Cazarabet conversa con… Julián Vadillo, autor de “Historia del Anarquismo. Organización, acción y agitación” (Guía Burros. Editatum)

Julián Vadillo escribe una “guía del anarquismo” para la colección “Guía Burros” que es una “guía de conocimiento y saber” ideada por Eduardo Montagut para Editatum Editores.

¿Qué es Guía Burros? Los Guía Burros son manuales básicos para aprender a utilizar una herramienta, realizar una actividad o adquirir un conocimiento determinado de manera sencilla y fácil.

La sinopsis del libro:

El anarquismo fue una ideología que dio respuesta a la sociedad capitalista en el momento más álgido de su desarrollo en el siglo XIX, teniendo en su base una fuerte defensa de la libertad individual que llegaba hasta solicitar la desaparición del Estado. Las ideas libertarias, herederas de tradiciones de lucha antiautoritaria, representaron un nuevo modelo social, organizativo, económico y político que rivalizaba con otras corrientes del movimiento obrero y se convirtió una de las referencias político-sociales básicas hasta bien entrado el siglo XX.

En esta obra, clarificadora y rigurosa, el autor aborda los orígenes de esta ideología, los personajes más relevantes que la impulsaron y las consecuencias que tuvo su implantación en diferentes países, especialmente en España.

El autor, Julián Vadillo. Ya hemos conversado varias veces con este historiador amigo:

Abriendo Brecha

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/brecha.htm

Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la revolución rusa

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/porelpanlatierra.htm

Socialismo en el siglo XIX. Del pensamiento a la organización. Raíces, origen y desarrollo del laboratorio socialista antiestatal en el siglo XIX

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/socialismosigloXIX.htm

Historia de la CNT. Utopía, pragmatismo y revolución

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/historiacntvadillo.htm

Historia de la FAI. El anarquismo organizado

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/historiafai.htm

Julián, ¿estamos ante una especie de libro introductorio que nos aproxima a las bases y a los pilares sobre los que se fundamentó y creció la ideal y el ideal anarquista y libertario tanto desde el espectro internacional hasta el nacional? Este libro, ¿es una aproximación al anarquismo?

-El libro está pensado como una introducción en dos vectores. Por una parte, dar a conocer a quien le interese una historia sintética del movimiento anarquista tanto internacional como en España. Y, por otra parte, está pensando también como una herramienta didáctica, para que profesores y alumnos en los grados medios y superiores puedan trabajar las ideas libertarias y su historia. A partir estas síntesis se pueden preparar clases y actividades de profundización cuando se aborden estos temas.

-Con esta lectura, amigo, ¿se rompen los mitos, digamos falsos, que hay todavía rondando sobre el ideal anarquista?

-Se intenta que la gente que quiera aproximarse y empezar a estudiar el anarquismo no lo vea como en cúmulo de lugares comunes al que nos tienen acostumbrados

-En una sociedad en plena expansión de la competitividad, del neoliberalismo económico y del capitalismo más salvaje….se decía y se expandió la idea que esto era lo que guardaba el sinónimo o la correspondencia con “el orden”  y  “lo organizativo”, mientras que las ideas anarquistas y el anarquismo eran equivalentes al desorden o a la organización cuando para poner al día a las ideas anarquistas desde el plano económico, político y social hay que tener, como mínimo, mucho más “orden” y “organización del que requiere “el sistema tal como lo conocemos hoy”…¿qué nos puedes comentar?

-Es uno de esos lugares comunes. Si algo distinguió al anarquismo en general y al español en particular fue su defensa de la organización como elemento básico. No podía haber transformación si no hay organización que articule la alternativa. Y esa organización la componía el ámbito societario, el educativo, el político, el económico, etc. El anarquismo no fue una idea de cuatro iluminados que lanzaban bombas o eran soñadores de un mundo sin leyes. Es un fenómeno organizativo complejo, de debates ideológicos muy profundos que en algunos lugares dio organismos poderosos de defensa de los intereses de la clase obrera.

-¿Las ideas anarquistas nacen o tienen lugar en común y rápidamente se expanden por muchos lugares diferentes, dispares y variopintos que, a la vez, han sido y/o actuado como células replicantes y éstas , también, a su vez… ¿es así?, coméntanos…

-Las ideas anarquistas son un conjunto de doctrinas que dan una respuesta a la sociedad industrial capitalista. Surgen como resultado de dos procesos. Uno puramente ideológico donde pensadores tales como Bakunin, Kropotkin, Proudhon o Malatesta aportan cuestiones doctrinales y de organización, y otro en la práctica organizativa societaria y de grupos donde se articulan las aportaciones prácticas de las ideas libertarias. Esas son las que la componen importantes grupos humanos que presentan sus organismos como reflejo organizativo de lo que quieren en la sociedad a la que aspiran.

-¿Hay tantos “anarquistas” como gentes se acercan y lo sienten haciendo de estas ideas las suyas?

-Yo creo que no, porque eso es tanto como decir que cada uno es anarquista a su manera. Es cierto que el anarquismo es heterodoxo y da pie a distintas interpretaciones. Pero también tiene una serie de ejes comunes sobre el que se adhiere aquellos que lo defiende. Lo que es sí es cierto es que los organismos anarquistas no crearon ningún tipo de programa cerrado, sino que todo estaba siempre en permanente debate y eran guías sobre las que se podía trabajar y perfeccionar.

-Acércanos, por favor, brevemente a esos rasgos ideológicos del anarquismo…

-El anarquismo es, ante todo, un movimiento político antiautoritario, que busca la abolición del Estado como organismo coercitivo para sustituirlo por la libre federación de individuos y grupos. Su modo económico era el socialismo, que será entendido por Bakunin como un modelo colectivista y por Kropotkin o Malatesta como un modelo comunista. Esto es importante porque hay algunas corrientes del liberalismo más extremo que se intentan apropiar de las ideas anarquistas alejándolas del socialismo. El movimiento anarquista, como he dicho antes, surge como respuesta a la sociedad industrial capitalista y su alternativa es socialista. Ese ultraliberalismo no es anarquismo, es otra cosa. El anarquismo parte del individuo, pero inserto en sociedades y asociación y aunque no interpela solo una clase sino al conjunto de la sociedad su medio de acción está en el obrerismo que es donde crece y ofrece alternativas.

-Todos estos cuatro pensadores del anarquismo tenían su raíz en común, pero cada uno “creó” su escuela, ¿no? ¿tenían sus seguidores?; ¿en cada país influyeron más unos que otros?

-Como todo movimiento, el anarquismo tuvo sus pensadores y unos fueron perfeccionando a otros. Desde Proudhon con sus teorías mutualistas hasta Kropotkin y Malatesta con las comunistas, pasando por Bakunin y el colectivismo. Aun así, aunque a nivel de alternativa económico unos fueron perfeccionando a otros, en realidad hubo cuestiones perennes que fueron adoptadas. Por ejemplo, de Proudhon permaneció su concepto del federalismo. De Bakunin su concepto de organismos amplios e internacionales, insertos dentro del movimiento obrero, así como la dualidad organizativa, tanto anarquista como societaria. De Kropotkin su concepto de comunismo anarquista y de Malatesta su análisis general de los debates que se dieron a finales del siglo XIX e inicios del XX sobre el papel del anarquismo y la necesidad de internacionalización del mismo. Luego, dependiendo del lugar, pues tuvo más fuerza una que otra. Los países donde el anarquismo tuvo un importante arraigo fueron España, gran parte de América Latina (sobre todo Argentina, Uruguay o México), Italia, Rusia, parte de Francia, etc.

-¿Cómo le fue al Estado Español en este viaje?

-España es fiel reflejo de esa síntesis. El anarquismo español fue societario y dual por Bakunin, federalista por Proudhon, analítico por Malatesta y comunista por Kropotkin. El ejemplo de la CNT y la FAI son esclarecedores en ese sentido.

-¿La esfera internacional del anarquismo influye más en la nacional que al contrario o qué nos podéis comentar?

-Los debates internacionales al final son reflejo de los debates que se dan en cada territorio, que posteriormente se elevan a niveles superiores. De todos modos, a diferencia de otros movimientos, para el anarquismo una realidad nacional no tenía que determinar la de otro. Por eso nos encontramos con ejemplos como Argentina, donde el modelo sindical es puramente anarquista y España, donde el modelo es de estructura anarquista pero no era necesario ser anarquista para pertenecer a él. Esa diversidad también es parte integrante del anarquismo.

-¿Organizarse en torno al funcionamiento de una sociedad internacionalista y librada de ataduras capitalistas fue lo más difícil o lo es más adaptarse sociológicamente hablando?-¿Qué se fue desintegrando, desde el plano social, con el paso de las dos guerras mundiales—la I y la II—y sus respectivas posguerras con sus posteriores y respectivos desarrollismos que eran tomados como sinónimo de “recuperación” y que venían de la mano del capitalismo más voraz?

-El entorno en el que creció el anarquismo en su origen era un tanto diferente al panorama tras la Segunda Guerra Mundial. Hay un factor determinante en este sentido. En la década de 1920 y 1930 se produjo el ascenso de los totalitarismos. Y la represión contra el movimiento anarquista fue muy grande. En algunos lugares prácticamente desapareció y en otros se forjó en un exilio que acabó con el paso de tiempo por hacerlo también desaparecer. No olvidemos que el fascismo y el estalinismo desarrollaron una política de anulación total del oponente. Pero, por otra parte, la alternativa anarquista no se mostró tan solvente en los años decrecimiento de la sociedad del bienestar. Aun así, cuando se produjeron momentos de ruptura con ese modelo, buscando alternativas, el anarquismo siempre brotaba. Un ejemplo fue Mayo del 68 y todo lo que ello conllevó, aunque se tradujese en una nueva derrota.

-Hay aquí datos que pueden llamar la atención al lector o lectora que se acercan al anarquismo por primera vez…por ejemplo esos inicios de la idea del anarquismo en la historia antigua, en la Revolución Francesa…

-El anarquismo no viene de la nada. Muchas veces nos pensamos que en Historia las cosas brotan como las setas en otoño. Pero en realidad todos los pensadores y movimientos se basan en otros anteriores de los que han sacado lecturas. Lo que tiene que quedar claro es que esos pensadores y movimientos no son anarquistas en el sentido de la palabra, sino que sus ideas ayudan al desarrollo de lo que sería la alternativa anarquista como respuesta de la sociedad industrial. Con ello se quiere mostrar que los movimientos no son binarios ni homogéneos, sino que hay una diversidad enriquecedora. Me refiero, sobre todo, a la Ilustración y la Revolución francesa. La Ilustración fue más que Voltaire, Montesquieu o Rousseau, y la Revolución francesa más que los jacobinos y los girondinos. Por eso este libro está pensado para estudiantes, porque cuando estudias en profundidad esos procesos te das cuenta que son complejos, pero ni en enseñanzas medias ni en universitarias se estudia con profundidad los procesos salvo que sean cursos monográficos y pocas veces se da.

-¿Qué podríamos destacar del anarquismo en acción?-¿Qué destacarías como diferente y diferencial del anarquismo en España?

-Dos cuestiones que son básicas para tener en cuenta el arraigo del anarquismo en España. El primero su deseo de organización. Una cuestión que los franceses le preguntaron a Tárrida de Mármol y este dijo precisamente eso, que el anarquismo español era organizado. Y, por otro lugar, el pragmatismo. Análisis pragmáticos que le permitieron conectar con la clase obrera para ofrecer su alternativa.

-¿De qué es heredero el anarquismo del Estado Español y quién se ha mirado en el anarquismo de España?

-Es heredero de la tradición de la Internacional, de las aportaciones doctrinales dichas más arriba, del desarrollo del sindicalismo revolucionario (aunque España también aporta al modelo sindicalista revolucionario francés del siglo XIX), etc. Sobre quien se ha mirado en el anarquismo español, en realidad todo el mundo libertario. Las aportaciones de los españoles estuvieron presentes en otros lugares y siempre se tomó como una referencia.

-¿Cuándo el movimiento libertario deja más la huella marcada en España?-¿El movimiento libertario en España va volviéndose más pragmático en sus idearios y acciones?, coméntanos por favor….

-El movimiento libertario no es que se vuelva más pragmático, es que es pragmático en sus ideas y acciones. Los libertarios fueron, dentro del campo obrero, quienes mejor entendieron las necesidades organizativas y alternativas de los trabajadores. Por eso adapto sus organismos a las circunstancias y actuó en consonancia con el entorno para hacer avanzar a sus ideas. En solitario cuando así lo estimaron y en coordinación con otras culturas políticas cuando fue necesario. Por eso fue un pensamiento ecléctico, heterogéneo y heterodoxo.

-Y cómo queda e intenta rehacerse después de la guerra, la represión, el exilio…

-La derrotada de 1939 es la gran derrota del movimiento libertario, porque su proyecto de sociedad quedó completamente sepultado por el fascismo. Además, el anarquismo se había encontrado otras veces en la clandestinidad, pero no con una represión inquisitorial de exterminio del enemigo como el franquismo impuso. Eso, evidentemente, pasó factura al movimiento libertario. Aun así, intentaron, infructuosamente, dar la vuelta a la situación y recuperar las libertades para España. La contribución de sangre no obtuvo recompensa, en esta ocasión. Aunque se reestructuró el modelo alternativo tuvo una serie de problemas que le impidieron volver a recuperar la frescura y el desarrollo del modelo previo a 1936.

-Las divisiones internas, ¿cómo son, a qué obedecen y no hay pocos que dicen que se pueden solventar…qué nos puedes decir como estudioso del tema?

-En todo movimiento existen diferentes maneras de entender la organización y hay divisiones. La cuestión es si es sostenible y pueden convivir entre sí o llevan a la ruptura. El anarquismo puede presumir de ser un movimiento que desde su implantación en España hasta el inicio de la guerra civil se rompió muy poco y supo reconducir la situación. Sin embargo, el peso de la derrota, el largo exilio desde 1939, el choque generacional tras la muerte del dictador etc., hicieron insostenible mantener dentro de un mismo organismo distintas formas de entenderlo. Cuestiones como el caso Scala solo vinieron a acelerar un proceso que se venía dando con anterioridad y que estaba larvado.

-Muy atractiva esta Guía Burros, desde ediciones Editatum, ¿cómo ha sido participar en ella?

-Ha sido una buena experiencia y desde la editorial han trabajado de forma muy profesional desde el inicio. Tengo que agradecer a Eduardo Montagut que me propusiese para este título y a Sebastián Vázquez que confiara en mi para esta guía de inicio a la historia del anarquismo. También al Instituto de Política y Gobernanza (IPOLGOB) de la Universidad Carlos III de Madrid que ha patrocinado este volumen.

FUENTE: CAZARABET

CUADERNOS DE FORMACIÓN LIBERTARIA 3: «Federalismo», Errico Malatesta y Capi Vidal

Anarquía y federalismo

Errico Malatesta

En los años pasados, en los tiempos de la Internacional, se quería adoptar a menudo la palabra “federalismo” como sinónimo de anarquía; y la fracción anárquica de la gran Asociación (que los adversarios, embebidos de espíritu autoritario, que suelen rebajar las más vastas cuestiones de ideas a mezquinas cuestiones personales, llamaban la “Internacional bakuninista”) era llamada por los amigos indiferentemente “Internacional anarquista” o “Internacional federalista”. Era la época en que la “unidad” estaba de moda en Europa; y no solo entre los burgueses.

Los representantes más escuchados de la idea socialista autoritaria predicaban la centralización en todo, y tronaban contra la idea federalista, que calificaban de reaccionaria. Y en el sentido mismo de la Internacional, el Consejo general, compuesto por Marx, Engels y compañeros socialistas democráticos, intentaban imponer su autoridad a los trabajadores de todos los países, centralizando en sus manos la dirección suprema de toda la vida de la Asociación, y preten­día reducir a la obediencia, o aplastar, a las Federaciones rebeldes, las cuales no querían reconocerles ninguna atribución legislativa y proclamaban que la Internacional debía ser una confederación de individuos, de grupos y federaciones autónomas, ligadas entre sí por el pacto de solidaridad en la lucha contra el capitalismo.

