Cuaderno de Formación Libertaria nº 7: «Cómo organizar una agrupación ‘Mujeres Libres'», Mujeres Libres

Bajar folleto

Cuestiones de táctica o Anarquía sin adjetivos

Fernando Tarrida del Mármol

CUADERNO DE FORMACIÓN LIBERTARIA 1

Carta enviada por el anarquista Fernando Tarrida del Mármol al periódico francés La Révolte con fecha de 7 de agosto de 1890.

Barcelona, 7 Agosto 1890

Compañeros de La Révolte,

Quisiera explicar con claridad la idea que me hago de la táctica revolucionaria de los anarquistas franceses; por ello, no pudiendo escribir una serie de artículos como haría falta, os envío esta carta. De ella extraeréis lo que contenga de bueno.

La decisión revolucionaria no ha faltado nunca en el carácter francés, habiendo demostrado los anarquistas, en infinidad de circunstancias, que no carecen de propagandistas y de revolucionarios. El número de adherentes es bastante amplio y con grandes pensadores, propagandistas decididos y adeptos entusiastas; Francia, en verdad, es el país donde se producen menos actos importantes para la Anarquía. Esto es lo que me hace pensar. He aquí por qué os he dicho que creía no ser buena vuestra táctica revolucionaria. Nada fundamental separa a los anarquistas franceses de los anarquistas españoles y, sin embargo, en la práctica, nos encontramos a gran distancia.

Todos nosotros aceptamos la Anarquía como la integración de todas las libertades y su sola garantía; como la impulsión y la suma del bienestar humano. No más leyes ni represiones; desarrollo espontáneo, natural en todos los actos. Ni superiores ni inferiores, ni gobiernos ni gobernados. Anulación de toda distinción de rango; solamente seres conscientes que se buscan, que se atraen, discuten, resuelven, producen, se aman, sin otra finalidad que el bienestar común. Así es como todos concebimos la Anarquía, como todos concebimos la sociedad del porvenir; y es para la realización de esta concepción que trabajamos todos. ¿Dónde, pues, están las diferencias?

Según mi parecer, vosotros, extasiados por la contemplación del Ideal, os habéis trazado una línea de conducta ideal, un puritanismo improductivo, en el cual malgastáis cantidad de fuerzas, que podrían destruir a los organismos más fuertes y que, así mal empleadas, nada producen. Olvidáis que no estáis rodeados por seres libres, celosos de su libertad y de su dignidad, sino por esclavos que esperan ser liberados. Olvidáis que nuestros enemigos están organizados y todos los días procuran fortalecerse más para continuar reinando. Olvidáis, en fin, que aun los que trabajan para el bien viven en la desorganización social actual y están llenos de vicios y prejuicios.

De todo esto se deduce que aceptáis una libertad absoluta y todo lo esperáis de la iniciativa individual, llevada a un punto tal en que ya no hay pacto o acuerdo posibles. Sin acuerdos, sin reuniones en las cuales se tomen resoluciones; lo importante y esencial es que cada uno haga lo que le plazca. Con el resultado de que si alguien quisiera hacer algo bueno y carece de lugar para reunirse con todos los que como él piensan, para exponer su iniciativa, escuchar sus consejos y aceptar su concurso; se ve obligado a hacerlo todo solo o a no hacer nada.

De este modo, crear comisiones para trabajos administrativos, fijar contribuciones para hacer frente a tal o cual necesidad, es una imposición. Y de este modo, si un compañero o un grupo quiere ponerse en relación con todos los anarquistas de Francia o del mundo para una cosa determinada, no tiene medio para hacerlo y debe renunciar a la idea. Todo lo que no es la Revolución social es una tontería: ¿No debe importar a los anarquistas que los salarios se vuelvan aún más insuficientes, que la jornada de trabajo se alargue, que se insulte a los obreros en los talleres o que las mujeres sean prostituidas por los patrones?

Mientras dure el régimen burgués esas cosas ocurrirán siempre, y solamente hay que preocuparse de la meta final. Pero mientras tanto la masa de los proletarios que sufre y no cree en una liberación próxima, no escucha a los anarquistas.

Si continuara así podría amontonar ejemplos, siempre con el mismo resultado: impotencia. No porque carezcan de elementos, sino por encontrarse diseminados, sin ningún tipo de conexión entre ellos.

En España seguimos una táctica completamente diferente; ciertamente para vosotros será una herejía digna de la mayor excomulgación, una práctica falaz, que se debe separar del campo de acción anarquista y, sin embargo, creemos que solamente así podemos hacer penetrar nuestras ideas entre los proletarios y deshacernos del mundo burgués. Tanto como vosotros, deseamos la pureza del programa anarquista. Nada hay tan intransigente y categórico como las Ideas, y no admitimos términos medios ni ninguna clase de atenuantes. Para eso, tratamos en nuestros escritos de ser tan explícitos como podemos. Nuestro norte es la Anarquía, el punto que deseamos alcanzar y hacia el cual dirigimos nuestra marcha. Pero en nuestro camino hay toda clase de obstáculos y para derribarlos empleamos los medios que nos parecen mejores. Si no podemos adaptar nuestra conducta a nuestras ideas, lo hacemos saber, tratando de aproximarnos lo más posible al ideal. Hacemos lo que haría un viajero que quisiera ir a un país de clima templado y que para llegar a él debiera atravesar los trópicos y las zonas glaciales: iría provisto de buenas frazadas y de ropa ligera, que dejará de lado llegado a destino. Sería estúpido y también ridículo querer pelear con los puños contra un enemigo tan bien armado.

De lo expresado procede nuestra táctica. Somos anarquistas y predicamos la Anarquía sin adjetivos. La Anarquía es un axioma y la cuestión económica algo secundario. Se nos dirá que es por la cuestión económica que la Anarquía es una verdad; pero nosotros creemos que ser anarquista significa ser enemigo de toda autoridad e imposición, y por consecuencia, sea cual sea el sistema que se preconice, es por considerarlo la mejor defensa de la Anarquía, no deseando imponerlo a quienes no lo aceptan.

Lo que no quiere decir que pongamos de lado la cuestión económica. Al contrario, nos agrada discutirla pero solamente como una aportación a la solución o soluciones definitivas. Cosas excelentes han dicho Cabet, Saint Simon, Fourier, Robert Owen u otros; pero todos sus sistemas han desaparecido porque querían encerrar a la Sociedad en las concepciones de sus cerebros no obstante haber hecho mucho de bueno para el esclarecimiento de la gran cuestión.

Observad que desde el instante en que proponéis trazar líneas generales para la Sociedad futura por un lado surgen las objeciones y las preguntas de los adversarios; y por el otro, el natural deseo de hacer una obra completa y perfeccionada nos llevará a inventar y trazar un sistema que, estemos seguros, desaparecerá como los otros.

Del individualismo anarquista de Spencer y otros pensadores burgueses, a los anarquistas individualistas-socialistas (no encuentro otras expresiones) existe una gran distancia, como ocurre entre los colectivistas españoles de una región a otra; al igual que entre los mutualistas ingleses o norteamericanos; como entre los comunistas libertarios, etc.

