aseguran ambos investigadores.

Estudios anteriores también han demostrado que el estrés asociado al aislamiento puede generar alteraciones en el cerebro. Según una revisión de estudios publicada en Nature Neuroscience, «la exposición crónica a las hormonas del estrés tiene un impacto en las estructuras cerebrales involucradas en la cognición y la salud mental», particularmente en el hipocampo, un área cerebral importante para la memoria, la orientación espacial y la regulación de las emociones.

Analizando el caso de King, así como el de muchos otros presos, los investigadores han concluido que algunas de estas alteraciones pueden no ser reversibles y dejar secuelas a largo plazo. «Las conversaciones con personas que han permanecido aisladas durante largos períodos de tiempo sugieren que los déficits que se producen como consecuencia del aislamiento pueden ser permanentes», explica Smeyne.

Mayor riesgo de muerte prematura y suicidio

Este deterioro de la salud mental de los reclusos aislados termina influyendo en su esperanza de vida y así lo refleja una revisión de estudios publicada en 2015, que mostró que un ser humano confinado, sin contacto social de ningún tipo, tiene un 26% más de probabilidad de sufrir una muerte prematura. Según los autores de esta revisión, el riesgo asociado con el aislamiento social es comparable con otros factores de riesgo bien establecidos, como el consumo de drogas o la falta de acceso a la atención médica e incluso es mayor que el asociado a la obesidad.

En otra revisión de estudios reciente también se ha determinado el incremento en el riesgo de suicidio de las personas socialmente aisladas. Según los autores de esta revisión, «los datos de los estudios observacionales sugieren que el aislamiento social objetivo debe ser incorporado en la evaluación del riesgo de suicidio».

Raquel fue una de esas presas que no soportó el aislamiento. El 11 de abril de 2015 se quitó la vida en su celda del Departamento Especial de Régimen Cerrado de la prisión de Brians I, en Barcelona, tras nueve meses consecutivos de aislamiento. Según la familia, que ha denunciado a la Generalitat, los servicios psicológicos de la cárcel eran conscientes del «deterioro emocional» de la reclusa, pero no aplicaron en ningún momento el protocolo para la prevención de suicidios.

España incumple las recomendaciones de la ONU

En España, la ley penitenciaria permite hasta 42 días seguidos de régimen de aislamiento en caso de sanción disciplinaria, un medida que casi triplica la recomendación del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas (CAT, por sus siglas en inglés), que establece un máximo de 15 días seguidos y que solo indica esta medida como extraordinaria.

Este límite está apoyado por los resultados de varios estudios científicos, incluidos los que presentaron Smeyne y Zigmond a principios de este mismo mes junto a Robert King. «El hecho de que veamos alteraciones cerebrales en tan solo un mes de aislamiento sugiere que los cambios son rápidos», afirman ambos investigadores e insisten en que «sobre la base de los importantes efectos psicológicos que produce, consideramos que el aislamiento por períodos superiores a 15 días debe ser eliminado».

Sin embargo, Raquel estuvo mucho más de 15 días encerrada, incluso más de los 42 que estipula la ley, ya que existe una excepción, el primer grado. Este régimen especial se aplica en casos de «peligrosidad extrema o manifiesta inadaptación a los regímenes ordinarios» y permite que el aislamiento se prolongue de forma indefinida. En la actualidad hay poco más de un centenar de presos en esta situación en las cárceles españolas. Algunos de ellos, pasarán casi toda su condena en aislamiento.

Teguayco Pinto (elDiario.es)