En aquella época, pues, la palabra “federalismo”, si no era absolutamente fuente de equívocos, representaba bastante bien, aunque no fuese más que por el sentido que le daba la oposición de los autoritarios, la idea de libre asociación entre individuos libres, que es el fondo del concepto anárquico. 

Pero ahora las cosas han cambiado desde hace tiempo. Los socialistas autoritarios, antes ferozmente unitarios y centralizadores, impulsados por la crítica anarquista, se declaran de buena gana federalistas, como comienzan a decirse federalistas la mayoría de los republicanos. Y por eso hace falta abrir bien los ojos y no dejarse engañar por una palabra. 

Lógicamente el federalismo, llevado a sus últimas consecuencias, no solo aplicado a los diversos lugares que los hombres habitan, sino también a las diversas funciones que realizan en la sociedad, llevado hasta lo común, hasta la asociación para un objetivo cualquiera, hasta el individuo, significa lo mismo que la anarquía: unidades libres y soberanas que se federan en beneficio común.

Pero no es este el sentido en que entienden el federalismo los no anarquistas.

De los republicanos propiamente dichos, es decir de los republicanos burgueses no es el caso de ocuparse ahora. Ellos, sean unitarios o federalistas, quieren conservar la propiedad individual y la división de la sociedad en clases; y por eso, como quiera que esté organizada su república, la libertad y la autonomía serían siempre una mentira para el mayor número: el pobre es siempre dependiente, esclavo del rico. El federalismo burgués significaría simplemente mayor independencia, mayor arbitrio para los amos de las diversas regiones, pero no menor fuerza para oprimir a los trabajadores, pues las tropas federales estarían siempre listas para acudir a poner freno a los trabajadores y defender a los amos.

Hablamos del federalismo en su forma política, cualquiera que sean las instituciones económicas.

Para los no anarquistas, el federalismo se reduce a una descentralización administrativa regional y nacional más o menos vasta, salvada siempre la autoridad suprema de la federación. Pertenecer a la Federación es obligatorio; y es obligatorio obedecer a las leyes federales; las cuales deberían regular los asuntos “comunes” a los diversos confederados. 

Quien establece luego cuáles son los asuntos que deben dejarse a la autonomía de las diversas localidades, y cuáles los comunes a todos que deben ser objeto de leyes federales, es aun la Federación, es decir es el gobierno central mismo quien lo decide. ¡Un gobierno que pretende limitar la propia autoridad!… Se comprende ya que la limitará lo menos posible y que tenderá comúnmente a sobrepasar los límites que en un principio —cuando era débil— tuvo que imponerse. 

Por lo demás, este más o menos de autoridad se refiere a los diversos gobiernos comunales, regionales y centrales en las relaciones que tienen entre sí. El individuo, el hombre, permanece siempre materia gobernable y explotable a discreción, con el derecho a decir por quién le agradaría ser gobernado, pero con el deber de obedecer a cualquiera que sea el parlamento que salga del alambique electoral. 

En este sentido, que es el sentido en que existe en algunos países, en el cual lo desean los más avanzados entre los republicanos y los socialistas democráticos, el federalismo es un gobierno que, como todos los demás, está fundado en la minimización de la libertad del individuo, y tiende a volverse cada vez más opresivo, y no halla límite a sus pretensiones autoritarias más que en la resistencia de los gobernados. Somos, por consiguiente, adversarios de este federalismo como de toda otra forma de gobierno. 

Aceptaremos en cambio la calificación de federalistas cuando se entienda que toda localidad, toda corporación, toda asociación, todo individuo es libre de federarse con quien más le agrade o de no federarse de modo alguno, que cada cual es libre de salir cuando le plazca de la federación en que ha entrado, que la federación representa una asociación de fuerzas para el mayor beneficio de los asociados y que no tiene, como conjunto, nada que imponer a los federados aislados, y que cada grupo como cada individuo no debe aceptar ninguna resolución colectiva más que cuando le conviene y le agrada. Pero en este sentido el federalismo no es ya una forma de gobierno: es solo otra palabra para decir anarquía. 

Y esto vale tanto para las federaciones de la sociedad futura como para las federaciones entre los compañeros anarquistas para la propaganda y para la lucha.

Publicado en La Antorcha de Buenos Aires, número. 277, 9 de septiembre de 1928. http://rebeldealegre.blogspot.com.es/

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El principio federal, base organizativa del anarquismo

Capi Vidal

Como alternativa a la organización jerarquizada, uniformadora y clasista de los Estados-nación, el anarquismo propuso desde sus orígenes el principio federal, basado en la libre unión de regiones, que respondieran a las necesidades y deseos de las personas, caracterizadas por la diversidad y el derecho al disenso.

Ya los pensadores clásicos, Proudhon, Bakunin y Kropotkin, propusieron un moderno programa federalista, que puede considerarse todavía hoy como el corazón de la teoría anarquista. También, y a pesar de los que digan lo contrario acusando al anarquismo de poco menos que ser una idea atrasada, se trata de propuestas que ya en su momento supusieron un adelanto a lo que tiempo después sería el intento de unificar Europa. En el siglo XIX, parecía imperar la idea nacionalista, con la terrible consecuencia después en el siglo XX (fascismo, totalitarismo, conflictos mundiales, genocidios…), pero pensadores lúcidos como los anarquistas tuvieron una alternativa federalista. Desgraciadamente, recibieron el desprecio, tanto a izquierda como a derecha, empecinados en el centralismo, el autoritarismo y el nacionalismo.

Este movimiento anarquista, desarrollado a finales del siglo XIX y comienzos del XX, se adelantó en décadas a visiones para planificaciones más recientes. Su cometido principal era avisar de que era necesaria una perspectiva regional y federal para solucionar los problemas de Europa, algo que tal vez hubiera impedido el desarrollo de los Estados nacionales y sus terribles enfrentamientos durante el siglo XX. Hoy, como alternativa a la mezquina Unión Europea en la que impera las decisiones de las naciones más fuertes, subordinada además a los mercados del capital, estaría una Europa de las Regiones en las que, como deseaba Bakunin, pudiera sustituirse la autoridad estatal por la libre federación de individuos y comunidades. Las ideas anarquistas continúan pivotando sobre ese principio federal, ya que se considera que los Estados-nación, con sus gobiernos, su clasismo y sus burocracias, son un obstáculo para esa posible unión de regiones en las que la transformación social haya sido posible.

Bajar Cuaderno de Formación Libertaria 3

El amor libre, Eros y anarquía

El anarquismo reivindicó de manera absoluta la libertad y la autonomía. Esta nota tiene que ver con las concepciones anarquistas respecto del matrimonio, la unión libre, la libertad de la mujer y la sexualidad.

Nilda Redondo

El anarquismo no admitía órdenes superiores ni instituciones que significasen opresión; así es como rechazaba al Estado, a la idea de un Dios o ser superior, a los patrones. Todo lo que emanase del Estado era considerado oprimente y represivo: la escuela, el matrimonio, la policía, la justicia, las elecciones, el parlamento.

Su sociedad utópica iría a surgir cuando, catastróficamente, el mundo fuera desmoronado a través, por ejemplo, de una huelga general, y pudiera surgir una nueva sociedad basada en comunidades autogobernadas y asentadas en la solidaridad de los libres. Ellos rechazaban también la idea de nación porque unía lo que estaba enfrentado: patrones y proletarios, jerarcas y oprimidos.

Si bien no desarrollaron el concepto de la lucha de clases como motor de la historia, concepción trabajada intensamente por Marx a partir del Manifiesto Comunista (1848), en los hechos defendieron la solidaridad de las clases sociales oprimidas y explotadas del mundo.

Amor libre, unión libre.

El aspecto que vamos abordar en esta nota tiene que ver con las concepciones anarquistas respecto del matrimonio, la unión libre, la libertad de la mujer, la sexualidad. Me voy a focalizar en textos compilados por Osvaldo Baigorria y publicados en 2006 con el título de El amor libre. Eros y Anarquía

Los y las anarquistas rechazan el matrimonio por tres razones: cuando lo consagra una ceremonia religiosa, porque no creen que exista ser divino superior a la voluntad de los hombres y las mujeres; cuando lo consagra el Estado también, porque el Estado es para ellos opresor, pertenece al poder de la burguesía; además porque en la época del auge del anarquismo, era concebido como de por vida: “hasta que la muerte los separe” y esto no se acomodaba a la naturaleza de los seres según su perspectiva.

En el seno del anarquismo se desarrollaron tendencias feministas que plantearon la libertad de las mujeres de unirse cuando lo desearan y desunirse también cuando el amor hubiera llegado a su fin. Asimismo se trabajó la posibilidad de tener varios amores a la vez, esto tanto para el hombre como para la mujer. Estas tendencias polemizaban con los anarquistas que defendían la unión libre en cuanto a estar libre de ceremonias estatales y/o religiosas, pero luego mantenían en sometimiento a la mujer en el seno de la relación.

El tema de tener varios amores a la vez era motivo de reflexión y de polémica; estaba ligado a la idea de la comunidad y a la decisión de si se tenía hijxs fueran cuidados por esa comunidad. Se trataba de reivindicar la libertad pero no la irresponsabilidad. De todas maneras estas concepciones y prácticas estaban muy racionalizados por el dolor que podía producir en el otro o la otra, como se evidencia en el texto de Giovanni Rossi (1856-1943), Cardias, “La colonia Cecilia”, una experiencia comunitaria llevada adelante entre 1890 y 1894, en Brasil. 

En general, estas reflexiones se centraron en las relaciones heterosexuales. Por lo menos, en los textos seleccionados no aparece la posibilidad de la relación homosexual.

En Argentina.

Es significativo que en el anarquismo se haya dado este debate porque en esa época –dos últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX– en el resto de la sociedad en Argentina por ejemplo, la mujer era considerada un objeto de posesión del hombre: tanto en el mundo indígena, por lo menos en el seno de la cultura mapuche organizada en torno a cacicazgos viriles; entre los pobres del campo: los gauchos; la oligarquía terrateniente, tanto en relación a sus mujeres ‘damas’ como a las demás mujeres que formaban parte de su hacienda.

Podemos afirmar que fue en el seno de la clase obrera, trabajadora y oprimida de las ciudades, donde se desarrollaron las primeras prácticas y reflexiones libertarias en relación al amor y la sexualidad. Las reflexiones provenían, inicialmente, de intelectuales revolucionarios europeos afines al anarquismo o al socialismo y tuvieron carnadura sociopolítica muy extendida en Argentina, Uruguay, México, Brasil y Estados Unidos de Norteamérica. 

Los pensadores anarquistas europeos más reconocidos fueron Mijail Bakunin, Enrrico Malatesta, Piotr Kropotkin, Pier Josep Proudhom, entre otros.

Tres autoras anarquistas.

Los textos en los que centraré ahora, los de tres autoras, son similares y a la vez diversos y eso muestra un pensamiento y una praxis vital en movimiento.

Pepita Guerra, en “No os caséis”, no espera el máximo de libertad para el presente y ese máximo de libertad es el amor libre, entonces opta por mantenerse sola, y advierte de manera elusiva, que si quedara embarazada no abortaría para guardar las apariencias de honestidad, como lo harían las ricas. Es un texto publicado en La Voz de la Mujer en 1896.

María Lacerda de Moura (1877-1945), una feminista anarquista brasileña, en “Feminófobos y feminófilos”, critica la postura de un sector de anarquistas, incluso del propio Kropotkin, respecto de su conservadurismo en relación a la unión monógama y la familia. Dice: “son libertarios que tienen las ideas de mi abuela” (2006: 55). Reivindica la posibilidad de “darse libremente a varios hombres a causa de predilecciones sentimentales, de afinidades electivas o por otro motivo cualquiera”. Sostiene que esto no es una “afección venal” porque “lo que es afección no puede ser venal” (55). Concluye su texto señalando que la incorporación femenina a las luchas no será efectiva mientras exista “el monopolio del amor” (58).

La carta de América Scarfó, compañera de Severino Di Giovanni, es muy importante porque ella afirma que la libertad respecto del amor debe ejercerse en el presente, antes de lograr la sociedad futura. Un pensamiento revolucionario y libre porque subvierte las prácticas vitales e institucionales en el mismo momento en que resuelve elegir según sus principios y sus deseos. Es una carta escrita cuando ella tenía 16 años, el 3 de diciembre de 1928, al camarada E. Armad. (1862-1963), anarquista individualista y activo intelectual por el amor libre. En ella pide consejos debido a las críticas que recibe, incluso de otrxs anarquistas, por su relación con Severino; Armand le contesta: “Nadie tiene el derecho de poder juzgar vuestra forma de conducirte, aun en el caso que la esposa de tu amigo fuera hostil a esas relaciones. Toda mujer unida a un anarquista (o viceversa) sabe muy bien que no deberá ejercer sobre él o sufrir de parte de él una dominación de cualquier orden” (2006: 99).

Armand, en “El amor entre anarcos sindicalistas” había dicho a los celosos convencidos de que los celos son una función del amor, que “el amor puede también consistir en querer, por encima de todo, la dicha de quien se ama, en querer hallar alegría en la realización al máximo de la personalidad del objeto amado” (2006: 70).

FUENTE: LA ARENA

Siempre nos quedará París. 150 años de la Comuna Revolucionaria

Guardado en: COMUNA DE PARÍSFRANCIAMEMORIA HISTÓRICA

«La lucha actual no puede tener más resultado que el triunfo de la causa popular… París no retrocederá porque porta la bandera del porvenir. La hora suprema ha llegado… ¡paso a los trabajadores, fuera sus verdugos!…» – Comité de la Comuna de París (1871)

La naturaleza histórica de la Comuna: La revolución de todos o de ninguno

La Comuna de París fue un suceso histórico obrero inédito, pues los trabajadores actuaron autónomamente y generaron una importante resonancia internacional tanto en su época como posteriormente por la manera en que se practica una ruptura tanto con el poder estatal como con la Iglesia.

Todos los movimientos revolucionarios a partir de ese momento toman como referente la Comuna de París. Tanto el marxismo como el anarquismo, que aún no estaban plenamente definidos en el tiempo de la Comuna, la tratan de hacer suya más adelante, teniendo una gran influencia en las posteriores revoluciones del siglo XX. Sin embargo, nadie intelectualmente puede apropiarse de la Comuna, pues la Asociación Internacional de Trabajadores en Francia en aquél momento se encontraba en la clandestinidad, por lo que no tuvo un impacto verdaderamente importante.

Además, aparte de las dos corrientes mayoritarias internas en la AIT (marxismo y socialismo libertario) en Francia otras dos corrientes revolucionarias tenían una gran fuerza tradicionalmente: el mutualismo proudhoniano, fundamentalmente entre los artesanos; y el blanquismo, socialistas seguidores del revolucionario francés Blanqui. Este último movimiento quedará diluido tras la Comuna, pues Blanqui estaba encerrado en Versalles condenado a cadena perpetua cuando estalla la misma, no pudo fugarse y vivió desde la distancia la masacre en la que terminó la Comuna de París. Por lo tanto, la Comuna de París no tiene una única tradición revolucionaria que pueda adjudicarse el suceso histórico.

La obra de Karl Marx de La Guerra Civil en Francia sería un buen ensayo historiográfico y una buena investigación periodística de los sucesos de la época. Realiza una crónica detallada de la Comuna de París, e incluso esta le trastoca sus propias certezas sobre la dictadura del proletariado. Esto es, si la Comuna de París es la dictadura del proletariado, entonces esta consiste en la abolición del Estado y no en su simple conquista, y debe tenerse en cuenta como base para afirmar qué no es ciertamente la dictadura del proletariado: «La comuna ha demostrado, principalmente, que la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines».

Sin embargo, Mijail Bakunin siente corroboradas las bases de su pensamiento y lo que un año más tarde en el Congreso de la AIT en La Haya, se sienta como camino netamente anarquista. Este toma la Comuna de París como una enseñanza práctica libertaria.