Kropotkin, por ejemplo, nos habla del “pueblo industrial”, reduciendo su sistema, o si se quiere su concepción, a la reunión de pequeñas comunidades que producen lo que quieren, realizando por así decir la función bíblica del paraíso terrestre con el progreso actual de la civilización; mientras que Malatesta, que también es comunista libertario, indica la constitución de grandes organizaciones que intercambien sus productos y que aún aumentarán más esta potencia creadora, esta asombrosa actividad que despliega el siglo XIX, purgado de toda acción nociva.

Cada potente inteligencia señala y crea rutas nuevas para la Sociedad futura, haciendo adeptos por fuerza hipnótica (si así se puede decir), sugestionando en otros cerebros con estas ideas, y todos en general nos hacemos nuestro plan particular.

Convengamos, pues, como casi todos hemos hecho en España, en llamarnos simplemente anarquistas. En nuestras conversaciones, en nuestras conferencias y en nuestra prensa, discutamos sobre las cuestiones económicas, pero nunca estas cuestiones deberían ser una causa de división entre los anarquistas. Para el desarrollo de la propaganda, para la conservación de la idea, tenemos necesidad de conocernos y vernos, debiendo para esto constituir grupos. En España los hay en casi todas las localidades donde hay anarquistas, y son la fuerza impulsiva de todo movimiento revolucionario. Los anarquistas no tienen dinero ni medios fáciles para procurárselo; para obviar esto, la mayoría de nosotros se ha impuesto una pequeña contribución semanal o mensual.

Procediendo así, podemos mantener las relaciones necesarias entre todos los asociados y podríamos mantenerlas entre toda la Tierra si los otros países tuviesen una organización como la nuestra. En nuestros grupos no hay autoridad; se pone a un compañero como tesorero, a otro como secretario para recibir la correspondencia, etc., etc. Cuando son ordinarias, las reuniones se hacen cada semana o cada quince días; si son extraordinarias cuantas veces sea necesario. Para ahorrar gastos y trabajo y también como medida de prudencia, en caso de persecución, se crea una comisión de relaciones a escala nacional. La que no toma iniciativas: quienes la componen deben dirigirse a su grupo si desean hacer proposiciones. Su misión es la de hacer conocer a todos los grupos las resoluciones y proposiciones que se le comunican desde un grupo, tomar nota de todas las direcciones que se le hacen llegar y enviarlas a los grupos que las solicitan, para ponerse en relación directa con otros.

Tales son las líneas generales de la organización que fue aceptada en el congreso de Valencia y de la cual hablasteis en La Révolte. El bien que produce es inmenso; es la que atiza el fuego de las ideas anarquistas. Pero, estad seguros, si redujéramos la acción a la organización anarquista, obtendríamos poca cosa. Acabaríamos por transformarla en una organización de pensadores que discuten sobre las ideas y que con certeza degeneraría en una sociedad de metafísicos, discutiendo sobre las palabras. Algo y mucho de esto os ocurre a vosotros. Empleando vuestra actividad solamente a discutir sobre el ideal, desembocáis en cuestiones de palabras. Se llaman unos “egoístas” y los otros “altruistas”, queriendo ambos la misma cosa; éstos se llaman “comunistas libertarios” y aquéllos “individualistas”, para en el fondo expresar las mismas ideas.

No debemos olvidar que la gran masa de los proletarios está obligada a trabajar un número excesivo de horas, que se encuentra en la mayor miseria y que, por consecuencia, no puede comprar libros de Büchner, Darwin, Spencer, Lombroso, Max Nordau, etc., de los cuales apenas si conoce los nombres. Y si aún el proletario pudiera procurarse sus libros, carece de estudios preparatorios de física, química, historia natural y matemáticas, necesarios para comprender bien lo que se lee; no tiene tiempo para estudiar con método, ni su cerebro está bastante ejercitado para poder asimilar bien estos estudios. Hay excepciones: como la de Esteban en Germinal (de Émile Zola), sedientos por saber devoran cuanto les cae en las manos, pero casi nada retienen.

Nuestro campo de acción no está, pues, en el seno de estos grupos, sino en medio del proletariado.

Es en las sociedades de resistencia donde estudiamos y preparamos nuestro plan de lucha. Existirán estas sociedades mientras dure el régimen burgués. Los trabajadores que no son escritores, se preocupan poco si existe o no libertad de prensa; los trabajadores no son oradores, poco se ocupan de la libertad de las reuniones públicas; consideran que las libertades políticas son cosas secundarias, pero todos desean mejorar su condición económica y todos desean sacudir el yugo de la burguesía; debido a esto habrá cámaras sindicales y sociedades de resistencia mientras persista la explotación del hombre por el hombre. Aquí está nuestro lugar. Abandonándolas, como habéis hecho vosotros, se vuelven los lugares de reunión de cuatro vividores que hablan a los trabajadores de «socialismo científico» o de practicismo, posibilismo, cooperación, acumulación de capitales para sostener huelgas pacíficas, solicitud de ayuda y apoyo de las autoridades, etc., de manera de adormecerlos y de frenar su impulso revolucionario. Si los anarquistas estuviesen en estas sociedades, al menos impedirían que los adormecedores hicieran propaganda contra nosotros. Y si, además, ocurriese que los anarquistas, como en España, fuesen los miembros más activos de dichas sociedades, los que hacen los trabajos necesarios sin retribución alguna, contrariamente a los doblados defensores que los explotan, pasaría que estas sociedades estarían siempre de nuestro lado. En España son estas sociedades las que, todas las semanas, compran periódicos anarquistas en gran cantidad para distribuirlos gratis a sus miembros; son estas sociedades las que dan el dinero para sostener a nuestras publicaciones y para socorrer a los prisioneros y perseguidos. Por nuestra conducta mostramos en estas sociedades que luchamos por amor a nuestras ideas; además, vamos a todas partes en donde hay obreros e incluso a donde no los hay, cuando creemos que nuestra presencia puede ser útil a la causa de la Anarquía. Así es como en Cataluña (y ahora comienza también en las otras regiones de España) no existe municipio en donde no hayamos creado o al menos ayudado a crear corporaciones con el nombre de círculos, ateneos, centros obreros, etc., que sin decirse anarquistas y sin serlo realmente, simpatizan con nuestras ideas.

Allí damos conferencias puramente anarquistas, mezclando en las reuniones musicales y literarias nuestros trabajos revolucionarios. Allí, sentados en la mesa del café, discutimos, nos vemos todas las noches; o estudiamos en la biblioteca.

Es en sitios así donde instalamos la redacción de nuestros periódicos, y los que llegan como canje van al salón de lectura; todo esto con una organización libre y casi sin gastos. Por ejemplo, en el círculo de Barcelona no se está obligado ni a ser socio; lo son quienes quieren y la contribución, de 25 céntimas al mes, es también voluntaria. De los dos o tres mil obreros que vienen a los locales del círculo, solamente trescientos son socios. Podríamos afirmar que estos locales son los focos de nuestras ideas; y sin embargo, aunque el gobierno ha buscado siempre pretextos para cerrarlos, no los ha encontrado, porque no se dicen anarquistas y no es allí donde se tienen las reuniones privadas. No se hace nada allí que no se haría en no importa qué café público; pero como allí van todos los elementos activos, surgen a menudo grandes cosas, y esto sin formulismo, bebiendo una taza de café o un vaso de aguardiente.

Tampoco olvidamos a las sociedades cooperativas de consumo. En casi todos los pueblos de Cataluña, excepto en Barcelona, donde es imposible a causa de las grandes distancias y de la manera de vivir, se han creado cooperativas de consumo en donde los obreros encuentran los comestibles más baratos y de mejor calidad que en los minoristas, y esto sin que ninguno de los socios mire la cooperación como meta final, sino solamente como un medio que se debe aprovechar. Hay sociedades que hacen grandes compras y que tienen un crédito de cincuenta o sesenta mil pesetas, las cuales han sido de gran utilidad en las huelgas, dando crédito a los obreros. En los ateneos de los “señores” (o de los sabios, cual se los llama) se discute sobre el socialismo; dos compañeros van en seguida a inscribirse como miembros (si no tienen dinero, se lo da la corporación) y sostienen allí nuestro Ideal.

Lo mismo hace nuestra prensa. Nunca deja de lado las ideas anarquistas; pero da cabida a manifiestos, comunicaciones y noticias que, aunque puedan parecer sin importancia, sirven, sin embargo, a hacer penetrar nuestro periódico y con él nuestras ideas, en los pueblos o en los medios que no las conocían. He aquí nuestra táctica y creo que, si se la adoptase en otros países, pronto verían los anarquistas ampliarse su campo de acción.

Pensad que en España la mayoría no sabe leer y, sin embargo, se publican periódicos anarquistas, folletos, libros y hojas sueltas en cantidad. Continuamente se hacen mítines y, sin tener grandes propagandistas, se producen hechos muy importantes.

En España, la burguesía es despiadada y rencorosa, no pudiendo sufrir que alguien de su clase simpatice con nosotros, y cuando algún hombre de posición se pone de nuestro lado, se le saca en seguida todo medio de vida, obligándolo a que nos abandone, de manera que solo puede ayudarnos en privado. Al contrario, la burguesía le da cuanto desea, si se aleja de nosotros. Por consiguiente, todo el trabajo en favor de la Anarquía reposa en los hombros de los trabajadores manuales, que deben sacrificar para sus horas de descanso.

Si en Francia, Inglaterra. Italia, Suiza, Bélgica y América del Norte hay un número bastante grande de buenos elementos, cambiando de táctica, ¡qué progreso haríamos!

Creo haber dicho bastante para hacer comprender mi idea.

Vuestro y de la Revolución Social.

Fernando Tarrida del Mármol

Bajar folleto

[Publicación] 80 aniversario de la revolución española

Este fanzine es la reedición del trabajo que realizó el Grupo Tierra allá por 2006, en el setenta aniversario de la revolución española; y que fue publicado en el número 216 del mes de julio del periódico anarquista Tierra y Libertad, editado por la Federación Anarquista Ibérica. Nuestro objetivo con esta segunda edición es recuperar este texto, que nos parece una buena introducción al proceso colectivista que se desarrolló en España después del levantamiento militar contra la República el 18 de julio de 1936.
Con todos sus cientos de aciertos y errores, los trabajadores de aquella época consiguieron demostrar al mundo y a las generaciones futuras que es posible socializar la producción y vivir sin propiedad privada y sin empresarios o terratenientes que parasiten de su trabajo.

El legado de su obra sigue siendo hoy en día ocultado a las nuevas generaciones en el ámbito educativo y despreciado por la socialdemocracia y demás izquierda institucional mal llamada socialista. En una sociedad enferma y decadente como la actual, donde el sistema económico capitalista ha degradado al ser humano y a la naturaleza a mera mercancía, y se vuelve a potenciar el nacionalismo y el racismo; se hace obligatorio para los anarquistas reclamar el legado constructivo de nuestros abuelos para demostrar que hay alternativas de organización económica y social al capitalismo y al Estado.

Estas conquistas no fueron sencillas, ni lo serán. La burguesía no dio su brazo a torcer entonces ni lo hará ahora. Pero de nosotros depende, con trabajo constructivo y coherente, y autocrítica constante; el poder volver a formar un movimiento útil para los trabajadores, y que consiga las condiciones materiales para hacer temblar los cimientos del capital y del Estado.

El IV Congreso de la CNT en Zaragoza nos lanza una propuesta:
«Que todo el que se sienta con inteligencia, arrestos y capacidad mejore nuestra obra».
Llegó la hora de coger el testigo.

Por la anarquía

80 aniversario de la revolucion web

Grupo Tierra / FAI

LA MUJER EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Soledad Bengoechea

Un caluroso día 18 de julio de 1936, un grupo de militares africanistas se sublevó contra la Segunda República española, elegida democráticamente cinco años atrás. La rebelión triunfó en Galicia, León y zonas de Andalucía. España quedó dividida en dos sectores militares, el republicano y el fascista. Para todos los españoles comenzaron tres años de fuego, dolor y sangre, ¡tres años de agonía! ¿Y para las mujeres españolas? ¿Qué supuso la guerra civil para las mujeres de ambos bandos? Recordemos la organización y la movilización que ellas llevaron a cabo en muchos casos y lugares insólitos. Revivamos la violencia que se ejerció contra las mujeres. ¡Las violaciones fueron pan de cada día en aquella guerra fratricida! Si lo olvidamos, corremos el peligro de mutilar la memoria sobre su iniciativa, sobre sus capacidades y sobre sus propias posibilidades como mujeres.

EN LA RETAGUARDIA, EN LA CALLE, LAS REPRESALIAS

Tras años de lucha por la conquista de sus derechos, la Segunda República convirtió a la mujer en protagonista, y en algunos ámbitos de la vida ella fue ocupando el lugar que le correspondía. Ganaron en visibilidad en diferentes espacios, públicos y privados. Incluso en los años anteriores a la dictadura de Primo de Rivera, las mujeres ya se habían asociado en diferentes sindicatos y se habían afiliado a las ramas femeninas que algunos partidos políticos habían creado. La dictadura de Primo de Rivera otorgó algunas mejoras para las mujeres. Pero la República significó un paso importantísimo  en la lucha de las mujeres por sus derechos. La Constitución los recogió, no fue ajena a ellos. El artículo 39 señalaba que «los españoles podrán asociarse o sindicarse libremente para los distintos fines de la vida humana conforme a las leyes del estado», sin distinción de sexo.

Entones surgieron diversos colectivos organizados femeninos. La Asociación de Mujeres Antifascistas (con diversas denominaciones según la época: Mujeres contra la Guerra y el Fascismo en su inicio, Agrupación de Mujeres Antifascistas durante la guerra civil y Unión de Mujeres Antifascistas o Asociación de Mujeres Antifascistas Españolas en el exilio republicano) fue una entidad asociativa de carácter feminista y unitaria creada en España en 1933 por el Partido Comunista. Junto con Mujeres Libres, de carácter anarquista, sin duda la Asociación de Mujeres Antifascistas fue la organización feminista más importante de la época.

La guerra civil actuó como catalizador en la movilización femenina. Pero no solo las mujeres republicanas se organizaron en diferentes ámbitos. También las formaciones de derechas desarrollaron su asociacionismo femenino: Falange Española fundó su Sección Femenina, las mujeres carlistas mantuvieron su organización de las Margaritas, apareció el Auxilio Social. Ello significó una ruptura del confinamiento tradicional  de muchas  mujeres en el hogar y les dio, por primera vez, una visibilidad pública colectiva. Las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona y Valencia, fueron los escenarios más destacados para estas movilizaciones. El franquismo se encargó, a partir de 1939, y durante casi cuarenta años, de sepultar las organizaciones de las mujeres republicanas por medio de la represión, la cárcel, los paredones de ejecución y el exilio.