La Comuna de París tuvo un impacto mundial e inspira muchos movimientos revolucionarios internacionales, surgen además periódicos con su nombre y colectivos que se sienten herederos de la misma. Habría que lanzar una triple pregunta sobre este suceso histórico: ¿Es la Comuna de París un germen, un modelo o un devenir revolucionario? El proceso de autoorganización popular urbana no estaba proyectado en su origen, ni siquiera estaba previsto el pueblo en armas ni las barricadas. Llegó a formular y poner en práctica durante algunas semanas un programa revolucionario muy amplio en materia de salud, educación o vivienda; que supera con mucho la simple propuesta inicial de representación comunal revocable en manos de obreros y artesanos.

La naturaleza revolucionaria de la Comuna: Los cañones, la sangre y la barricada

París no ha cambiado sustancialmente desde 1870 hasta la actualidad, en ese tiempo ya había anexionado los municipios colindantes. Era una ciudad de fuerte control militar y burgués con aproximadamente dos millones de habitantes en el año de la Comuna, cifra que se había duplicado en tan solo veinte años. Las grandes avenidas sirven para el paso dominante de las tropas militares, y reprimir los barrios más disidentes de la ciudad. Es en la zona Norte y Este donde quedará el viejo París, donde se aglomera la población trabajadora expulsada del centro urbano, y que protagonizará los hechos de la Comuna.

La declaración de guerra entre Francia y el Reino de Prusia en julio de 1870, será el punto histórico que marca la caída del Imperio francés de Luis Napoléon Bonaparte. El desencadenante de este conflicto será el malestar francés por la candidatura de un príncipe alemán al trono vacante en España; y la chispa es la manipulación mediática de Otto Von Bismarck sobre unas comunicaciones del Káiser, tratando de herir el patriotismo francés. La derrota en la Batalla de Sedán en septiembre de 1870, junto a la captura de miles de militares franceses dirigidos por el mariscal Patrice MacMahon, incluido el emperador Napoleón III, inflaman el derrotismo francés firmando la rendición. Es un desastre y una humillación, y cuando el 3 de septiembre llega la noticia a París se levanta una insurrección en Francia proclamando la III República.

Se improvisa un gobierno de Defensa Nacional que agrupa al republicanismo conservador y moderado, y al frente del ejército se sitúa a un militar bonapartista. Una situación abierta con un republicanismo amplio, desde el burgués hasta el republicanismo democrático. Estos republicanos tratan de contemporanizar un régimen que les sirva para sus pretensiones. El 19 de septiembre de 1870, el ejército prusiano cerca la ciudad de París, los bombardeos y hambruna acaban con la vida de muchos parisinos, por lo que la brecha entre sus ciudadanos y el gobierno oficial crece rápidamente. En París, paralelamente y bajo la situación de cerco militar, surge una entidad de gobierno revolucionaria conocida como Comité Central Republicano de Defensa, una nueva autoridad independiente.

Los invasores prusianos proclaman en el Palacio de Versalles el I Reich Alemán con el Káiser Guillermo I y el canciller Bismarck, centrándolo en una revancha de carácter patriota. El gobierno francés oficialmente firma la capitulación el 28 de enero de 1871, y el 8 de febrero se hacen elecciones legislativas como exigencia de los alemanes, que querían firmar la paz con un gobierno electo oficialmente. La Asamblea Nacional francesa era de mayoría monárquica debido al voto rural en Francia, mientras que las ciudades eran fuertemente republicanas. Numerosos diputados republicanos firman su renuncia a la asamblea ante esta deshonrosa capitulación. El 1 de marzo se hace un desfile triunfal por París de las tropas prusianas.

El levantamiento general parisino será el 18 de marzo, que contará con la ayuda de la Guardia Nacional, mientras que el ejército bonapartista se posiciona en contra. Esa guardia estaba vinculada a las clases populares, mientras tanto el gobierno oficial se posiciona contra el desorden, argumentando que una autoridad republicana debe dar ejemplo de paz y orden. El gobierno de Defensa Nacional, refugiado en Burdeos y dirigido por Adolphe Thiers, reclama los cañones sustraídos por el pueblo de París. El ejército francés toma los puntos estratégicos clave de París, para desarmar al pueblo y a la Guardia Nacional.

Louise Michel y otras mujeres se tiran sobre los cañones y ametralladoras, los soldados permanecen inmóviles y deciden finalmente no disparar. El gobierno de Defensa Nacional no esperaba una reacción tan decidida del pueblo parisino, ni la solidaridad de parte de los soldados del ejército. La Guardia Nacional se hace con los principales centros neurálgicos urbanos. El general Lecomte es ejecutado por los ciudadanos parisinos, iniciando el gobierno de la Comuna. El 19 de marzo se hace una declaración oficial de la Guardia Nacional para crear una república popular, renunciando al poder autoritario que se había quedado vacío con la situación insurreccional.

Desde Versalles se ordena la retirada de los militares leales y la policía oficialista, Thiers se comunica con el Ministro de Exteriores para contactar con el canciller alemán, a quien le aseguran que mediante una organizada represión acallarán el bandidaje parisino y el orden social será restaurado en menos de una semana. Sin embargo, serán 72 largos días de resistencia, organización comunal y un sueño revolucionario popular; mientras sufrían los estragos de un doble asedio, el de los prusianos, y el del ejército francés. La insurrección comunera abría una nueva era política experimental, una situación donde se aspiraba a abolir los viejos posicionamientos clericales, militaristas, burocráticos; la especulación, la explotación y los privilegios, puestos fin por el proletariado organizado. Apelaban al resto del país francés a abrir combate, sin embargo, su iniciativa no será ofensiva cuando las tropas de Versalles no eran aún un ejército poderoso, puesto que se prioriza el aspecto político interno, las transformaciones sociales y la organización de unas elecciones bajo la idea de la democracia directa. La Comuna queda proclamada en el Ayuntamiento de París el 28 de marzo, dos días después de las elecciones. Miles de hombres y mujeres se echaron a las calles a celebrar la Comuna, y de los 66 consejeros totalmente revocables la mayoría eran pequeños artesanos.

Una efervescencia política se adueña de París durante algo más de dos meses, una experiencia revolucionaria inigualable. Decreto de separación de Iglesia y Estado; se suprime el presupuesto de cultos, los bienes de congregaciones religiosas serán considerados propiedades colectivas. La educación queda en manos de la Comuna, se secularizan los cementerios, medidas de higiene como autorizar las cremaciones, o aprobar el matrimonio civil.

Se condonan siete meses de deudas de alquiler de viviendas en París, el tiempo que la ciudad llevaba sitiada. Se aprueban pensiones para huérfanos y viudas de la Guardia Nacional. Se expropian los talleres abandonados por los patronos huidos para autogestionar esos espacios de producción por los obreros. La Comuna representa la primera revolución de las mujeres como sujeto protagonista, una acción social determinante. Crean una unión de mujeres para la defensa y el cuidado de los heridos, participan de los comités, los debates, las reformas; y aunque también conducen ambulancias y son enfermeras, en la lucha frente al ejército se posicionan en las barricadas. Serán acusadas de doble traición, a su país y a su sexo; las mujeres comuneras serán puestas de depravadas, violentas y libertinas, que no cumplen con su función social de buena ciudadana.

La Comuna de París fue periodo utópico en plena construcción, no como teoría irrealizable. Adopta como enseña la bandera roja, el 6 de abril un batallón de la Guardia Nacional quema una guillotina, y se elimina la pena de muerte. Se marca el carácter internacionalista de la revolución, y la columna imperial de la Plaza Vendôme es demolida como símbolo de militarismo, en un evento festivo revolucionario, pues las reformas que se estaban tomando incrementaban ese fervor de estar escribiendo la historia. No se incautó el banco nacional de Francia, lo cual se analizaría posteriormente como un error, puesto que hubiera supuesto la total abolición del mercado del capital francés.

El 10 de mayo de 1871 el canciller Bismarck y el presidente Thiers firman la paz; se asegura un pago de 5 mil millones de francos-oro, más la adhesión de los territorios de Alsacia y Lorena. Libera a los militares prisioneros en Sedán, y se les deja pasar hacia París para reprimir a la Comuna. Frente a este ejército de unos 170 mil hombres, se enfrentarían unos 40 mil hombres y mujeres, una resistencia a la desesperada. Se va perdiendo la periferia, van cayendo los barrios parisinos y se ejecuta a los prisioneros que apoyan decididamente a la Comuna. Un decreto establece que se fusilaría a tres reaccionarios por cada comunero fusilado por el ejército francés; una increíble resistencia se desata a partir del 21 de mayo.

La Semana Sangrienta hasta el 28 de mayo, se fusila sobre las barricadas y hasta en los hospitales, donde acceden las tropas francesas. El ejército penetra en la ciudad de París por los barrios burgueses del oeste, avanzando ayudados por vecinos anticomuneros identificados por brazalete tricolor; además la artillería causaría estragos entre la población comunera.

El 23 de mayo cae Montmartre, uno de los bastiones de la Comuna de París. Se comienza a incendiar los edificios gubernamentales, si la Comuna no vence, destruirían París para que tuviese que reconstruirse desde las ruinas provocadas por la represión. Si los reyes no tenían ya los palacios en su madriguera, quizá ya no quisieran regresar nunca más. Se incendia, entre otros, el Palacio de las Tullerías. Estos hechos serían utilizados por la prensa conservadora para desprestigiar a la Comuna de París. Los últimos combates fueron en la zona Este el 27 de mayo, la toma del cementerio de Père-Lachaise y el fusilamiento de más de un centenar de comuneros en lo que se llamó posteriormente el muro de los Comuneros. Los días siguientes numerosos comuneros fueron represaliados, asesinados por toda la ciudad y enterrados en fosas comunes.

La lucha había acabado y la venganza de los dominadores inflexible. Sembraron París de cadáveres para perpetrar una represión ejemplar, no querían que quedase nada de la Comuna de París, querían borrarla de la historia. Algunas columnas de comuneros fueron llevados hasta Versalles, en ocasiones se hicieron selecciones al azar de hombres y mujeres para fusilarlos delante de otros como ejemplo de violencia y poderío. Las masacres fueron sistemáticas y ordenadas por el gobierno de Versalles, entre las filas del ejército en combate cayeron 900 soldados, en cambio unos 20 mil comuneros fueron ejecutados. La justicia militar apenas dictó sentencias oficialmente, porque la mayoría de ejecuciones fueron al margen de la ley, aunque ordenadas por el poder. Más de cinco mil presos y presas fueron desterrados a Nueva Caledonia, entre ellas, la maestra revolucionaria Louise Michel, que incluso llegó a solicitar que se la fusilase condenada igual que a los hombres.

Más de 40 mil presos en total, y hasta 1880 no se decretó una amnistía definitiva. Se buscaba consolidar un nuevo orden republicano, sin una oposición izquierdista, demostrando a la burguesía que no solamente los monárquicos podían mantener el orden. Se blinda la propiedad privada, y se continúa una política imperialista en las colonias. Esta III República francesa durará hasta 1940 con la entrada nazi en Francia.

La naturaleza poética de la Comuna: El tiempo de no retorno al orden antiguo

Los obreros con su incultura lograron tomar el poder y organizarlo horizontalmente, destruyendo el orden autoritario. El legado de la Comuna de París representa el inicio de un ciclo histórico de preparación de una nueva Revolución Social, que se inicia cincuenta años más tarde prendiendo la mecha la Revolución Soviética. Se rompe el idealismo republicano del movimiento obrero, el vacío institucional de poder favorece el florecimiento de experiencias revolucionarias.

Un legado indiscutible será la Internacional Situacionista en los años 40 en Francia hasta 1972, cuando decide autodisolverse, recoge el bagaje revolucionario del marxismo, el consejismo y el anarquismo, tratando de superar estas antiguas corrientes. El pensamiento revolucionario se alcanza mediante la realización y la supresión, es decir que el Situacionismo realiza lo que el anarquismo no logró realizar, y supera las formas políticas marxistas abogando por la supresión de la dominación estatal.

Una enseñanza de la Comuna de París es el pueblo en armas, una fusión entre la propia revolución y la lucha armada obrera. También alienta a la destrucción de la ciudad capitalista, y la construcción sobre sus ruinas de una ciudad al servicio de la clase trabajadora. Se observa esta tendencia en la quema de edificios públicos parisinos ante la represión gubernamental. La ciudad se parapeta tras las barricadas, la masacre sucede barrio a barrio, la contrarrevolución vence igual que sucedería más tarde en la Revolución mexicana, rusa o española.

El alimento comenzó a escasear porque los usureros guardaban la comida en almacenes, pero las mujeres deciden asaltar estos almacenes poniendo a disposición popular todos los alimentos. Además, son las mujeres las que en la última semana de la Comuna de París defenderán a sangre y fuego las barricadas en las calles parisinas.

La Comuna de París pone de relieve la distinción entre el tiempo de rutina y el tiempo poético, y se plantea como única salida digna la misma muerte. El aprendizaje personal y colectivo en tan solo unas semanas fue tan intenso que a muchos obreros se les hacía imposible retomar sus vidas anteriores de opresión. Su experiencia vital en ese momento revolucionario fue muy fuerte en cuanto a la práctica de la acción directa y la autoorganización, por lo que prefirieron morir defendiendo las barricadas que volver a su tiempo anterior de rutina, el tiempo poético se impuso como el de verdadero valor.

Bibliografía asociada:

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-30822019000100013

https://agitacion.wixsite.com/home/post/la-comuna-vive-documentos-sobre-la-comuna-de-par%C3%ADs-tercera-parte

https://elobrero.es/cultura/49466-proceso-y-represion-de-la-comuna-en-paris.html

fuente: TODO POR HACER

100 Aniversario de la muerte de Piotr Kropotkin: 22 y 23 de mayo

DÍA 22 DE MAYO:

18:00 A 20:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, EL PRÍNCIPE ÁCRATA (EDWARD MARTÍN)

20:15 A 22:00 HORAS

VIOLENTAMENTE KROPOTKIN (MIGUEL A. MOVILLA)

DÍA 23 DE MAYO:

18:00 A 19:00 HORAS

SINFONÍA DE LAS SIRENAS DE BAKÚ DE ARSENY ABRAAMOV

19:15 A 22:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, CIENTÍFICO (CARLOS RAMOS)

Centenario de la muerte de Piotr Kropotkin (1921- 2021)

Piotr Kropotkin es uno de los principales pensadores del anarquismo. Este año se cumplen cien de su muerte, acaecida el 8 de febrero de 1921. A Kropotkin no solo lo hace especial como ser humano su obra, sino lo extraordinario de su origen social, pertenecía a una familia aristocrática rusa, por eso ha pasado a la posteridad como el “Príncipe”. Lo tenía todo, en lo que se refiere a bienes materiales; sin embargo, lo dejó a un lado, también todo, para expandir sus ideas anarcomunistas, y contribuir con ellas a la trasformación de las relaciones humanas basadas en la explotación del hombre por el hombre, por otras centradas en la cooperación y el apoyo mutuo. El pensamiento de Kropotkin, al día de hoy, sigue vio y es imprescindible para poder imaginar un mundo mejor.

Como ya se ha mencionado Piotr Kropotkin nació en el seno de una familia aristocrática de rancio abolengo, tanto por parte de padre como de madre; su progenitor poseía grandes latifundios que eran atendidos por siervos. En cuanto tuvo edad para ello, doce años, el zar Nicolás I ordenó su ingreso en el Cuerpo de Pajes en la ciudad de San Petersburgo. Esta institución denominada “Cuerpo de Pajes” no era otra cosa que una academia militar específica para los hijos de la nobleza. En esta academia, a pesar de la disciplina militar que el joven Kropotkin odiaba, recibió una magnífica formación racionalista y científica, que sería la base para su posterior crecimiento intelectual.

Tras su periodo formativo, forzosamente, tuvo que servir en el ejército ruso, y lo hizo entre los años 1862 y 1867. Este tiempo lo consideró educativo por lo siguiente: como realizar el servicio militar era algo que entonces le pareció inevitable, decidió hacerlo lejos de la corte, eligiendo un destino poco deseado para la mayoría de sus compañeros de promoción, Siberia. Hacia allí partió en 1862, en concreto a Irkutsk, donde asumió el empleo de ayudante de campo del general Kúkel.

En la inhóspita Siberia entró en contacto con variados tipo humanos, usos y costumbres. No se arredró a la hora de relacionarse con vagabundos e incluso con criminales, del mismo modo que lo hizo con campesinos y terratenientes. Todo ese universo, para él antropológico, le proporcionó una idea sobre las formas de vida que se desarrollaban en Siberia, sus carencias, padecimientos y algo que le llamo la atención de manera especial: el abandono del Estado.

Durante esa estancia, además, investigó aspectos interesantes de la Rusia de entonces, entre ellos cómo eran las cárceles en Siberia; también descubrió la burocracia de un estado inoperante para sus súbditos y sobre todo la corrupción que dominaba su aparato administrativo. No todo fue negativo en sus observaciones, pues tuvo sus primeros contactos con formas de vida cooperativas. A esto hay que añadir que conoció al poeta Mijaíl Mijáilov, condenado a trabajos forzados por revolucionario, que le recomendó la lectura de Proudhon. El conjunto de esta experiencia hizo que el joven Kropotkin perdiera en Siberia “[…] toda la fe que antes pudiera haber tenido en la disciplina del Estado”.

Con su visita a Manchuria entre 1864 y 1866 consiguió copiosos conocimientos científicos sobre “la estructura geográfica de la región siberiana”, también descubrió fósiles en los que basó su teoría glaciar. A esto se añade su profundización en la fauna siberiana, aspecto este muy importante porque le suministraría información sobre la cooperación intraespecífica y el altruismo en sociedades animales; esos datos le servirían para documentar su concepción del apoyo mutuo.

Su vida plácida en Siberia se truncó cuando se produjo un levantamiento de los prisioneros polacos internados allí, insurrección que fue reprimida de un modo cruel por las autoridades. Como consecuencia de ello él y su hermano Alejandro abandonaron el ejército.

De regreso a San Petersburgo, en 1867 ingresó en la Universidad. En la Sociedad Geográfica Rusa presentó un detallado documento sobre su expedición de Vitim. Este informe fue publicado y galardonado. El prestigio que adquirió fue tan grande que le nombraron secretario de la sección de Geografía Física de dicha sociedad. Entre 1871 y 1873 continuó con sus investigaciones y exploró los glaciares de Suecia y Finlandia. En ese periodo estudió la estructura orográfica de Asia, elaborando hipótesis que en líneas generales se han considerado válidas hasta finales del siglo XX.

Otra contribución importante de Kropotkin a la Geografía fue “su hipótesis sobre la desecación de Eurasia como consecuencia del retroceso de la glaciación de la era precedente”. Es interesante destacar que cuando elabora estas tesis Kropotkin no tenía treinta años. Se puede decir sin temor a equivocarse que poseía un importante porvenir en el campo científico, hasta tal punto que fue propuesto, a pesar de su juventud, como presidente de la sección de Geografía Física de la Sociedad Geográfica Rusa. Sin embargo, rechazó la oferta, según su propio testimonio su centro de atención se encontraba en otra parte.

“Se habían realizado mis esperanzas; pero al mismo tiempo, otras ideas y otras aspiraciones habían invadido mi pensamiento. Después de meditar detenidamente sobre lo que debería contestar, telegrafié: ‘Gracias encarecidas; pero no puedo aceptar’”. (Memorias de un revolucionario).

La capacidad de trabajo de Kropotkin debía ser ilimitada, en tanto elaboraba sus investigaciones geográficas se dedicaba estudiar los textos de los principales teóricos filosófico sociales de su tiempo. Estos estudios más su contacto directo con la pobreza del campesinado ruso y finlandés, le impulsaron a seguir otros itinerarios en su vida, más allá de lo que su clase social y su intelecto parecían predecirle.

Tras la muerte de su padre recibió una importante herencia que le permitió realizar un viaje de tres meses a la Europa occidental. A principios de 1872 llegó a Suiza y allí contactó con exiliados rusos que estaban influidos por las ideas de Bakunin. En Ginebra se afilió a la Primera Internacional. Sus conversaciones con discípulos de Marx le llevaron a rechazar el tipo de socialismo que promulgaban así como la política que practicaban. En ese contexto, se decidió por conocer en profundidad las tesis bakunistas. Viajó al Jura y estudió el programa de la Federación del Jura, compartiendo con algunos de sus miembros largas y enriquecedoras discusiones que hicieron se posicionara del lado del anarquismo.

En mayo de 1872 volvió a Rusia donde continuó con sus estudios geográficos y participó activamente en acciones de propaganda revolucionaria, vinculado al Círculo Chaikovski. En San Petersburgo acudía a reuniones bajo el alias de “Borodín” disfrazado de campesino. Las medidas de seguridad tenían que ser concienzudas porque la policía zarista realizaba redadas constantes entre los conspiradores. Pero todas estas precauciones no fueron suficientes y a finales de 1873 Kropotkin fue detenido. Ni que decir tiene que su detención fue muy comentada en San Petersburgo. Durante varios días fue interrogado y finalmente encarcelado en una de las peores cárceles de Rusia, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. El zar estaba muy irritado con él pues Kropotkin había sido su ayudante durante algún tiempo y por tanto persona de su entera confianza. A pesar de todo esto, no quedó totalmente aislado, por intervención de su hermano Alejandro y varios amigos y socios de la Sociedad Geográfica, le permitieron el acceso a libros, papel y pluma para poder continuar con sus estudios geográficos.

En 1875 su hermano también fue detenido y con él otras dos mil personas. Esta noticia afligió mucho a Kropotkin que en esos momentos padecía escorbuto. Un año después, en 1876, lo trasladaron a la Prisión Militar de San Petersburgo, un penal que tenía condiciones más insalubres que la anterior prisión pero, por el contrario, podía ser visitado. Su salud siguió decayendo hasta el punto en que fue trasladado al hospital que había junto a la prisión. Allí recuperó la salud. Simultáneamente, sus círculos de amigos estaban preparando su fuga de la cárcel. Su forma de escapar fue sencilla. Él hacía ejercicio físico todos los días, corría en el patio de la prisión, a ciertas horas el portón de la misma se habría para dar paso libre a carros que traían diversos materiales imprescindibles para la vida en el interior, por ejemplo, leña. Uno de esos días, cuando Kropotkin estaba realizando su ejercicio físico habitual, el portón se abrió, entonces Kropotkin enfiló hacia la salida perseguidode cerca por los guardias, y alcanzó el exterior donde le esperaba un vehículo en el que se refugió y escapó. Lo que ocurrió después fue ciertamente atrevido. Kropotkin se aseó, se afeitó, cortó el pelo, se vistió elegantemente, dio un paseo por una zona concurrida de San Petersburgo y cenó, con buenos amigos, en un restaurante de “moda”.

Sin tentar la suerte mucho más, le escondieron en las afueras de la ciudad. A todo esto, las autoridades le buscaban con encono, registrando las casas de sus amigos sin hallar pista alguna que indicara su paradero. Sin embargo, era obvio que no podía seguir en Rusia más tiempo, así que en el puerto de Vaasa, en el golfo de Botnia, embarcó para Suecia, siguiendo después el viaje hasta Noruega. Allí tomó otro barco que le condujo hasta Inglaterra.

En agosto de 1876, Kropotkin llega al puerto de Hull con documentación a nombre de Alekséi Lavashov. Se establece durante un corto espacio de tiempo en Edimburgo pero enseguida se traslada a Londres. Hace colaboraciones periodísticas en The Time y en la revista Nature. En esta ciudad contacta con Paul Robin, a través de un antiguo conocido de su estancia en Suiza, James Guillaume. Con Robin tubo encendidas discusiones sobre diversos temas sociales, este era considerado un “reformador sexual” que “propiciaba el control de la natalidad y la eliminación de la prostitución”.

El periodo que pasó en Inglaterra fue breve, en diciembre de 1876 se instaló en Suiza y de inmediato pasó a formar parte de la Federación del Jura, en la que conoció a Errico Malatesta y a Carlo Cafiero, miembros de la sección italiana de la Internacional. A partir de este momento, la actividad de Kropotkin se vuelve frenética. Viaja a Inglaterra de nuevo, por cuestiones laborales con la revista Nature, y vuelve al continente por Bélgica para intentar organizar a los internacionales de la zona pero diversos imprevistos frustraron la iniciativa. Por ello tuvo que regresar a Suiza. En Ginebra se entrevistó con el geógrafo anarquista Eliseo Reclus. Desde Suiza editó en francés un periódico anarquista, L’Avant Garde y otro en alemán Arbeiterzeitung. Después participó en el último congreso de la sección bakunista de la Primera Internacional, en Verviers, Bélgica, como delegado de los rusos exiliados. Ante la posibilidad de ser detenido, viajó a Londres desde Amberes. No se detuvo allí y viajó a Francia donde continuó los estudios sobre la Revolución francesa que ya había iniciado durante su estancia en Inglaterra. En Francia la policía le seguía los pasos y tuvo que volver a Ginebra en abril de 1878. Su siguiente parada sería España, donde quedó impresionado ante el dinamismo e implantación entre la clase trabajadora del movimiento anarquista. En agosto estaba en Ginebra, donde participó en una reunión de grupos anarquistas suizos, constatando en directo que la Federación del Jura estaba decayendo de manera significativa.

Contrajo matrimonio en octubre de 1878 con la emigrada rusa Sofía Anániev. A Kropotkin no le iba a durar demasiado la felicidad, en diciembre las autoridades suizas cierran su periódico L’Avant Garde. Él no se amilanó por ello y en febrero del año siguiente editó Le Révolté. El impacto de este periódico fue bueno, hasta tal punto que en abril de 1879 tenía registrados quinientos cincuenta suscriptores. Como consecuencia de este éxito compró a crédito su propia imprenta, la Imprimerie Jurassienne.

Su desarrollo teórico en aquel momento estaba evolucionando deprisa; desde Le Révolté comenzó a definir lo que denominó como anarcocomunismo, una visión novedosa que superaba al colectivismo que había distinguido al anarquismo hasta entonces.

“El primer artículo sobre el tema apareció el 1 de diciembre y se titulaba La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. Afirmaba en él que la revolución debía basarse en las federaciones de comunas locales y los grupos independientes, evolucionando la sociedad desde una etapa colectivista de apropiación de los medios de producción por las comunas, hacia el comunismo.” (George Woodcoock e Iván Avakumovic: El Príncipe anarquista. Ed. Júcar, 1978, p.166.)

En 1880 colaboró con Reclus en su Geografía Universal. Al año siguiente se produjo la ejecución por parte del grupo Naródnaya Volia del zar Alejandro II. La represión subsiguiente fue monstruosa, entre las víctimas se encontraba una antigua compañera del Círculo Chaikovski, Sofía Peróvskaya. Nada más conocer la noticia Kropotkin escribió el texto La verdad sobre las ejecuciones en Rusia y participó en actos de protesta contra la represión en su país. Por estas actividades estuvo a punto de ser arrestado.

Todavía en julio de 1880 asistió como delegado al Congreso Socialista Revolucionario Internacional que se celebró en Londres; para poder realizar el viaje sus amigos tuvieron que hacer una colecta. Como confirmó él mismo en su correspondencia con Malatesta, su familia estaba pasando en esos momentos por estrecheces económicas. Kropotkin esperaba que en ese congreso se constituyera una nueva internacional pero no fue así. Decepcionado regresó a Suiza, mas por presiones del gobierno ruso fue expulsado y se instaló en Thonon-les-Bains, un pequeño pueblo de Francia. Sobre Le Révolté, tuvo que dejarla en otras manos y él quedarse como colaborador desde el exterior.

En 1881 volvió a Inglaterra. Durante el viaje, en una corta estancia en París, conoció a Jean Grave. Ya en Inglaterra mantuvo estrechos contactos con Malatesta, Reclus y Cafiero. Un más tarde, en 1882, conoció a James Knowles editor de The Nineteenth Century, una publicación en la que participaría durante treinta años; también siguió escribiendo para The Times, The Fortnightly Review, la Enciclopedia Británica y Nature. En ese año publico dos artículos importantes en su trayectoria ideológica en Le Révolté: La ley y la autoridad y Gobierno revolucionario.

En Inglaterra no solo escribía también daba charlas, donde se lo autorizaban, ante una concurrencia más bien escasa; en ellas hablaba de anarquismo y de la situación social que vivía Rusia. Como ni él ni su compañera se sentían cómodos en el país, decidieron regresar a Francia, en ese momento el movimiento anarquista estaba en pleno apogeo lo cual era favorable para la difusión de las ideas de Kropotkin. Su actividad de propagandista en un ambiente contestatario debido a las malas condiciones de trabajo y las crisis por la que pasaba la industria de la seda, provocaron que fuera detenido junto a otros sesenta anarquistas. En esas fechas acababa de morir de tuberculosis un hermano de su compañera Sofía. Reclus, entre otros anarquistas, organizaron un acto de protesta por las detenciones. Las autoridades acusaban a Kropotkin de pertenecer a la Internacional. De tal modo, le impusieron una multa de mil francos y le condenaron a cinco años de cárcel. Durante el juicio Kropotkin y sus compañeros de cautiverio aprovecharon la ocasión para propagar sus ideas y condenar el sistema judicial.

Su estancia en la cárcel de Clairvaux, con el estatus de prisionero político, fue más llevadera que la que padeció en Rusia, hasta el punto de mantener una alta actividad intelectual: escribió para la Geografía Universal de Reclus, la Enciclopedia Británica y The Nineteenth Century; cultivaba un huerto de verduras, hacía ejercicio físico, e incluso trabajó en un taller de encuadernación; también daba clases a otros reclusos; escribía y recibía cartas, recibía libros y periódicos siempre y cuando no fueran de tendencia izquierdista.

En el exterior se tuvo presente su encarcelamiento por un buen número de instituciones y personalidades: Academia Francesa de Ciencias, Museo Británico, Sociedad Real de Minas, Royal Geographic Society, Enciclopedia Británica, periódicos ingleses; y también por escritores como Víctor Hugo. Sus peticiones de libertad tuvieron una gran resonancia entre la opinión pública entre otras razones porque el gobierno francés reconoció que estaba recibiendo presiones diplomáticas por parte de Rusia, lo que suponía de hecho que el Zar estaba influyendo en las decisiones internas del gobierno francés. Esto encrespó tanto a la opinión pública que el Gobierno se vio obligado a la liberación de todos los detenidos el 15 de enero de 1886.

Durante la estancia de Kropotkin en la cárcel, Reclus recopiló los escritos del primero aparecidos en Le Révolté en un volumen y los publicó en1885 bajo el título Palabras de un rebelde.

Tras salir de la cárcel el matrimonio se trasladó primero a París pero como existía la posibilidad de una deportación a Rusia, decidieron volver a Inglaterra. Antes de su partida dio un célebre discurso ante un numeroso público que titulo: El anarquismo y su lugar en la evolución socialista.

Su postura contra las cárceles se radicalizó en él a partir de su última experiencia. Manifestó abiertamente que el internamiento carcelario no recuperaba ni social ni moralmente a los detenidos. En 1887 publicó en Inglaterra En las prisiones rusas y francesas. Las autoridades rusas compraron toda la edición para impedir que el texto se conociera. Unos años después fue editado de nuevo.

Su estancia en Inglaterra se extendería durante treinta años. 1886 va a suponer el inicio de una nueva etapa de su vida en la que se centrará en el estudio y en la construcción de su teoría política. Pero antes de eso los acontecimientos le obligaron a mantener su labor de propagandista.

Su paso por las prisiones mermó significativamente su salud sin embargo a pesar de ello su rendimiento intelectual no disminuyó, así como su compromiso con la revolución mundial. Poco después de llegar a Inglaterra fundo un grupo anarquista, “Freedom”; la labor de este grupo era propagandística: editaban un periódico y organizaban conferencias. En ese periodo sus escritos se publicaban en The Anarchist, editado por Henry Seymour; pronto el periódico se declaró seguidor del comunismo anárquico. En ese momento conoció a William Morris. Paralelamente a esta actividad seguía escribiendo para The Ninteenth Century, Freiheit, La Révolte (periódico sucesor de Le Révolté), Nature y The Times.