Los dos proyectos políticos que se enfrentaron en el conflicto español entre 1936 y 1939 incorporaron muy distintos modelos de mujer, de familia, de sociedad y de relación entre géneros. De este modo, las mujeres que formaron parte de uno u otro bando llevaron a cabo su papel en el desarrollo de la contienda en base al ideario de su respectivo gobierno, a pesar de que la lógica del conflicto condicionó a ambas partes. En la zona republicana, la mayoría de las mujeres de clase alta y nobleza habían huido hacia la franja nacional; otras, estaban escondidas. En la línea controlada por los nacionales, las mujeres de la burguesía y aristocracia conservaban intactos todos sus privilegios.[1]

La escasez de alimentos durante la guerra provocó un duro racionamiento. Lentamente fue implantándose en toda la zona republicana. Las ciudades de Madrid y Barcelona fueron las que más padecieron esta falta de abastecimientos. Para conseguir productos de primera necesidad, había que hacer cola, colas y más colas. En general, repletas de mujeres, estas colas suponían muchas horas de espera. Ellas, las mujeres, se veían obligadas a soportar los rigores del invierno o la severidad de los rayos del sol del inclemente verano, muchas veces llevando en brazos a sus hijos pequeños. La falta de alimentos causaba estragos. Para obtener pescado, huevos, carne y leche se exigía receta médica. Después se racionó el pan. Cuando lo que se conseguía no era suficiente para alimentar a la familia, las mujeres recurrían al trueque, cambiaban unas cosas por otras, hasta que las existencias se agotaban. Las amas de casa fabricaban jabón, lejía, zapatillas y ropa que luego trocaban por comida. La búsqueda de provisiones era constante. Las que no tenían nada que cambiar se arriesgaban a robar comida de las granjas que estuvieran más cercanas. Y también acudían al estraperlo, término usado como sinónimo de mercado negro.

Las organizaciones republicanas llevaron a cabo tareas asistenciales en el campo de la salud. Formaba parte de la tradición situar a la mujer en el ámbito de las habilidades para la nutrición y el cuidado de los ancianos, niños y enfermos. Pero entonces, además, ellas pasaron a participar en tareas benéficas y asistenciales ayudando al ejército y al gobierno mediante la petición de donativos y confección de ropa, la celebración de homenajes a los soldados del frente y de la retaguardia, la dedicación a comedores sociales y lavanderías, y toda la asistencia posible a los heridos y a los familiares de los combatientes, niños y ancianos. También estuvieron en contacto con los frentes de combate en calidad de enfermeras, salvando vidas en medio de un infierno de cuerpos desmembrados, quemados. Allí jugaron un papel muy relevante. También en actividades de apoyo a los combatientes, sobre todo actuando como «madrinas de guerra», a través de la correspondencia con los soldados. Y estuvieron los frentes de guerra como milicianas.

Durante la guerra, conviene recordar el papel desempeñado por el cuerpo de enfermeras. Consiguieron, entre muchas otras cosas, que los servicios sanitarios siguieran funcionando, incluso después del gran aumento de necesidades durante el conflicto. En cuanto éste comenzó, el personal sanitario comenzó a ser movilizado con la finalidad de prestar auxilio a las víctimas de la contienda. Ante el aumento de la demanda de cuidados, cada vez eran más las jóvenes voluntarias que se desplazaban a los lugares requeridos para atender a los heridos. Las impulsaba el compromiso político, o bien el altruismo. A veces, ciertas voluntarias carecían de formación sanitaria o bien esta era bastante incompleta.

Pero las mujeres en la retaguardia no solo se ocuparon de esas actividades más ligadas a cuidados. Su presencia, sobre todo en el campo, siempre había sido constante, pero en aquellos momentos tenían que hacerse responsables también de suplir el trabajo de los hombres que luchaban en el frente. Lo mismo ocurría en los talleres y en las fábricas. En zonas republicanas como Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante y Cartagena, las mujeres trabajaron en las industrias de material de guerra. En Cataluña, a través del Institut d’Adaptació Professional de la Dona, que formó a miles de mujeres para el acceso femenino al trabajo en las fábricas de esas características. Funcionó de forma ejemplar. Y no olvidemos el papel de ellas en la construcción de refugios, allí donde caían bombas.

Dentro de este apartado no podemos olvidar a la escritora riojana de la generación del 27 («Las sin sombrero») María Teresa León. Mujer de gran inteligencia y belleza, fue un nombre más en esa lista interminable de mujeres relegadas al olvido, más aún si estas habían sido militantes comunistas y defensoras de la Segunda República.

León consideraba que el teatro se había convertido en una de las herramientas de propaganda más importantes para la causa republicana y para conseguir ganar la guerra. Por ello quiso dirigirlo sobre todo a las masas. En este contexto fundó Las Guerrillas del Teatro, compañías itinerantes que desarrollaron lo que dio en llamarse un «teatro de urgencia». Este constituía un teatro de agitación y propaganda al servicio de la revolución. Fiel reflejo de la realidad, pretendió que sirviera, sobre todo, para educar, tanto en las trincheras como en las fábricas, y se convirtiera en un instrumento de guerra que sumara fuerzas al frente.[2]

Pero a partir del 1 de abril de 1939, tras ganar la contienda, el general Franco impuso una férrea dictadura. En la escuela, en la Iglesia y en muchas familias de nuevo se educó a las niñas y jóvenes en el ideal de la sumisión, de la abnegación, del sacrificio.

PASIONARIA Y LA ASOCIACIÓN DE MUJERES ANTIFASCISTAS

En 1933, el comunista búlgaro Gueorgui Dimitrov, secretario de la III Internacional, envió una carta a Bernadette Cattaneo, destacada dirigente comunista belga. ¿Sabia Dimitrov la importancia que alcanzaría aquella misiva? Proponía la creación de una asociación de carácter internacional que agrupase a las mujeres de manera unitaria contra el fascismo y los planes de guerra de los países fascistas Alemania e Italia. Sugería que esta organización recibiera el nombre de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo.