Ese primer año de estancia en Inglaterra el grupo Freedom decidió editar su propio periódico, Freedom. El periódico era sencillo, un pliego de cuatro páginas, y se imprimió hasta el año 1888 en la imprenta de la Liga Socialista de William Morris. No todo fueron parabienes en esa época, la fatalidad llegó hasta Kropotkin a través de la noticia del suicidio de su hermano Alejandro en Siberia.

En aquel tiempo el socialismo estaba en auge en Inglaterra, y las ideas anarquistas atraían a muchos de sus adeptos, hasta el punto de obligar a Kropotkin a dar conferencias por las ciudades más importantes de Inglaterra y Escocia.

A finales de 1887 llegaron a Europa las noticias de las condenas a muerte de los “mártires de Chicago”, caso también conocido como el “atentado de Haymarket” en los EEUU. Evidentemente, Kropotkin participó en una campaña por su liberación aunque sin éxito.

Toda esta agitación social hizo que el grupo Freedom creciera considerablemente, incorporándose al mismo militantes antiparlamentarios de la Liga Socialista de William Morris, que apoyaba los postulados de Kropotkin si bien nunca llegó a declararse anarquista.

En 1888 Kropotkin comenzó a publicar artículos de análisis sociológico. Hay en concreto tres importantes que se publicaron en The Nineteenth Century: El derrumbe de nuestro sistema industrial, El futuro reino de la abundancia y La ciudad industrial del futuro. Estos tres artículos serían la base fundamental de su libro Campos, fábricas y talleres, que se publicaría más adelante. En esas fechas en sus conferencias enunciaba el principio que le va a hacer pasar a la posteridad: “De a cada cual según su capacidad (o trabajo), a cada cual según sus necesidades”.

Durante el año 1989 mantuvo sus colaboraciones en periódicos y revistas, analizando, entre otros temas, la revolución francesa y sus consecuencias.

En 1890 Kropotkin se centró definitivamente en sus estudios como científico y pensador. Siguió escribiendo en numerosos medios periodísticos y dando conferencias sobre una gran variedad de temas: literatura, cárceles, anarquismo, naturalismo o industria, entre otros; ya entonces empezó a introducir sus postulados sobre el apoyo mutuo. Ese año publico un ensayo también importante, Trabajo intelectual y trabajo manual. A mediados de 1890 se publicaron una serie de artículos en The Nineteenth Century, que formarían parte de El apoyo mutuo: un factor de la evolución.

En 1892 se publicó en Francia La conquista del pan, con un prólogo de Eliseo Reclus. El prestigio de Kropotkin a esas alturas era internacional, muy reconocido en los ambientes académicos, por lo que con frecuencia era invitado a participar en conferencias científicas.

En 1894, Kropotkin, su compañera Sofía y su hija Alejandra, se instalaron en el campo, en Bromley, Kent. Allí cultivaba una huerta, hacía sus propios muebles y, por supuesto, leía y escribía sin cesar. Rudolf Rocker le visitó en 1896 y describió su despacho como una estancia “cuyas paredes estaban cubiertas de libros hasta el techo”. Por esa casa pasaron figuras importantes del anarquismo como el propio Rocker, ya citado, Emma Goldman, Fernando Tarrida del Mármol y Louise Michel, entre los más renombrados.

Hacia 1895 el auge del socialismo parlamentario aisló al anarquismo. Kropotkin siguió escribiendo pero sin participar en actividades, prácticamente, de agitación y propaganda.

En 1896 se celebró en Londres el Congreso Socialista Internacional, la tendencia parlamentaria impidió que los anarquistas asistieran. Kropotkin debido a su mala salud no estuvo presente en ese evento ni el congreso anarquista paralelo que se celebró.

En 1897 Kropotkin participó en una campaña contra el gobierno de España acusado de aplicar la tortura a los prisioneros encarcelados en Montjuic (Barcelona). La salud de Kropotkin era tan delicada que su compañera Sofía tuvo que suplirle en una conferencia, hecho que se repetiría con frecuencia en el futuro. También este año viajó a Canadá para participar en una reunión organizada por la Sociedad Inglesa para el Patrocinio de la Ciencia. De allí partió a los EEUU donde dio tres conferencias sobre apoyo mutuo en Boston y otra en Nueva York. Intentó visitar sin éxito a Alexander Berkman en Pittsburgh, donde estaba encarcelado. También llegó a un acuerdo con la revista The Atlantic Monthly, revista literaria de Boston, para publicar por entregas Memorias de un revolucionario; el libro sería publicado en 1899.

En 1899 se produjo la segunda Guerra de los Boers y Kropotkin condenó al ejército inglés por sus crímenes en la misma; este posicionamiento puso en peligro su estancia en Inglaterra, aunque finalmente no tuvo consecuencias. Se publica «Campos, fábricas y talleres» y «Memorias de un revolucionario».

Regresó a los EEUU en el año 1901 e hizo una gira por varias universidades, dando conferencias con temáticas diversas entre ellas sobre literatura rusa. En lo que se refiere a esta última, más adelante se recopilarían dichas conferencias en un libro denominado Ideales y realidades de la literatura rusa. Por supuesto, también asistió a reuniones con sus amigos anarquistas norteamericanos. A su vuelta a Inglaterra se centró en completar su magna obra El apoyo mutuo, que sería publicada al año siguiente.

Durante los años 1903 y 1904 expuso sus tesis geológicas en la Sociedad Geográfica Británica. En 1904 publicó La necesidad ética de la época actual, en 1905 La moral de la naturaleza y La revolución rusa. Ese año sus problemas de salud aumentaron y estuvo a punto de morir.

En 1907 cambió de domicilio a High Gate, allí concluyó diversos temas teóricos que tenía pendientes. En 1909 publico La Gran Revolución francesa y El terror en Rusia. Entre 1910 y 1915 publicó numerosos artículos sobre ética, ayuda mutua, evolucionismo y herencia biológica; igualmente, se dedicó a traducir su obra al ruso.

Sobre la situación política en Rusia después de la Revolución de 1905 hay que decir que se encontraba dominada por un ambiente revolucionario ya que el zarismo no presentaba signo alguno de apertura; además, el anarquismo estaba en ebullición lo que hizo que los grupos de exiliados anarquistas aumentaran su actividad. En años sucesivos las obras de Kropotkin se editaron de forma legal o ilegal en Rusia. Su influencia estaba centrada entre anarcocomunistas y anarcosindicalistas

En Suiza se editó la revista Pan y Libertad que llegaría a Rusia y gozaría de un cierto prestigio dentro de la ilegalidad en la que era distribuida. Kropotkin escribió para ella sin firma. Los grupos anarquistas rusos, como ya se ha dicho,en gran parte estaban influenciados por Kropotkin y este les apoyaba hasta cierto punto, pues estaba en contra del terrorismo que dichos grupos solían practicar para desestabilizar al régimen zarista. Kropotkin sí defendía la expropiación de bienes de primera necesidad, es decir que “el pueblo libre fuera a los almacenes y tomara la comida y la ropa que necesitara”. En lo que respecta al tema de la vivienda su posicionamiento era semejante al anterior. Los alquileres debían suprimirse, “las casas vacías debían ser tomadas por familias que vivieran en la calle”. Se posicionó a favor de trabajar cinco horas al día para poder gozar el resto del tiempo con tareas lúdicas. También propuso que se comenzara a contribuir a la sociedad a la edad de 25 años y se terminara a los 45 años. Hizo mucho hincapié en la capacidad organizadora instintiva del pueblo, al que consideraba capaz de gestionar un nuevo orden en base al sentido común sin la necesidad de una autoridad coercitiva. Kropotkin apoyaba el anarcosindicalismo y la participación en los soviets, siempre y cuando estos no fueran instrumentos autoritarios.

Mientras su salud seguía deteriorándose, en 1912 participó en el Congreso Internacional de Eugenesia que se celebró en Londres. En dicho congreso se mostró crítico hacia la esterilización de personas que defendían algunos científicos del momento. En ese año se implicó vivamente en la campaña destinada a evitar la deportación de Malatesta a Italia. Contaba entonces 70 años.

Con respecto a la Primera Guerra Mundial, Kropotkin rompió con el característico antibelicismo ácrata, y tomó partido por Francia, en contra de la Alemania de Bismarck. En este posicionamiento participaron anarquistas renombrados como Jean Grave, James Guillaume, Paul Reclus, Carlos Malato, Christiaan Cornelissen, entre otros, conocido como el Manifiesto de los Dieciséis. Dicho apoyo provocó una reacción anarquista internacional en contra de dichas tesis. Malatesta escribió una demoledora crítica hacia la posición de Kropotkin que fue publicada en Freedom. La carta representaba la opinión de gran parte del movimiento anarquista internacional. Esto llevo a la ruptura dentro del grupo editor de Freedom, que había sido, precisamente, creado por Kropotkin, Cherkésov, Sofía y otros anarquistas que apoyaban a los aliados. El Manifiesto de los dieciséis fue respondido por otro manifiesto contrario a la guerra que fue firmado por Malatesta, Shapiro, Emma Goldman, Alexander Berkman, Thomas Keell y Rudolf Rocker. Más tarde lo firmarían otros anarquistas de renombre como Luigi Fabbri, Émile Armand y Sebastian Faure.

Estos desafortunados enfrentamientos condujeron al ostracismo a Kropotkin, que perdió el contacto con la mayoría de sus antiguos amigos, tanto anarquistas como socialistas. Lenin, por cierto, aprovecho la oportunidad para descalificarle y atacar al movimiento anarquista, aunque este en su mayoría fuera contrario a la guerra.

A principios de año de 1917 le llegaron a Kropotkin las noticias sobre la revolución de febrero en Rusia. En ese momento decidió regresar a su país. Mediado el año inicia el viaje a través de Noruega, Suecia y Finlandia. El viaje, en principio, estaba organizado en secreto, a pesar de ello, por donde pasaba era recibido por trabajadores y estudiantes, hombres y mujeres, que le mostraban su apoyo, reconocimiento y afecto. Pisó terreno ruso después de cuarenta y un años de exilio. El ferrocarril en que viajaba se detuvo en Petrogrado a las dos de la madrugada, y para su tremenda y emotiva sorpresa fue recibido por un regimiento militar, una banda de música que interpretaba La Marsellesa y por una manifestación, expectante y eufórica, compuesta por unas setenta mil personas.

Nada más llegar a Rusia Kropotkin inició una frenética actividad, participando en todo tipo de actos y reuniones, aunque sus relaciones con el movimiento anarquista no mejoraron porque él seguía insistiendo en la participación en la guerra del lado de los aliados; argumentaba que ello “aseguraba las conquistas de la revolución”. Sus relaciones entonces se limitaron bastante, teniendo contactos con partidos belicistas, entre ellos los mencheviques. El contacto con el Gobierno ruso era bueno hasta tal punto que Kerensky le ofreció un cargo, una pensión y residencia en el Palacio de Invierno. Kropotkin rechazó estar ofertas.

Durante el mes de agosto de 1917 se trasladó a Moscú. Allí participó en la Conferencia de Estado de todos los partidos presentes en el espectro político ruso, en la que mostró abiertamente su posición a favor de continuar la guerra, la creación de una república federal y criticó agriamente a los bolcheviques. Evidentemente, estas posturas reformistas de Kropotkin fueron utilizadas por los bolcheviques para acentuar sus críticas a los anarquistas.

La Revolución de Octubre hizo recapacitar a Kropotkin —ya con los bolcheviques en el poder, retiradas las tropas rusas del frente y una intensa efervescencia revolucionaria en la calle— y retomar los principios anarquistas. Entonces, se incorporó a la Liga Federalista, grupo compuesto por investigadores que impulsaban el federalismo y la descentralización. En 1918 la liga fue prohibida por las autoridades bolcheviques. Kropotkin no fue molestado por las nuevas autoridades; no corrieron la misma suerte los mencheviques, socialistas revolucionarios y anarquistas en general. El momento era dramático para la supervivencia física del anarquismo que solo podía ir a peor salvo que se produjera la tercera revolución que reivindicarían tiempo después los marineros de Kronstadt. Kropotkin recupero entonces antiguas amistades como Volin y Shapiro.

Ese mismo año, a pesar de su cada vez más precario estado de salud, se entrevistó con Néstor Majnó. También se esforzó en trabajar en su Ética, que nunca terminaría. Al año siguiente tuvo una entrevista con Lenin en Moscú en la que criticó la política que el partido bolchevique aplicaba a las cooperativas  y la represión de cualquiera que disintiera de las directrices del partido. La reunión, según contó el propio Kropotkin, fue cordial. Después de esta entrevista escribió a Lenin en tres ocasiones, haciéndole diversas peticiones; dichas misivas fueron ignoradas.

Lo que estaba viviendo hizo que en 1920 escribiera Carta a los obreros del mundo occidental en el que expuso sus críticas a la denominada Revolución Bolchevique. Estas críticas las compartía abiertamente con cualquiera que le visitara en su casa. Han dejado constancia de ellas Alexander Berkman, Emma Goldman, Shapiro y Pestaña, por ejemplo. Antes de morir volvió a entrevistarse con Lenin. Falleció el 8 de febrero de 1921 en Dimítrov.

La muerte de Kropotkin fue un acontecimiento que conmocionó a la nación. El Gobierno quiso organizar un pomposo acto oficial pero la familia y sus amigos lo rechazaron; los grupos anarquistas se encargaron de ello, con ellos estaban Emma Goldman y Alexander Berkman. Como las autoridades censuraban cualquier tipo de publicación en su memoria, se abrió una imprenta, que había sido cerrada, y en ella se editaron algunos folletos de manera clandestina.

El entierro de Kropotkin fue un suceso excepcional en la historia de Rusia. Por la casa de Kropotkin desfilaron miles de personas: soldados, campesinos, obreros, funcionarios y estudiantes. Cerraron los colegios, y niños y profesorado salieron a la calle a acompañar a la comitiva que transportaba el féretro.

El cuerpo fue trasladado en ferrocarril hasta Moscú; allí lo esperaba una multitud de cien mil personas que lo acompañó hasta el Palacio del Trabajo. Kamenev se comprometió a liberar temporalmente a los anarquistas encarcelados a cambio de que no convirtieran el evento en un acto de rechazo al gobierno bolchevique. Al final solo unos cuantos prisioneros pudieron participar.

El féretro tuvo que recorrer ocho kilómetros hasta el Cementerio Novodévichi, acompañado por la masa humana concentrada; durante todo el trayecto una orquesta estuvo interpretando la Sinfonía Patética de Chaikovski. A todo esto se añadió el colorido de cientos de banderas ondeadas al viento, de sindicalistas, sociedades científicas, de estudiantes, organizaciones del más diverso espectro social y partidos políticos. También hubo muchas banderas negras anarquistas. En el Museo Tolstoi ondeó la bandera negra. Al pasar por la Prisión de Butyrka, los presos políticos sacaban los brazos por las ventanas enrejadas a modo de saludo.

El entierro de Kropotkin fue la última manifestación masiva del anarquismo ruso. A partir de aquel momento los anarquistas fueron al exilio o exterminados por los bolcheviques.

Pensamiento político

Hasta la entrada en escena de Kropotkin el planteamiento anarquista se basaba en la desaparición del Estado y en la estructuración social de abajo a arriba en función de las comunas obreras organizadas colectivamente, bajo la máxima de: “A cada uno según su trabajo”. Estos planteamientos estaban inspirados en Proudhon, entre otros, y fueron adoptados por Bakunin. Mas las observaciones y estudios realizados por Kropotkin en el entorno natural le llevaron a defender un modelo social inspirado en los supuestos anteriores pero cimentado en el apoyo mutuo como motor de la convivencia, y de la supervivencia. Su máxima revolucionaria paso a ser: “A cada uno según sus necesidades”. Así del anarcocolectivismo se pasó al anarcocomunismo, considerando este posicionamiento como algo natural, “de sentido común” en la evolución de las especies y de las sociedades humanas.

Una de las primeras obras que marca distancia con el colectivismo al uso, escrita en 1892, fue La conquista del pan. En ella la tesis fundamental es: “Todos los bienes de que dispone hoy la sociedad son producto del trabajo mancomunado y solidario de los hombres de ayer y de hoy. Todos los bienes, por tanto, pertenecen por igual a todos, desde el momento en que resulta imposible discriminar la parte que en su producción ha tenido cada uno”.

Kropotkin desarrolló su pensamiento revolucionario en torno a tres ejes:

  • ¿Cómo organizar la producción y el consumo en una sociedad libre?: Mediante la colectivización de los medios de producción y los bienes obtenidos, junto con una racionalización de la economía y la creación de la comuna autosuficiente (la comuna suprime las diferencias campo-ciudad, crea una descentralización industrial y también elimina la división entre trabajo manual e intelectual). Sustentado todo esto en el apoyo mutuo.
  • Apoyo mutuo: En el apoyo mutuo reside una interpretación que amplía las teorías evolucionistas de Darwin. Kropotkin trata de demostrar en sus escritos que la cooperación y la ayuda recíproca son prácticas comunes y esenciales en la naturaleza humana. Si se renuncia a la solidaridad por la codicia, se cae en la jerarquización social y el despotismo.
  • Concepción moral y ética: Solo una moral basada en la libertad, solidaridad y justicia, puede superar los instintos destructivos que también forman parte de la naturaleza humana. En todo caso, la ciencia ha de ser la guía de los fundamentos éticos obviando lo principios sobrenaturales. La investigación de las estructuras sociales debe producir el conocimiento de las necesidades humanas, base para el desarrollo de una sociedad libre.

El pensamiento de Kropotkin supone un aporte decisivo en el desarrollo de las ideas anarquistas. Él predecía una sociedad ideal en la que el Estado desaparecería y en la que no existiría la violencia estructural. La sociedad entonces estaría basada en la cooperación voluntaria de personas libres.

Obra

1873 – ¿Debemos encargarnos de examinar el ideal de un sistema futuro? (Reproducido en Byloe, nº 17, 1921).

1873 – Pugachevilibunt 1773 goda. (Ginebra).

1876 – A propósito de la cuestión de Oriente. (Bolletin de la Féderation Jurassienne de l’Association Internationale des Travailleurs, Ginebra).

1876 – Investigación sobre la era glacial. (Notices of the Imperial Russian Geographical Society).

1877 – Noticias del exterior: Rusia. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Los sindicatos. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Asuntos de América (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Boletín internacional. (L’Avant-Garde).

1877 – El Adelante y el pueblo ruso. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1879 – La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolté, Ginebra).

1879 – El proceso de Solovieff. (Ginebra).

1879 – La situación. (La Révolté, Ginebra).

1879 – La descomposición de los Estados. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El año 1879. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El gobierno representativo. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna. (La Révolté, Ginebra).

1880 – A los jóvenes. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La cuestión agraria. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las elecciones. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El año 1880. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Los enemigos del pueblo. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La situación en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La verdad sobre las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El espíritu de rebelión.  (La Révolté, Ginebra. Ed. Castellano: Folletos revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1881 – Todos socialistas. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El orden. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Las minorías revolucionarias. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La organización obrera. (La Révolté, Ginebra).

1882- El partido revolucionario ruso. (The Newcastle Chornicle / Fortnightly Review).

1882 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La guerra. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los derechos políticos. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Teoría y práctica. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El aniversario del 18 de marzo. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La ley y la autoridad. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El gobierno durante la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los preludios de la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La situación en Francia. (La Révolté, Ginebra).

1883 – Las prisiones rusas. (TheNineteenth Century, Londres).

1883 – La prisión fortaleza de San Petersburgo. (The Nineteenth Century, Londres).

1883 – Rusia marginal. (The Nineteenth Century, Londres).

1884 – Exilio en Siberia. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Finlandia: una nacionalidad naciente. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Palabras de un rebelde. (Ed. Elisée Reclus, París; Flammmarion. Montreal; Black Rose Books New York, 1992).

1885 – Lo que debe ser la geografía. (TheNineteenth Century, Londres).

1886 – El lugar del anarquismo en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1889 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Cómo se han enriquecido. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La práctica de la expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La guerra social. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Los talleres nacionales. (La Révolté, Ginebra).

1887 – Las prisiones. (Ward and Downey, Londres).

1887 – La anarquía por venir. (The Nineteenth Century, Londres).

1887 – Las bases científicas de la anarquía. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – La ciudad industrial del futuro. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – El asalariado. (La Révolte, Ginebra).

1889 – El centenario de la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1889 – Qué es una huelga. (La Révolte, Ginebra).

1890 – Trabajo intelectual y trabajo manual. (The Nineteenth Century, Londres).

1890 – La moral anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El movimiento obrero en Inglaterra. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El primero de mayo. (La Révolte, Ginebra).

1891 – La moral anarquista. (Folleto, París)

1891 – El comunismo anarquista: su base y sus principios. (Folleto, Londres. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1891 – Las huelgas inglesas. (La Révolte, Ginebra).   

1891 – La Entente. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Estudio sobre la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Mensaje a los delegados en el encuentro de sindicalista británicos y franceses. (Freedom, Londres).

1891 – La muerte de la nueva Internacional. (La Révolte, Ginebra).

1892 – La conquista del pan. (París).

1892 – El asunto de Chambles.(La Révolte, Ginebra).

1892 – El terrorismo. (La Révolte, Ginebra).

1892 – Explicación. (La Révolte, Ginebra).

1892 – El espíritu de rebelión. (Commonweal).

1893 – A cerca de la enseñanza de la fisiografía. (Geofraphic Journal, vol. 2, pp. 350-359, Londres).

1893 – La agricultura. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Discurso en Grafton Hill sobre el Anarquismo. (Freedom, Londres)

1893 – Los principios en la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Un siglo de espera. (París).

1894 – Los tiempos nuevos. (París).

1895 – La comuna de París. (Freedom Pamphlets, nº 2, Londres: W. Reeves).

1895 – Las condiciones actuales en Rusia. (The Nineteenth Century, vol. 38, pp. 519-535, Londres).

1896 – El anarquismo: su filosofía y su ideal. (Libr. Scociale, París. Edición Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1896 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolte, Ginebra).

1896 – Llamado a los jóvenes. (W. Reeves, Londres)

1897 – La gran huelga de los muelles. (Bibliothèque des Temps Nouveaux, París).

1897 – El Estado y su rol histórico. (Les Temps Nouveaux, París)

1897 – La población de Rusia. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 196-202, Londres).

1898 – Los antiguos cauces del Amu-Daria. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 306-310, Londres).

1898 – Moralidad anarquista. (Free Society, San Francisco).

1898 – Algunos de los recursos de Canadá. (The Nineteenth Century, March, pp. 494-514, Londres).

1899 – Cesarismo. (Les Temps Nouveaux, París).

1899 – Campos, fábricas y talleres. (Hutchinson, Londres).

1899 – Memorias de un revolucionario. (Houghton, Mifflin, Nueva York).

1900 – Comunismo y anarquía. (Les Temps Nouveaux, París).

1901 – La organización de la venganza llamada Justicia. (París).

1901 – Ciencia moderna y anarquismo. (Londres. Ed. en ruso; inglés en 1903. Ed. en castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1901 – El desarrollo del sindicalismo. (Londres).

1902 – El apoyo mutuo. (Heinemann, Londres).

1903 – Discusión con Mr. Mackinder; Mr. Ravenstein; Dr. Herbetson; MrAndrews; Cobden Sanderson y Elisée Reclus. (The Geographical Journal, vol. 22, nº. 3, pp. 294-299, JSTOR).

1904 – La desecación de Eurasia. (The Geographical Journal, 23, pp. 722-741).

1904 – El barón Toll. (The Geographical Journal, vol. 23, nº. 6, pp. 770-772, JSTOR).

1904 – Las necesidades éticas del presente. (The Nineteenth Century, LVI, pp. 207-226, Londres).

1904 – Cómo fue fundado “Le Révolté”. (Les Temps Nouveaux, París)

1904 – Máximo Gorki. (The Independent, vol. 54, nº 2924, pp. 1371-1378, New York; W. S. Benedict).

1905 – Ideales y realidades en la literatura rusa. (Boston: McClure, Philips and Co., 1919; New York: A. A. Knopf, 1915).

1905 – La agitación constitucionalista en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1905 – Bakunin. (Jleb I volia).

1905 – La revolución en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1909 – El terror en Rusia. (Methuen, Londres).

1909 – La gran revolución francesa. (Londres. Hay ed. Castellana. Ed. Proyección, Buenos Aires, 1977)

1910 – Anarquismo. (The Encyclopaedia Britannica, 11th edition. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1910 – Insurrección y revolución. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La cruzada en la ciencia de M. Bergson. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La guerra próxima. (The Nineteenth Century, Londres).

1914 – La acción anarquista en la revolución. (París).

1916 – La nueva Internacional. (París).

1916 – ¡Guerra! (William Reeves, Londres).

s/d   – Ley autoridad, un ensayo anarquista. (William Reeves, Londres)

1919 – La acción directa del ambiente y la evolución. (The Nineteenth Century,  vol. 85, pp. 70-89, Londres).

1920 – El sistema salarial. (Freedom Pamphlets, Londres).

1921 – Ideal en la revolución. (Byloe, nº 17).

1922 – Ética. (Petrogrado-Moscú; Golos Truda).

1923 – ¿Qué hacer? (Rebochii put, nº 5, Berlín).

1924 – Ética: su origen y evolución. (George G. Harrap & Co., Ltd, Londres)

Bibliografía recomendada

Actualidad de Kropotkin y el anarquismo revolucionario. Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas, Portal Libertario Oaca, 25 octubre 2013.

Carta a lenin de Piotr Kropotkin, acracia.org, 31 agosto 2016.

Carta de Piotr Kropotkin a Elías Jiménez Rojas. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 16 mayo 2017.

Carta de Piotr Kropotkin a Francisco Ferrer i Guardia. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 abril 2016.

Celebrando el Aniversario de Bakunin (1914). Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 23 noviembre 2018.

Cronología vital de Piotr Kropotkin. R. Quesada, Portal Libertario Oaca, 20 noviembre 2014.

El adiós del «príncipe» anarquista: Emma Goldman y el funeral de Kropotkin. Pete “Black Thunder”, Agente provocador, 9 febrero 2021.

El anarquismo según sus más ilustres representantes: Godwin, Proudhon, Stirner, Bakunin, Kropotkin, Tucker, Tolstoy, etc. P. Eltzbacher, Portal Libertario Oaca, 10 mayo 2017.

El gobierno revolucionario. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 20 septiembre 2015.

El legado de Kropotkin 100 años después de su muerte. Frank Mintz, acracia.org, 14 febrero 2021.

El nihilismo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2016.

El otoño de Kropotkin, sus últimos años. Jordi Maíz, acracia.org, 17 junio 2018.

El pensamiento ético y político de Kropotkin. Capi Vidal, Portal Libertario Oaca, 3 junio 2014.

El pensamiento de Kropotkin: ciencia, ética y anarquía. Ángel Cappelletti.

El príncipe de los ácratas. Omar López Mato, Historia hoy, nº 593, 8 febrero 2021.

El sabio y el revolucionario. Kropotkin según Malatesta. F. Fernández, Portal Libertario Oaca, 23 enero 2014.

En torno al pensamiento revolucionario de Piotr Kropotkin. Demián Revart, Portal Libertario Oaca, 9 septiembre 2015 (Prólogo a La conquista del pan, Revuelta Epistémica, 2015).

Kropotkin contra la eugenesia: siete intensos minutos. A. Girón, Portal Libertario Oaca, 9 julio 2017.

Kropotkin y El apoyo mutuo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2015.

Kropotkin y la infancia. Rafael Mondragón, acracia.org, 13 febrero 2021.

La acción de las masas y la acción individual. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 noviembre 2015.

La conquista del pan: volviendo a una obra de Kropotkin. Simón Royo Hernández, acracia.org, 1 abril 2007.

La descomposición de los estados. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 29 septiembre 2015.

La gran Revolución francesa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 8 septiembre 2016.

La Revolución francesa. Piotr Kropotkin, acracia.org, 10 agosto 2016.

Mis recuerdos sobre Kropotkin (1922). Milly Witkop, Portal Libertario Oaca, 1 noviembre 2017.

Opiniones de Kropotkin sobre la Revolución rusa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 19 noviembre 2017.

Palabras de un rebelde. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 11 septiembre 2015.

Piotr Kropotkin. Centenario de la muerte del abuelo del anarquismo y del apoyo mutuo. Todo por hacer, acracia.org, 7 febrero 2021.

Recordando a Darwin, revitalizando a Kropotkin. J. F. Paniagua, acracia.org, 4 febrero 2016

Recuerdos de Kropotkin. Emma Goldman, Portal Libertario Oaca, 7 enero 2018.

Sobre el orden. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 21 agosto 2015.

¿Somos lo suficientemente buenos? Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 10 noviembre 2015.

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Acercamiento al anarquismo: Bakunin Ft. Kropotkin.

Darwin y Kropotkin: ¿Competición o solidaridad?

El comunismo anarquista Piotr Kropotkin.

El otoño de Kropotkin. Entre guerras y revoluciones (1905-1921).

Funeral de Piotr Kropotkin [Filmación, 1921].

Juventud (A los Jovenes por el Anarquista Piotr Kropotkin).

Kropotkin en la memoria.                                   

La conquista del pan, Piotr Kropotkin. El comunismo anarquista.

La ética de Kropotkin.

Mesa Debate: «Kropotkin: Interdependencia y reciprocidad».

Palabras de un rebelde, de Piotr Kropotkin.

Qué es el anarquismo? por Piotr Kropotkin

La visión económica de Piotr Kropotkin y los retos del siglo XXI [Vadim Damier y Dmitri Rublev]

El trabajo científico y las actividades prácticas de Piotr Kropotkin son sorprendentemente diversos: un destacado científico-geógrafo y activo revolucionario-anarquista, biólogo e historiador, filósofo y sociólogo. Se le puede considerar, con razón, uno de los últimos enciclopedistas, personas perfectamente versadas en diversas ramas del saber humano. Algunas de sus conclusiones y previsiones científicas no fueron apreciadas por sus contemporáneos y sólo décadas después adquirieron, repentinamente, un nuevo sonido.

Eso es lo que ocurrió con las opiniones económicas de Kropotkin. El pensador fue uno de los primeros en plantear la cuestión de la ruptura con la lógica de la civilización industrial, basada en la búsqueda del crecimiento a toda costa, en la maximización de la producción por la producción y del consumo por el consumo, sin tener en cuenta las limitaciones ecológicas y humanistas. [1] Un siglo después, muchos de sus argumentos y conclusiones fueron reformulados y desarrollados en la corriente principal de los movimientos ecologistas y otros nuevos movimientos sociales de finales del siglo XX y principios del XXI.

El interés por los puntos de vista económicos de Kropotkin se ve reforzado por el carácter de crisis de la evolución de la humanidad moderna. Esta crisis no es puramente económica sino de naturaleza sistémica. Afecta a todo el complejo de relaciones entre la sociedad y el medio ambiente, es decir, a los fundamentos naturales de su existencia. La sociedad se enfrenta a sus manifestaciones en diversos ámbitos y áreas: agravamiento de los problemas medioambientales (agotamiento de los recursos, aumento de los residuos, catástrofes provocadas por el hombre, cambio climático, etc.)[2], fuerte polarización de la riqueza y de la pobreza en el mundo y en casi todos los países, lo que, a su vez, provoca el declive de regiones y zonas enteras, grandes desplazamientos de poblaciones. Las crecientes tensiones y contradicciones en la sociedad implican un mayor potencial de conflictos interestatales e inter-étnicos.