Pasionaria. Fuente: gettyimages.es

Ese mismo año 1933, Dolores Ibárruri, (a) la Pasionaria, recibió  la visita de la delegación de la  asociación  Mujeres contra la Guerra  y el Fascismo con el requerimiento de formar la sección española.[3] La puesta en marcha de la organización no se hizo esperar. A lo largo del año se crearon comités de iniciativa por toda la geografía española. Esta organización femenina pasó a llamarse luego Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA), y en ella se integraron un gran número de mujeres activistas de la izquierda política durante la Segunda República. Fue la organización feminista más importante de la época, junto con Mujeres Libres, vinculada a la CNT, y la Unión de Muchachas de la Juventud Socialista Unificada (JSU), liderada, entre otras jóvenes, por la catalana Margarita Abril.[4] Dolores Ibárruri, destacada y carismática dirigente comunista, presidía el Comité Nacional de AMA. Junto con esta organización,  la Unió de Dones de Catalunya (UDC) – vinculada al Comité Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo-, jugó un papel decisivo en los primeros años. Esta última se había constituido en noviembre de 1937, en el Palacio de la Música Catalana, bajo la iniciativa del PSUC y de la mano de la maestra Dolors Piera. Pero en su dirección ocupaban un lugar importante mujeres ligadas al nacionalismo catalán, como Dolors Bargalló, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido político que gobernaba en el gobierno autonómico de Cataluña. Detengámonos un momento en esta figura. Feminista i propagandista d’Esquerra, Bargalló, en 1931, fue una de las militantes pioneras de ERC que impulsó la creación de la sección femenina del partido. Intervino en más de 400 mítines y conferencias. En 1939 se exilió a México, donde murió. También destacó la maestra Josepa Blanes (seudónimo de Reis Bertral), del Partit Català Proletari (Estat Català) y la Aliança Nacional de Dones Joves, cuya líder más destacada fue la leridana Teresa Pàmies, que se convirtió en un elemento clave, ya que el gobierno de la República le encomendó la asistencia en los frentes de batalla y el auxilio a los combatientes. Llegó a contar con más de cincuenta mil miembros y 225 grupos. La Agrupación de Mujeres Antifascistas parece que alcanzó las sesenta mil afiliadas. Se estima que la UDC logró unas treinta mil socias. Aunque la militancia en estas agrupaciones fuese limitada, sus integrantes estaban convencidas de que no era una lucha particular de las españolas, sino una lucha a favor de toda la humanidad. Esta idea se deja ver en la transposición del lenguaje del frente de batalla a la retaguardia.Al finalizar la guerra, todas estas mujeres iniciaron el camino del exilio.

¿Quién era la Pasionaria? La dirigente comunista Dolores Ibárruri Gómez nació en Gallarta, Vizcaya, en 1895, en el seno de una familia minera conservadora y falleció en Madrid en 1989. Sus estudios fueron escasos, de muy niña entró a trabajar como sirvienta. Se interesó por la lucha obrera bajo la influencia de su marido, un militante socialista con el que se casó a los veinte años. Dos años después de esto, en 1917, se produjo una huelga general revolucionaria en diferentes lugares de España. En ella, Dolores entró por vez primera en acción y adquirió prestigio como oradora y articulista política. Pronto se le reconocía: de estatura elevada, vestía siempre de negro y se recogía el cabello en un austero moño. El triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia la impresionó profundamente y participó junto con la agrupación socialista de Somorrostro, de la que era miembro, en la escisión del PSOE que dio lugar al nacimiento del Partido Comunista de España (PCE). En 1930 formó parte de su Comité Central y en 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del periódico del partido, el Mundo obrero. Activista incansable, estuvo dos veces en la cárcel en el período 1931-1933. Cuando la sublevación de los militares en 1936, hacía poco que había sido elegida diputada por Asturias, lo que acrecentó su carisma popular. Durante la guerra civil desplegó una gran actividad de propaganda, llegando a convertirse en símbolo de la resistencia y combatividad de la España republicana. Tras la derrota militar se exilió a la Unión Soviética (1939-1977), continuando su labor como representante de España en la Internacional Comunista. Ensalzada por unos, menospreciada por otros, lo que no puede negarse es que ha pasado a tener un lugar en la historia.

A pesar de su origen, la Asociación de Mujeres Antifascistas no solo estaba formada por mujeres comunistas. En ella también había socialistas y republicanas, así como republicanas católicas vascas. El grueso de la organización lo formaban las afiliadas a partidos políticos que hacían causa común con el Frente Popular, que se había formado tras las elecciones de febrero de 1936 que le dieron el triunfo. Entre sus miembros, además de Dolores Ibárruri, destacaron Margarita Nelken y Matilde Cantos. Fueron sus dirigentes Lina Ódena, una joven que tres años después se suicidaría en el frente,[5] Encarnación Fuyola, que murió exiliada en México, y Emilia Elías, maestra, que tras la guerra se exilió también a México formando parte de la primera expedición de republicanos españoles, de la que los maestros fueron parte sustancial, que se llevó a cabo a bordo del barco Sinaia. La revista Mujeres era su órgano de propaganda. El 15 de febrero de 1936, cinco meses antes de estallar la guerra, se editó el primer número. En su consejo de redacción figuraba un grupo de mujeres que tuvieron gran relevancia en esos trágicos años: además de Ibárruri, Nelken, Fuyola y Ódena, formaron parte de él Aurora Arnaiz, Eveline Kahm y Emilia Pagnon. Su contenido definía con claridad el compromiso de sus dirigentes con la clase obrera, con la liberación de la mujer y, lógicamente, con la lucha antifascista.

Cuando acabó la guerra, con muchas de sus afiliadas fusiladas o en prisión, la Asociación de Mujeres Antifascistas pasó al exilio y permaneció activa sobre todo en Francia y México, conservando el mismo nombre, al que solo añadió la palabra «Españolas» (AMAE). En Francia, muchas de ellas colaboraron con el maquis durante la segunda guerra mundial y se reorganizaron después de la victoria de los Aliados. Su primer congreso en el exilio se celebró en 1946, en la ciudad francesa de Toulouse, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Mantuvieron su ayuda a los refugiados y a los presos en cárceles españolas, aunque fue en México desde donde continuaron luchando más activamente. Sus actividades se prolongaron hasta la liberación del último preso político en España, momento en el que se disolvieron.

Pero las organizaciones de izquierda presentaban fisuras políticas y ello se hizo también patente en las asociaciones femeninas. Las organizaciones femeninas tenían intereses comunes en cuestiones fundamentales, como educación, trabajo remunerado, pero lo cierto es que también se mostraron heterogéneas. La hostilidad y la discordia de los partidos de izquierda marcaron sus relaciones. Los marxistas disidentes y los anarquistas querían unir la lucha antifascista a la revolucionaria. Sus propuestas chocaban con la oposición de comunistas y socialistas, que defendían primero ganar la guerra y después hacer la revolución. En mayo de 1937, en diversas zonas de Cataluña, tuvo lugar lo que se conoce como «els Fets de Maig» (los Sucesos de Mayo), que enfrentaron a los grupos anarquistas y trotskistas (partidarios de la Revolución), por un lado, con el gobierno de la República, la Generalitat de Cataluña y algunos grupos políticos, por otro. Fue una guerra civil dentro de otra guerra civil. Como consecuencia de estos hechos, los anarquistas y marxistas disidentes desaparecieron del ruedo político.

MUJERES LIBRES

Amparo Poch, médico de profesión, nació en Zaragoza recién comenzado el nuevo siglo, en 1901.[6] Poco después de que en noviembre de 1933 la derecha y el centro derecha ganaran las elecciones generales abrió una consulta en el barrio madrileño de Vallecas, destinada a mujeres obreras y a sus hijos. Además de esta tarea, Poch promovió programas de educación sanitaria para reducir la mortalidad infantil y publicó documentos con consejos para mujeres durante el embarazo y la lactancia. Entre otros artículos, redactó el informe titulado La vida sexual de la mujer. Un radiante día de primavera de 1936, junto con Lucía Sánchez Saornil, telefonista, poeta y escritora autodidacta, y Mercedes Comaposada, periodista, fundó la agrupación Mujeres Libres.[7] Este grupo desarrolló sus actividades hasta febrero de 1939. Poch, mujer de espíritu libre de toda sujeción, tenía que haber sido Ministra de Sanidad, pero era del Partido Sindicalista y el presidente del gobierno, el socialista Francisco Largo Caballero, otorgó el cargo a la anarquista Federica Montseny, para contentar a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI), en aquellos momentos muy importantes. Poch colaboró con Montseny: montó los hospitales de guerra y se disputó el protagonismo con Norman Bethune, el médico canadiense al que se atribuye el uso de los primeros bancos móviles de transfusiones de sangre. Exiliada a Francia, en 1965 le diagnosticaron un cáncer cerebral. Quiso volver a su Zaragoza natal, junto a su familia, pero sus hermanas no quisieron volver a verla, acusándola de ser la «ignominia de su casa».