Las recetas para superar los fenómenos de la crisis que ofrecen hoy la mayoría de las escuelas y corrientes políticas, sociales y económicas no parecen conducir a la humanidad más allá del sistema de coordenadas que les dio origen. En los modelos liberal-mercantiles, la actividad humana es en general caótica, asemejándose al movimiento de las partículas en la termodinámica, y los resultados de los esfuerzos económicos y de las operaciones de mercado, como señaló acertadamente el filósofo francés André Gorz, a menudo no se corresponden con las metas y objetivos fijados por los participantes en estos procesos[3]. El resultado no es sólo la alienación deshumanizada del hombre de las decisiones socialmente importantes, la separación del productor directo del consumidor y de los resultados de su propio trabajo, sino también el deseo del productor de trasladar la carga de los costes a la sociedad en su conjunto, a “terceros”, al medio ambiente o a las generaciones posteriores, dejándoles como herencia una carga de problemas medioambientales y sociales sin resolver[4]. El modelo económico de planificación centralizada no es una alternativa seria al sistema de mercado en este sentido, ya que está igualmente orientado al crecimiento a cualquier precio. Los defensores de los modelos corporativo-capitalista y estatal-capitalista (“real-socialista”) creen que el crecimiento económico maximizará simultáneamente los beneficios, maximizará la riqueza total, resolverá los problemas sociales y aumentará la inversión de capital. Sin embargo, centrarse en el crecimiento no resuelve los problemas medioambientales y sólo conduce al agotamiento de los recursos. Además, la planificación central “desde arriba” se centra inevitablemente en servir a los poderosos intereses del “centro”, es decir, de la élite gobernante, en lugar de preservar el equilibrio ecológico.

Estas circunstancias nos llevan a recurrir a modelos de desarrollo económico orientados a satisfacer las necesidades de determinadas personas, a maximizar la estabilidad del sistema ecológico y a abordar los aspectos humanos y sociales de la economía. Este fue el modelo propuesto por Piotr Kropotkin.

Como representante de la tendencia antiautoritaria-socialista del pensamiento político, Kropotkin daba una importancia primordial a los objetivos humanistas del desarrollo social. El comunismo libertario que defendía no tenía nada en común con el comunismo estatista de los marxistas. El punto de partida de su modelo era la persona humana, con su emancipación y desarrollo integral como orientación básica. Así es como lo escribió en su obra “La anarquía, su filosofía, su ideal”:

El comunismo representa … la mejor base para el desarrollo del individuo – no ese individualismo que empuja a los hombres a luchar entre sí … sino el que representa con sí mismo el pleno florecimiento de todas las capacidades del hombre, el más alto desarrollo de todo lo que es original en él, la mayor actividad de su mente, sentimientos y voluntad”[5].

La sociedad por la que abogaba el pensador, la imaginaba en forma de una federación de comunidades territoriales, industriales y de otro tipo basadas en un contrato libre, cada una de las cuales, a su vez, debía ser una federación de individuos.

“[Los miembros de la sociedad] podrán aplicar sus conocimientos y su capacidad a la producción en beneficio de todos; y para ello se constituirán en organizaciones dispuestas de tal manera que combinen las fuerzas disponibles para producir la mayor cantidad posible de bienestar para todos, dándose al mismo tiempo la mayor latitud posible a la iniciativa personal”[6].

En consecuencia, las decisiones económicas en una sociedad de este tipo debían tomarse de abajo a arriba, sumando las necesidades de los individuos y coordinándolas entre sí, en interés de todos.

El enfoque humanista de Kropotkin era una expresión de la cultura “modernista”, con sus aspectos característicos de emancipación del individuo en la esfera cultural y política, y, al mismo tiempo, un intento de dar a la “modernización” una dirección armonizadora e igualitaria. En este sentido, coincide con la idea expresada a finales del siglo XX por el filósofo André Gorz de que hay que modernizar la propia modernización[7].

El concepto anarco-comunista de Kropotkin tiene sus raíces en las tradiciones del narodnikismo. Al igual que los narodniks, su propuesta de modelo de “modernidad” tenía un carácter selectivo. De ahí su característico rechazo a las ideas progresistas de las corrientes “occidentales” de pensamiento social (liberalismo y socialismo marxista) en relación con su rechazo a los aspectos deshumanizadores del sistema industrial-capitalista. Así, Kropotkin sometió a una crítica destructiva el exterminio de la cultura de la solidaridad y de la ayuda mutua asociada a las estructuras de la sociedad tradicional:

Como resultado, en todas partes -en el derecho, en la ciencia, en la religión- triunfa ahora la teoría que dice que las personas pueden y deben perseguir su propia felicidad sin prestar ninguna atención a las necesidades de los demás. Esto se ha convertido en la religión de nuestro tiempo, y las personas que lo dudan son consideradas utopistas peligrosos”[8].

En este sentido, el pensador consideró la destrucción de la comunidad campesina (con la consiguiente ruina del campesinado) y la formación de lo que hoy se denomina comúnmente “sociedad de masas” anónima y sin rostro, cuando “bajo el sistema moderno de vida social han desaparecido todos los lazos de unidad entre los habitantes de una misma calle y barrio”[9]. Kropotkin consideraba que tales fenómenos distorsionaban y mutilaban la naturaleza humana, que, según él, se caracterizaba por la ley natural de la sociabilidad y ayuda mutua.

En el plano económico, mucho antes que los ecologistas, Kropotkin atacó el despilfarro del modelo industrial, que explotaba ampliamente los recursos de la naturaleza, la energía y la mano de obra. Observó “a qué espantoso despilfarro humano conduce el orden moderno”[10], cómo se gasta el trabajo “en la producción de objetos totalmente inútiles o que sólo sirven para satisfacer una vanidad insensata”[11], en la producción de armamento, la intermediación, la burocracia y la propaganda, “en hacer comprar una cosa absolutamente innecesaria con la publicidad, o en imponer a los clientes un producto de mala calidad”[12]. Kropotkin veía las razones de esta situación en el hecho de que “la producción ha perdido completamente de vista las necesidades y ha tomado una dirección falsa”[13]. Consideró necesario “transformar la producción para que satisfaga realmente las necesidades”[14].

Como la mayoría de los pensadores de su época, Kropotkin depositaba grandes esperanzas en el progreso social, en el desarrollo de la ciencia y de la tecnología. Sin embargo, rechazó la noción tradicional positivista de progreso “lineal” en la vida de la sociedad. El desarrollo en algunas áreas y esferas en condiciones de una sociedad injusta y jerárquica, en opinión de Kropotkin, se combinaba con el retroceso y la decadencia en otras, con la deshumanización y la alienación de la personalidad humana, el colapso de los vínculos sociales. No es de extrañar que no percibiera la tecnología como algo “neutral” en cuanto a sus consecuencias sociales. De ahí su crítica al “sistema fabril moderno” (es decir, al sistema industrial de organización de la producción y la división del trabajo): la descualificación de los trabajadores, su pérdida de habilidades artesanales y la formación de un nuevo tipo de obrero que sólo estaba familiarizado con un estrecho conjunto de operaciones y acciones, e incapaz de comprender el significado y la finalidad del proceso de producción en su conjunto.

El ideal moderno del trabajador parece reducirse a lo siguiente: las mujeres, las niñas, los niños, sin conocer exactamente ningún oficio y sin tener la menor idea de la industria en la que se emplean, están condenados durante todo un día y toda una vida a producir la misma partícula minúscula de cualquier cosa, […] a hacer muelles para navajas o ‘la decimoctava parte de un alfiler’. Son esclavos de la máquina, miembros inconscientes de un mecanismo de proporciones monstruosas, sin saber por qué o cómo se mueve la máquina de forma uniforme. La artesanía, que requiere un maestro hábil, está condenada a desaparecer como un vestigio sin valor del pasado, y el artesano que encontraba el placer estético en el trabajo de sus manos es sustituido ahora por un esclavo vivo del hierro”[15].

La tragedia de esta situación, según Kropotkin, radicaba no sólo en la dominación de la técnica sobre un hombre “embotado”, sino también en el hecho de que el obrero de mente estrecha no estaba inclinado a cuestionar el sentido y el objetivo de la producción en su conjunto y, en consecuencia, no estaba dispuesto a luchar por el control de la misma o por la autogestión industrial. Al fin y al cabo, “el ideal de la industria capitalista es el niño que mira la máquina, en la que no entiende nada ni debe entender; y a su lado está el supervisor, que le multa si su atención flaquea aunque sea un momento”,[16] luego el organizador de la producción, y así sucesivamente. Al plantear el problema de esta manera, el pensador se adelantó décadas a su tiempo: no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los sociólogos empezaron a hablar de la aparición de un tipo descalificado de “trabajador de masas” dentro de una “sociedad de masas” atomizada y de la pérdida de radicalidad asociada en el movimiento obrero.

Otro tema que preocupaba a Kropotkin era el desarrollo de la división internacional del trabajo y la amplia importación de mercancías que llevaba a la ruina a la producción local, cercana a las necesidades de los pueblos concretos, y aumentaba la dependencia de países, regiones y continentes enteros del mercado mundial sin rostro o de la economía de las potencias industrializadas desarrolladas “lo que se llama el ‘desarrollo’ de los países atrasados en la industria, que es simplemente robarles”[17]. Al mismo tiempo, no era partidario del proteccionismo económico nacional (en el espíritu de fomentar la “producción nacional”), ni de la postura tradicional de los narodniks que se oponían a las vías económicas de Rusia y Occidente. Su enfoque de los problemas económicos se caracteriza por el universalismo. La plena realización del modelo alternativo de estructura social que proponía, desde el punto de vista de Kropotkin, sólo era posible a escala mundial.

Este modelo se basaba en criterios que podemos definir en términos actuales como la humanización, la ecologización y la diversificación de la economía, la superación del unilateralismo y la dependencia de complejos económicos regionales y nacionales separados. En cierto sentido, este era el camino hacia una “globalización” diferente y alternativa.

La transformación de la economía propuesta por Kropotkin es integral y comienza por su propia base: la forma de organización de la producción. Escribió -para usar la terminología de hoy- sobre la necesidad de descentralizar la industria y el sistema de gestión, desarrollando pequeñas tecnologías flexibles en la fabricación y pequeñas formas de organizar el trabajo, superando la rígida división del trabajo, desarrollando la esfera de los servicios, conectada con el creciente papel del factor tecnológico, la ciencia y la educación, fomentando una estructura de red de relaciones económicas, políticas y sociales.

Rechazando los elementos del orden industrial-capitalista, relacionados con la supresión de la personalidad humana, Kropotkin aceptó la conservación de algunas de las tecnologías de la sociedad industrial, necesarias para la satisfacción de las necesidades materiales de las personas. Pero su modelo los situaba en un contexto post-industrial esencialmente diferente. En primer lugar, en su obra “Campos, fábricas y talleres” (y algunas otras), cuestionó la tesis de la mayoría de los economistas de que la creación de una gran industria es un requisito previo para el progreso social. El pensador demostró la viabilidad de la producción a pequeña escala incluso en una sociedad industrial, su capacidad para adoptar innovaciones y logros técnicos:

La pequeña industria está dotada de una extraordinaria vitalidad, está sometida a todo tipo de cambios, se adapta a las nuevas condiciones y sigue luchando sin perder la esperanza de un futuro mejor. […] Están surgiendo muchos pequeños talleres con los últimos motores de gas y eléctricos […] Buscan nuevas especialidades para ellos”[18]

Las formas de producción más pequeñas, según él, están aún en ciernes.

Los pequeños modos de producción, creía Kropotkin, contribuyen al desarrollo de las capacidades intelectuales del trabajador, la “inventiva” y la racionalización, el gusto artístico, y como resultado, a la formación de las habilidades de integración del trabajo intelectual y físico, a la vuelta a la comprensión artesanal de la integridad del proceso de producción sobre la base de las tecnologías modernas.

El desarrollo de pequeñas formas de organización de la producción en formas cooperativas y comunales, según Kropotkin, reviviría las habilidades artesanales y creativas perdidas en el sistema industrial, y daría un paso hacia la superación de la alienación, acercando la producción al consumidor y restaurando el control del productor sobre su trabajo. En su obra “La ayuda mutua como factor de evolución”, en la que analiza la naturaleza de la producción en el taller artesanal medieval, Kropotkin explica las razones de la alta calidad de los productos elaborados en él de la siguiente manera:

El trabajo manual se consideraba en la Edad Media […] como un deber piadoso hacia los conciudadanos, como una función social […] tan honorable como cualquier otra. La idea de justicia hacia la comunidad y de ‘verdad’ hacia el productor y el consumidor, que parecería tan extraña en nuestra época, impregnaba entonces todo el proceso de producción e intercambio. […] El artesano medieval no producía para un consumidor desconocido, no lanzaba sus mercancías a un mercado desconocido: producía sobre todo para su propio gremio; para la cofradía de hombres en la que todos se conocían, en la que todos estaban familiarizados con las técnicas del oficio. […] Además, no era un solo productor el que ofrecía las mercancías a la comunidad para su compra; era el gremio el que las ofrecía. […] Con esta organización era una cuestión de amor propio para cada oficio no ofrecer productos de mala calidad, y los fallos técnicos o las falsificaciones afectaban a toda la comunidad”[19].

Siguiendo al escritor inglés William Morris, que realizó una apasionada crítica estética de la sociedad industrial-capitalista,[20] Kropotkin apoyaba la idea de introducir las técnicas de la artesanía medieval en la producción moderna, así como la integración del arte en el proceso de producción y en la vida cotidiana de los trabajadores:

El desarrollo del arte requiere que se conecte con la industria mediante miles de pasos intermedios que los funden en un todo único, como decían acertadamente Ruskin y el gran poeta socialista Morris. Todo lo que rodea al hombre -las casas y su interior, la calle, el edificio público […]- debe tener una bella forma artística”[21].

Sin embargo, Kropotkin no proponía simplemente “volver” al mundo preindustrial. Planteó la cuestión del desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías, a pequeña escala y correspondientes a lo que ahora se denomina “dimensión humana”. En su opinión, las condiciones para el desarrollo de las pequeñas formas de producción eran convertirse en métodos modernos de integración laboral (industrial y agrícola, física e intelectual, creativa y productiva, ejecutiva y de gestión), de autogestión y autoorganización de las unidades de producción, así como la introducción de los últimos inventos y el desarrollo de ramas intensivas en conocimientos en la industria y la agricultura. Así, ya en la década de 1890, en la obra “La Conquista del Pan”, preveía el desarrollo futuro de formas alternativas de energía (solar) y de la microbiología:

Algún Mouchet inventará una máquina que pueda dirigir y hacer funcionar los rayos del sol, en lugar de extraer de las entrañas de la tierra el calor solar depositado allí en forma de carbón. Se experimentará con la irrigación de la tierra con cultivos de micro-organismos, una idea bastante racional, pero todavía nueva, cuya puesta en práctica permitirá probablemente criar células vivas en la tierra, necesarias para las plantas tanto para la alimentación de sus raíces como para la descomposición de los compuestos del suelo”[22].

Al mismo tiempo, el pensador no asumió el rechazo total de las grandes formas de organización de la producción en aquellas ramas y esferas, donde son absolutamente necesarias. Señaló que, por ejemplo, en la industria pesada y la ingeniería mecánica (siderurgia, minería, construcción naval, tuberías, electricidad, transporte y otras industrias) e incluso en parte de la industria textil es bastante aceptable grandes empresas [23]. Pero incluso en estas industrias propuso preservar el sector del trabajo manual y las pequeñas formas de producción (por ejemplo, en la confección artística de tejidos)[24].

Como vemos, en cuestiones de organización de la producción Kropotkin abogaba, en esencia, por ir más allá de los límites de la civilización industrial, superando la lógica industrial. En este sentido, es bastante admisible considerarlo como uno de los primeros teóricos del post-industrialismo. Es curioso que el propio término “post-industrialismo”, introducido en 1914 por Ananda Coomaraswamy, autor de obras sobre el desarrollo preindustrial de los países asiáticos, se utilizara en aquellos años para referirse al modelo de desarrollo económico sobre el que escribió Kropotkin. Así, el teórico del socialismo liberal inglés Arthur Penthey designó un sistema de relaciones de producción en el que se recupera el trabajo autónomo a pequeña escala con la integración de técnicas artesanales y artísticas para superar las contradicciones sociales del sistema industrial[25].