Amparo Poch en un mitin en que intervino en representación de Mujeres Libres, 16-II-1937. Fuente: partidosindicalista.wordpress.com

El grupo de Mujeres Libres, vinculado al Movimiento Libertario, tenía como principales objetivos la liberación de la mujer y su integración plena en todos los campos de la actividad económica, social y política, lo que incluía su participación no solo como militante de base en la CNT, sino también en los diversos organismos de dirección de la misma. La organización no se limitaba a reivindicar los derechos de las mujeres, luchaba también por la Revolución social y, por la igualdad de todos los seres humanos. Las militantes de Mujeres Libres fueron unas verdaderas transgresoras. El grupo llegó a contar con alrededor de veinte mil afiliadas, la mayoría de ellas pertenecientes a la clase obrera.

En el número 1 de la revista Mujeres Libres, aparecida el 20 de mayo de 1936, dos meses antes de estallar la guerra, se hacía la mejor definición de su programa. Anarquista, libertaria y emancipadora, la publicación se dirigía a las mujeres obreras y tenía como meta «despertar la conciencia femenina hacia ideas libertarias» y sacar a la mujer «de su triple esclavitud: de ignorancia, de mujer y de productora». El primer número se agotó casi inmediatamente, el segundo apareció el 15 de junio y el tercero, justo antes de comenzar la guerra civil. En total, se publicaron catorce números mensuales hasta 1938.

Lo que más llama la atención de este grupo de mujeres es cómo planteaba la problemática femenina. Sobre todo teniendo en cuenta la época. Con temas que abarcaban desde la abolición de la prostitución, a la educación mixta, la necesidad de establecer comedores o guarderías populares o el amor libre, denunciaban que el modelo tradicional de familia fomentaba las desigualdades. Por un lado, porque mantenía las dependencias económicas en la que se sustentaba el patriarcado. Y, por otro, porque amparaba la sumisión de las mujeres a los hombres dentro de la familia: estas carecían de todo derecho a expresarse dentro de ella. La incorporación de la mujer al trabajo asalariado —coincidía con el resto de organizaciones femeninas de izquierdas de la época— era uno de los principales campos de batalla de Mujeres Libres.

Durante la guerra, la organización hizo hincapié en la importancia de las actividades femeninas en la retaguardia, poniendo énfasis sobre todo en la alfabetización y en la educación infantil. Para que a las mujeres les fuese posible llevar a cabo este programa, pusieron en marcha comedores y guarderías populares en los lugares de trabajo. Mujeres Libresreclamaba, además, la necesidad de la educación sexual, planteando temas hasta entonces tabús, como los métodos anticonceptivos o el aborto. Estas anarquistas nunca se definieron como feministas. Para ellas, el feminismo era un movimiento burgués, centrado en ganar el derecho al voto y entrar en el mercado laboral en los mismos términos que el varón. Pero tenían claro que, para la clase obrera, el trabajo no era necesariamente liberador. Lo que querían no era acceso igualitario a un sistema de privilegios, sino un nuevo sistema sin privilegios.[8]

Dadas las diferentes concepciones que sobre la función de la mujer existían dentro del Movimiento Libertario, las reivindicaciones de Mujeres Libres y su postura ante la cuestión femenina fueron criticadas en el seno de la CNT, y faltó apoyo para que algunos de sus propósitos pudieran lograrse.[9] No obstante, su labor en la retaguardia durante la guerra fue enormemente positiva y el espíritu que las animaba acompañó a la mayor parte de ellas en el exilio, donde las circunstancias llevaron a Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gastón.

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER’ (SVETLANA ALEKSIÉVICH)

A lo largo de la historia las mujeres han sido y siguen siendo objeto prioritario de las fuerzas militares en su ataque a objetivos civiles. La guerra civil española no fue una excepción a la regla. Se produjeron abusos sexuales en los dos bandos contendientes, aunque la mayoría de historiadores consideran que fue en la llamada zona nacional donde se dieron de forma más sistemática.

En la zona republicana no hay constancia de que se formalizaran por parte de los gobiernos o las direcciones de las organizaciones castigos infamantes, como rapar, pasear en público, violar. Pero si ocurrió en la zona nacional, donde estas medidas contaron, si no con el apoyo, al menos con la tolerancia de los mandos.[10]

Estas agresiones pronto se pusieron de manifiesto. El jefe de la sublevación militar en Sevilla, Gonzalo Queipo de Llano, nada más controlada la situación en la zona, empezó a utilizar los micrófonos de Radio Sevilla para dar cada noche una de sus charlas propagandísticas. Con voz fuerte y estentórea, Queipo hablaba de las barbaridades cometidas por sus hombres durante el día:

 “Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y, de paso, también a sus mujeres. Después de todo, estas comunistas y anarquistas se lo merecen, ¿no han estado jugando al amor libre? Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricas. No se van a librar por mucho que pataleen y forcejeen”.

E iba más lejos: con el fin de atemorizar a la población explicaba las atrocidades que tenían previstas para el día siguiente al entrar en tal pueblo o ciudad. Y muchas mujeres explicaron esta violencia después. Las mujeres podían ir por el mundo contando las humillaciones que habían padecido más fácilmente que los hombres. ¿O tal vez habían tocado fondo y nada ya las humillaba? Pero lo cierto es que ellas están más preparadas para sufrir la violencia y luego externalizar la experiencia. ¿Quizás porque están más acostumbradas a ser víctimas?

En la primera fase de la guerra, desde el golpe de julio de 1936 hasta noviembre del mismo año, los dos frentes en pugna se estabilizaron. Por Andalucía y por Extremadura, las llamadas zonas nacionales y lugares de avance de las tropas rebeldes, los soldados iban dejando una cruel estela de violaciones. En primer lugar, las perpetradas por el ejército africanista, veterano de élite, compuesto por la Legión Extranjera y las tropas de Marruecos: ¡Solo sois mujeres!, repetían. En segundo lugar, se producían las que llevaban a cabo falangistas y requetés. Los primeros cometían sus crímenes sexuales contra la población femenina en primera línea, a la vez que se fusilaba a los hombres y se saqueaban las propiedades. Es imposible hacer un recuento de las mujeres violadas, pues solían ser asesinadas después de las violaciones y no se hacían comprobaciones de tipo forense.

Los abusos sexuales y las humillaciones de las mujeres no se limitaron a los primeros meses de la guerra. Durante todo el tiempo que duró la contienda este comportamiento fue la tónica cotidiana. María José Rodríguez recoge este párrafo de la investigadora Candela Chaves Rodríguez:

“Muchas extremeñas fueron asesinadas, vejadas, encarceladas, exiliadas, estigmatizadas, controladas, humilladas ,  e identificadas. A ellas,  la represión  les afectó “igual” que a los  hombres, con la“particularidad de ser además víctimas de violaciones, abusos sexuales y escarnio público, tratando de deshumanizar su feminidad con el rapado de cabeza, defecaciones en la vía pública, entre otros tipos de vejaciones”.[11]

Todo indica que el porcentaje “más alto” de la represión sobre la mujer se registra en la provincia de Badajoz, una de las zonas del país donde más duramente azotó el franquismo.