Muchos teóricos modernos del post-industrialismo repiten a menudo en sus construcciones las conclusiones y sugerencias del pensador ruso. Entre las ideas antaño olvidadas, pero ahora revividas o reiteradas, se encuentra el concepto de una economía de dos esferas, con pequeñas formas desvinculadas y que satisfacen las necesidades básicas a expensas de la gran producción automatizada (André Gorz[26], Josef Huber[27] y otros), y las ideas sobre las pequeñas unidades de producción basadas en tecnologías intensivas en conocimiento, flexibles y de pequeño tamaño (Alvin Toffler[28] y otros), y la conclusión sobre la relación entre las tecnologías “alternativas” y ambientalmente aceptables, el ahorro de recursos por un lado, y la organización descentralizada y comunal de la sociedad por otro (Murray Bookchin[29] y otros).

Según Kropotkin, el cambio en la forma de organización de la producción debería permitir superar la división del trabajo de tipo industrial y hacer más racional la redistribución del trabajo en la sociedad. Partió de la base de que integrando la enseñanza secundaria y la profesional, humanitaria y técnica, sería posible preparar a un individuo plenamente capacitado y desarrollado, capaz de dominar una variedad de ocupaciones y actividades, superando la estrecha especialización impuesta por la sociedad moderna.

En primer lugar, él [el hombre] realizará, ya sea en forma de trabajo agrícola o industrial, el trabajo que tiene que dar a la sociedad como su parte del consumo común. Entonces utilizará la otra mitad del día, de la semana o del año para satisfacer sus necesidades artísticas o científicas”[30].

El resultado de la redistribución del trabajo en la sociedad y la introducción de nuevas tecnologías también debía ser una reducción general del tiempo de trabajo a 4-5 horas diarias. Obsérvese que la idea del empleo racional, la reducción de la jornada laboral y el aumento de la esfera del ocio es actualmente muy popular en los círculos sindicales y ecologistas.

Además, Kropotkin propuso llevar a cabo una amplia diversificación de la producción sobre la base de la combinación de sus diversas formas y ramas, la descentralización general y la desvinculación. En obras como “La Conquista del Pan” y, sobre todo, “Campos, fábricas, talleres”, expuso la idea de la máxima autosuficiencia regional posible sobre la base de la integración del trabajo industrial y agrícola, la diversificación de la economía regional:

…Cada país, cada zona geográfica [podría tener la oportunidad] de cultivar en sí mismo el pan y las verduras que necesita y producir… la mayoría de los artículos que consume. Esta diversidad es la mejor garantía del desarrollo de la industria a través de la interacción de sus distintas ramas, la garantía del fomento y difusión de los conocimientos técnicos y, en general, del progreso”[31].

No se trata, por supuesto, de crear pequeñas comunidades completamente cerradas o de una autarquía absoluta. Las transformaciones debían comenzar “en una zona industrial y agrícola bastante amplia, que abarque tanto la ciudad como el campo, y no sólo en una ciudad”[32]. Depender principalmente de sus propias reservas y recursos ahorraría energía, reservas naturales y mano de obra.

Ciertamente no queremos decir con esto que haya que eliminar todo intercambio y que cada localidad deba tratar de producir todo, y precisamente aquello que, en las condiciones dadas de su clima, sólo puede crecer mediante un cultivo más o menos artificial. Sólo queremos demostrar que la teoría del intercambio, tal y como se predica ahora, es muy exagerada, y que muchos de los ‘intercambios’ que se realizan actualmente son inútiles e incluso perjudiciales”[33].

En otras palabras, la región autónoma no podría producir todo por sí misma, y tendría que entrar en relación con otras regiones y federaciones en estos casos, coordinándose con ellas “desde abajo”, a través de un sistema de federación dual, es decir, sobre la base de la suma de necesidades y la contabilidad estadística. Al mismo tiempo, se permitió ampliar las importaciones de productos no producidos en el país, “cuyo intercambio es una necesidad”. También se pretendía ampliar el “intercambio en el campo de las invenciones, el arte y la ciencia”[34].

La producción especializada y centralizada sería así sustituida por la autosuficiencia regional en la mayor medida posible sobre la base de la integración de la mano de obra y la diversificación de la economía. El modelo de la nueva industria y agricultura, según Kropotkin, representaría una red de complejos productivos autónomos y diversificados, orientados en primer lugar a la autosuficiencia de la empresa, luego a satisfacer las necesidades de la población de una región concreta, después a otras regiones y sólo en último término, a la exportación. Aproximadamente las mismas propuestas se plantean en el marco de los conceptos modernos de economía ecorregional.

El sistema de relaciones económicas propuesto por Kropotkin está lejos de ser un sistema de mercado. Al mismo tiempo, no se trata de una planificación centralizada, sino de una especie de planificación descentralizada, basada en la democracia directa y en el sistema de “órdenes” procedentes de la base, directamente de los consumidores. El pensador creía que ni el mercado, ni la gestión administrativa y burocrática pueden reorientar la producción directamente para satisfacer las necesidades de los consumidores, ahorrando poder humano y recursos. Creía que era necesario “dejar de producir para compradores desconocidos”[35] y dirigirse “a las necesidades y gustos” de consumidores concretos[36]. Por ello, los métodos y las formas de identificar las necesidades y las de los consumidores estaban en el centro de sus intereses, que debían entonces, en su pensamiento, orientar el desarrollo de la producción. En esencia, Kropotkin se anticipó a las ideas relevantes que surgieron a finales del siglo XX en los conceptos de “economía alternativa”[37]. En primer lugar, pretendía llevar a cabo “el estudio de las necesidades de la humanidad y de los medios para satisfacerlas con la menor pérdida inútil de fuerzas humanas”[38]. Una vez que las personas establecieran sus necesidades y determinaran las formas de satisfacerlas, podrían proceder a “coordinar los esfuerzos singulares de las personas y dirigirlos hacia un objetivo común -la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la sociedad- en lugar de dejar la satisfacción de estas necesidades a todos los accidentes de la producción dispar”[39].

Kropotkin propuso basar los mecanismos de identificación y satisfacción de las necesidades y, por consiguiente, la regulación de la producción, en los principios del autogobierno, la “democracia directa”. En su modelo, esta función se encomendaba a las uniones territoriales urbanas y rurales de ciudadanos (comunas libres), así como a numerosas estructuras ramificadas libres (desde las económicas hasta las culturales y recreativas), teniendo la oportunidad de formarse en diversas redes y asociaciones. La propia unidad de la sociedad en esta situación pasa a depender inevitablemente de la participación del individuo en muchas redes diferentes[40]. Poco a poco, la estructura socioeconómica de la sociedad fue adquiriendo los contornos cercanos a una estructura de red, liberándose de una adscripción estrictamente territorial y convirtiéndose en organizaciones extraterritoriales, paralelas, de simpatías e intereses.

En “Palabras de un Rebelde” y “La Conquista del Pan”, Kropotkin presenta un sistema en el que las decisiones se toman desde abajo, en las comunidades, y son acordadas por representantes en conferencias basadas en las instrucciones de los votantes. La orientación empresarial del evento, ligada a problemas concretos de producción y consumo, según Kropotkin, garantizaría una rápida toma de decisiones y acuerdos:

El nombramiento y envío de delegados a una reunión es comprensible cuando cien, doscientas o incluso mil personas, que se encuentran a diario en el trabajo por una causa común y, por tanto, se conocen entre sí y conocen el negocio, habiendo discutido alguna cuestión, llegan a alguna conclusión y eligen un delegado para enfrentarse a otros representantes sobre esa cuestión concreta. La elección se realiza entonces de forma muy consciente; y cada uno sabe lo que puede confiar a su delegado. No sólo eso: este comisionado se limitará a exponer a los demás comisionados las consideraciones que llevaron a quienes le enviaron a llegar a una determinada conclusión. Al no tener derecho a imponer nada, tratará de encontrar motivos de acuerdo, y volverá a casa con una propuesta directa, que podrán aceptar o rechazar”[41].

Esta forma de coordinación económica acercará la gestión a las necesidades de las regiones, a las demandas directas de la población, ayudará a tener en cuenta las numerosas condiciones naturales y sociales. El carácter consensual de las estructuras deliberativas, en contraposición a las directivas-gerenciales, puede ayudar a suavizar las contradicciones, a transferir la iniciativa y la responsabilidad de las decisiones hacia abajo, directamente a los colectivos de productores y consumidores[42].

Por supuesto, Kropotkin asoció la aplicación de su modelo con una transformación revolucionaria y radical de la sociedad sobre la base del autogobierno universal. Pero es característico que constantemente tratara de encontrar elementos y rasgos de futuros procesos sociales ya dentro de las tendencias de desarrollo de la sociedad contemporánea. Siguiendo su ejemplo, es interesante plantear la siguiente pregunta: ¿qué relevancia podrían tener las propuestas e ideas del científico para resolver los problemas a los que se enfrenta la economía rusa en la actualidad?

Entre estos problemas se encuentran el lugar específico y dependiente de Rusia en el mercado mundial (principalmente en el papel de proveedor de materias primas y armas), el desarrollo hipertrofiado de la industria del petróleo y del gas (que tiende a convertirse en una especie de “monoindustria”), el declive de una serie de sectores industriales que trabajan para el mercado interno y la agricultura (sobre todo debido a la amplia importación de bienes relevantes del extranjero), las disparidades regionales, el aumento de la pobreza y la desigualdad social, la crisis medioambiental. Parece que los conceptos actualmente dominantes (mercado abierto, por un lado, y patrocinio de los fabricantes nacionales de productos básicos, renta de las materias primas, nacionalización de los recursos del subsuelo y utilización de los ingresos del petróleo y el gas para el desarrollo social y tecnológico, por otro) no permiten resolver radicalmente las dificultades a las que se enfrenta la economía del país. La vuelta al modelo del proteccionismo soviético y la planificación directiva centralizada tampoco es una alternativa.

La idea de la autosuficiencia regional y la orientación hacia los recursos y oportunidades locales, que Kropotkin defendía, permitiría al país reactivar la producción industrial, centrada en los consumidores domésticos, así como, principalmente, la agricultura. Este último punto es extremadamente doloroso en el contexto de la emergente crisis alimentaria mundial y en una situación en la que la introducción de productos modificados genéticamente aumenta la dependencia de los países periféricos de las potencias industriales desarrolladas (en particular, en lo que respecta al suministro de semillas).

La diversificación de la economía, propuesta por Kropotkin, podría sacar al país de la posición de apéndice del petróleo y del gas de las principales economías del mundo. La modernización económica, según Kropotkin, conduciría inevitablemente al abandono del modelo económico, centrado en el complejo de los combustibles y energía, en la producción de materias primas para la exportación, en el enfoque en el desarrollo de la industria del acero y en el énfasis de las industrias militares. Una alternativa a estos procesos habría sido una reorientación de la producción hacia el consumo interno, el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la educación. Y esto no significaría una vuelta al modelo económico de la URSS, centrado en la industria pesada. El modelo de Kropotkin implica un enfoque en el desarrollo de tecnologías ambientales y alternativas, la industria manufacturera y la agricultura.

Por último, centrarse en el desarrollo de la producción local y regional podría ayudar a resolver el problema de la redistribución de los recursos y los medios materiales entre el centro y las regiones tanto a nivel global como a nivel regional, lo que resolvería el problema de los agudos desequilibrios y desigualdades.

Notas

1) Para un análisis más detallado de la economía como sistema de “crecer o morir”, véanse las obras del teórico medioambiental estadounidense Murray Bookchin: Bookchin M. Der Weg aus der ökologischen Krise // Bookchin M. Hierarchie und Herrschaft. Berlín, 1981. S. 52-55.

2) Véase: Meadows D., Randers J. Los límites del crecimiento. 30 años después. М., 2007.

3) Véase: Gorz A. Crítica de la economía. Berlín, 1989.

4) Sobre la economía de mercado como “economía de costes no pagados”, véase: Kapp K.W.

Soziale Kosten der Marktwirtschaft. Frankfurt a. M., 1988.

5) Kropotkin P.A. La anarquía, su filosofía, su ideal // Kropotkin P.A. Anarchy, its philosophy, its ideal: Essays. М. 1999. С. 243.

6) Ibid. Palabras de un Rebelde. М., 1988. С. 389.

7) Gorz A. Op. cit. S. 13.

8) Kropotkin P.A. La ayuda mutua como factor de evolución (en España, El Apoyo Mutuo). М., 2007. С. 177.

9) Ibid. С. 217.

10) Ibid. La Conquista del Pan (en ruso, Pan y Voluntad) // Ibid. Pan y Voluntad. La ciencia moderna y la anarquía. М., 1990. С. 191.

11) Ibid. С. 38.

12) Ibid. С. 39.

13) Ibid. С. 191.

14) Ibid.

15) Ibid. Campos, fábricas y talleres. (Agricultura, industria y artesanía.) M., 1908. С. 5-6.

16) También. La Conquista del Pan… P. 197.

17) También. La ciencia moderna y la anarquía // Ibid. La Conquista del Pan… P. 486.

18) También. Campos, fábricas y talleres… С. 113, 114, 130.

19) También. La ayuda mutua como factor de evolución… P. 152-153.

20) Para más detalles, véase: Methen A. El socialismo en Inglaterra. SPb., 1898. С. 83-115.

21) Kropotkin P.A. La ayuda mutua como factor de evolución… P. 127.

22) También. La Conquista del Pan… P. 234.

23) También. Campos, fábricas y talleres. С. 122.

24) Ibid. С. 161.

25) Véase: Inozemtsev V.A. Daniel Bell’s Postindustrial World // Bell D. The Coming Postindustrial Society. La experiencia de la previsión social. М., 2004. P. XII.

26) Véase: Gorz A. Les chemins du paradis. París, 1983.

27) Véase: Huber J. Wer soll das alles ändern. Las alternativas del movimiento alternativo. Berlín, 1980.

28) Toffler E. The Third Wave. М., 2004.

29) Ver Bookchin M. Towards a Liberatory Technology // Bookchin M. Post-Scarcity Anarchism. San Francisco, 1971. Esta última idea se acerca a una parte importante de los participantes de los movimientos ecologistas contemporáneos. Así caracterizaba estas reflexiones el primer líder del Partido Verde alemán, Petra Kelly: “Aquí y en el tercer mundo debemos avanzar hacia la vida en pequeñas comunidades, permitiendo al individuo un alto grado de autodeterminación y participación en la toma de decisiones, proporcionándole solidaridad y seguridad. La tecnología de alto desarrollo, pequeña y blanda, debe estar orientada a las escalas humana, natural y medioambiental (uso de la energía solar y de los procesos biológicos para obtener energía y materias primas, uso altamente eficiente de todos los recursos, adopción de procesos ecológicos para la fertilización del suelo y el control de plagas, reciclaje de materiales usados, fabricación de objetos de alta fiabilidad y larga vida útil), y las personas deben tener habilidades integrales. La artesanía, las artes y las ciencias no estarán marcadas por la competencia y el egoísmo, sino por la asociación y la camaradería” (Kelly P.K. Die vierte Partei // Die Grünen: Personen, Projekte, Programme. Stuttgart, 1980. S. 76).

30) Kropotkin P.A. La Conquista del Pan… P. 117.

31) Ibid. С. 206.

32) Ibid. La ciencia moderna y la anarquía… P. 383.

33) También. La Conquista del Pan. p. 214.

34) También. Campos, fábricas y talleres… P. 105.

35) Ibid. La Conquista del Pan… P. 214.

36) Ibid. С. 235.

37) Véase, por ejemplo: Gorz A. Les chemins du paradis.

38) Kropotkin P.A. La Conquista del Pan… P. 189.

39) Ibid. С. 195.

40) Ibid. Palabras de un rebelde. Pg.; M., 1921. С. 212-213.

41) Ibid. С. 195.

42) Ibid. С. 260; Ibid. Pan y Voluntad… P. 56-57.

SER HISTÓRICO