 He aquí un testimonio que habla  sobre las mujeres de Vizcaya cuando fue ocupada la zona por las tropas nacionales en el verano de 1937.  Clara Zabalo (Sestao, 1940), decía:

“[…] yo tenía una tía que vivía en la calle Chávarri, y bueno… a vecinas suyas las raparon que para qué… Y en Barakaldo, eso me lo contaba mi madre, en Barakaldo también. Que las [sic] rapaban el pelo, a unas las llevaban por ahí, a otras no las llevaban… Es que ocultaba todo lo que se podía, pero de rapar el pelo…¡Bueno! A las mujeres, es que además obsesión con las mujeres”.

El rapado de pelo tiene un componente simbólico. En el contexto de los valores de la época, era poner en tela de juicio la feminidad de las víctimas. De hecho, puede decirse que la represión ejercida sobre las mujeres no debe entenderse solo como una variante de la represión masculina, sino como un fenómeno que tiene rasgos propios.

Una referencia de la brutalidad que genera la guerra la proporciona la escritora Concha Espina, que pertenecía a la zona nacional. A principios de los años cuarenta escribió un libro titulado Princesas del martirio, para recordar la hazaña y homenajear a unas particulares «mártires de la guerra civil española». En sus páginas relata el drama real vivido por tres enfermeras de Astorga, voluntarias de la Cruz Roja, que en octubre de 1936, respondiendo al requerimiento del Comandante Militar de la avanzadilla de Somiedo (Asturias), decidieron acudir al ese puerto para prestar su asistencia a los heridos y enfermos del bando nacional. El hospital, pequeño y maltrecho, donde ofrecían sus servicios se vio envuelto en un ataque de las fuerzas republicanas. Las tres jóvenes cayeron prisioneras y fueron fusiladas. Por esa razón Espina las convirtió en mártires de guerra. La autora decidió documentar la tragedia vivida por estas muchachas y recrearla en forma de relato literario, con la finalidad de que sirviese de recuerdo y homenaje.

Parece una tarea imposible conocer el número exacto de mujeres que pasaron por el calvario de la tortura, las cárceles, los asesinatos, las desapariciones y la violencia sexual. Como con casi todos los grupos revolucionarios, la represión por parte de las tropas franquistas fue colosal. Y más con grupos como Mujeres Libres, que suponían un doble peligro al no luchar solo por la emancipación de la clase obrera, sino también por la de las mujeres en general.  En general, todas aquellas mujeres son recordadas en su conjunto, pero quedan pocas huellas de su identidad personal. Permanecen en la invisibilidad.

Soledad Bengoechea es doctora en historia, miembro del Grupo de Investigación Consolidado Treball, Institucions i Gènere (TIG) de la UB y de Tot Història, Associació Cultural.

Foto de portada: Mujeres del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña que postularon por Valencia a beneficio de las milicias que luchaban en el frente. Fuente: abc.es


NOTAS

[1] Aroa Padrino, “Tribuna Feminista”, El Plural,  4/3/2017. En: https://tribunafeminista.elplural.com/2017/03/la-movilizacion-femenina-en-la-guerra-civil-espanola/
[2] Luisa de la Torre, “María Teresa León: teatro en las trincheras”, UnidadYLucha.es,. En: https://www.unidadylucha.es/index.php?option=com_content&view=article&id=83:maria-teresa-leon-teatro-en-las-trincheras&catid=30&Itemid=133
[3] Mary Nash,  Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil, Taurus, Barcelona, 2006.
[4] Soledad Bengoechea, Les Dones del PSUC, Els arbres de Farenheit, Biblioteca virtual d’Espai Marx. En: Dones del Psuc 200506-fin (espai-marx.net)
[5] Ángel Estivill, Lina ÓdenaLa gran heroina de las juventudes revolucionarias de España, Maucci, Barcelona, 1938.
[6] Antonina Rodrigo,  Una mujer libre: Amparo Poch y Gascón, médica anarquista, Flor de Viento, Barcelona, 2002.
[7] Martha Ackelsberg,  Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres, Virus, Barcelona, 2003. Mary Nash, Mujeres libres: España 1936-1939, Tusquets, Barcelona, 1976.
[8] Beatriz Asuar Gallego, “Mujeres Libres: las anarquistas que revolucionaron la clase obrera”, Público, 24/12/2017. En: https://www.publico.es/politica/memoria-publica/80-anos-mujeres-libres-xxx-mujeres-libres-anarquistas-revolucionaron-clase-obrera.html
[9] Eulàlia Vega,  Pioneras y revolucionarias: mujeres libertarias durante la República, la Guerra Civil y el franquismo, Icaria, Barcelona, 2010.
[10] José María García Márquez,  Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1939), Aconcagua, Sevilla, 2012.
[11] María José Rodríguez, “El  8% de las personas asesinadas durante la represión franquista en Extremadura eran mujeres”, El Diario.es, 25/8/2018. En: https://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/personas-asesinas-represion-franquista-Extremadura_0_807019860.html

fuente: SER HISTÓRICO

100 Aniversario de la muerte de Piotr Kropotkin: 22 y 23 de mayo

DÍA 22 DE MAYO:

18:00 A 20:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, EL PRÍNCIPE ÁCRATA (EDWARD MARTÍN)

20:15 A 22:00 HORAS

VIOLENTAMENTE KROPOTKIN (MIGUEL A. MOVILLA)

DÍA 23 DE MAYO:

18:00 A 19:00 HORAS

SINFONÍA DE LAS SIRENAS DE BAKÚ DE ARSENY ABRAAMOV

19:15 A 22:00 HORAS

PIOTR KROPOTKIN, CIENTÍFICO (CARLOS RAMOS)

Centenario de la muerte de Piotr Kropotkin (1921- 2021)

Piotr Kropotkin es uno de los principales pensadores del anarquismo. Este año se cumplen cien de su muerte, acaecida el 8 de febrero de 1921. A Kropotkin no solo lo hace especial como ser humano su obra, sino lo extraordinario de su origen social, pertenecía a una familia aristocrática rusa, por eso ha pasado a la posteridad como el “Príncipe”. Lo tenía todo, en lo que se refiere a bienes materiales; sin embargo, lo dejó a un lado, también todo, para expandir sus ideas anarcomunistas, y contribuir con ellas a la trasformación de las relaciones humanas basadas en la explotación del hombre por el hombre, por otras centradas en la cooperación y el apoyo mutuo. El pensamiento de Kropotkin, al día de hoy, sigue vio y es imprescindible para poder imaginar un mundo mejor.

Como ya se ha mencionado Piotr Kropotkin nació en el seno de una familia aristocrática de rancio abolengo, tanto por parte de padre como de madre; su progenitor poseía grandes latifundios que eran atendidos por siervos. En cuanto tuvo edad para ello, doce años, el zar Nicolás I ordenó su ingreso en el Cuerpo de Pajes en la ciudad de San Petersburgo. Esta institución denominada “Cuerpo de Pajes” no era otra cosa que una academia militar específica para los hijos de la nobleza. En esta academia, a pesar de la disciplina militar que el joven Kropotkin odiaba, recibió una magnífica formación racionalista y científica, que sería la base para su posterior crecimiento intelectual.

Tras su periodo formativo, forzosamente, tuvo que servir en el ejército ruso, y lo hizo entre los años 1862 y 1867. Este tiempo lo consideró educativo por lo siguiente: como realizar el servicio militar era algo que entonces le pareció inevitable, decidió hacerlo lejos de la corte, eligiendo un destino poco deseado para la mayoría de sus compañeros de promoción, Siberia. Hacia allí partió en 1862, en concreto a Irkutsk, donde asumió el empleo de ayudante de campo del general Kúkel.

En la inhóspita Siberia entró en contacto con variados tipo humanos, usos y costumbres. No se arredró a la hora de relacionarse con vagabundos e incluso con criminales, del mismo modo que lo hizo con campesinos y terratenientes. Todo ese universo, para él antropológico, le proporcionó una idea sobre las formas de vida que se desarrollaban en Siberia, sus carencias, padecimientos y algo que le llamo la atención de manera especial: el abandono del Estado.

Durante esa estancia, además, investigó aspectos interesantes de la Rusia de entonces, entre ellos cómo eran las cárceles en Siberia; también descubrió la burocracia de un estado inoperante para sus súbditos y sobre todo la corrupción que dominaba su aparato administrativo. No todo fue negativo en sus observaciones, pues tuvo sus primeros contactos con formas de vida cooperativas. A esto hay que añadir que conoció al poeta Mijaíl Mijáilov, condenado a trabajos forzados por revolucionario, que le recomendó la lectura de Proudhon. El conjunto de esta experiencia hizo que el joven Kropotkin perdiera en Siberia “[…] toda la fe que antes pudiera haber tenido en la disciplina del Estado”.

Con su visita a Manchuria entre 1864 y 1866 consiguió copiosos conocimientos científicos sobre “la estructura geográfica de la región siberiana”, también descubrió fósiles en los que basó su teoría glaciar. A esto se añade su profundización en la fauna siberiana, aspecto este muy importante porque le suministraría información sobre la cooperación intraespecífica y el altruismo en sociedades animales; esos datos le servirían para documentar su concepción del apoyo mutuo.

Su vida plácida en Siberia se truncó cuando se produjo un levantamiento de los prisioneros polacos internados allí, insurrección que fue reprimida de un modo cruel por las autoridades. Como consecuencia de ello él y su hermano Alejandro abandonaron el ejército.

De regreso a San Petersburgo, en 1867 ingresó en la Universidad. En la Sociedad Geográfica Rusa presentó un detallado documento sobre su expedición de Vitim. Este informe fue publicado y galardonado. El prestigio que adquirió fue tan grande que le nombraron secretario de la sección de Geografía Física de dicha sociedad. Entre 1871 y 1873 continuó con sus investigaciones y exploró los glaciares de Suecia y Finlandia. En ese periodo estudió la estructura orográfica de Asia, elaborando hipótesis que en líneas generales se han considerado válidas hasta finales del siglo XX.

Otra contribución importante de Kropotkin a la Geografía fue “su hipótesis sobre la desecación de Eurasia como consecuencia del retroceso de la glaciación de la era precedente”. Es interesante destacar que cuando elabora estas tesis Kropotkin no tenía treinta años. Se puede decir sin temor a equivocarse que poseía un importante porvenir en el campo científico, hasta tal punto que fue propuesto, a pesar de su juventud, como presidente de la sección de Geografía Física de la Sociedad Geográfica Rusa. Sin embargo, rechazó la oferta, según su propio testimonio su centro de atención se encontraba en otra parte.

“Se habían realizado mis esperanzas; pero al mismo tiempo, otras ideas y otras aspiraciones habían invadido mi pensamiento. Después de meditar detenidamente sobre lo que debería contestar, telegrafié: ‘Gracias encarecidas; pero no puedo aceptar’”. (Memorias de un revolucionario).

La capacidad de trabajo de Kropotkin debía ser ilimitada, en tanto elaboraba sus investigaciones geográficas se dedicaba estudiar los textos de los principales teóricos filosófico sociales de su tiempo. Estos estudios más su contacto directo con la pobreza del campesinado ruso y finlandés, le impulsaron a seguir otros itinerarios en su vida, más allá de lo que su clase social y su intelecto parecían predecirle.

Tras la muerte de su padre recibió una importante herencia que le permitió realizar un viaje de tres meses a la Europa occidental. A principios de 1872 llegó a Suiza y allí contactó con exiliados rusos que estaban influidos por las ideas de Bakunin. En Ginebra se afilió a la Primera Internacional. Sus conversaciones con discípulos de Marx le llevaron a rechazar el tipo de socialismo que promulgaban así como la política que practicaban. En ese contexto, se decidió por conocer en profundidad las tesis bakunistas. Viajó al Jura y estudió el programa de la Federación del Jura, compartiendo con algunos de sus miembros largas y enriquecedoras discusiones que hicieron se posicionara del lado del anarquismo.

En mayo de 1872 volvió a Rusia donde continuó con sus estudios geográficos y participó activamente en acciones de propaganda revolucionaria, vinculado al Círculo Chaikovski. En San Petersburgo acudía a reuniones bajo el alias de “Borodín” disfrazado de campesino. Las medidas de seguridad tenían que ser concienzudas porque la policía zarista realizaba redadas constantes entre los conspiradores. Pero todas estas precauciones no fueron suficientes y a finales de 1873 Kropotkin fue detenido. Ni que decir tiene que su detención fue muy comentada en San Petersburgo. Durante varios días fue interrogado y finalmente encarcelado en una de las peores cárceles de Rusia, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. El zar estaba muy irritado con él pues Kropotkin había sido su ayudante durante algún tiempo y por tanto persona de su entera confianza. A pesar de todo esto, no quedó totalmente aislado, por intervención de su hermano Alejandro y varios amigos y socios de la Sociedad Geográfica, le permitieron el acceso a libros, papel y pluma para poder continuar con sus estudios geográficos.

En 1875 su hermano también fue detenido y con él otras dos mil personas. Esta noticia afligió mucho a Kropotkin que en esos momentos padecía escorbuto. Un año después, en 1876, lo trasladaron a la Prisión Militar de San Petersburgo, un penal que tenía condiciones más insalubres que la anterior prisión pero, por el contrario, podía ser visitado. Su salud siguió decayendo hasta el punto en que fue trasladado al hospital que había junto a la prisión. Allí recuperó la salud. Simultáneamente, sus círculos de amigos estaban preparando su fuga de la cárcel. Su forma de escapar fue sencilla. Él hacía ejercicio físico todos los días, corría en el patio de la prisión, a ciertas horas el portón de la misma se habría para dar paso libre a carros que traían diversos materiales imprescindibles para la vida en el interior, por ejemplo, leña. Uno de esos días, cuando Kropotkin estaba realizando su ejercicio físico habitual, el portón se abrió, entonces Kropotkin enfiló hacia la salida perseguidode cerca por los guardias, y alcanzó el exterior donde le esperaba un vehículo en el que se refugió y escapó. Lo que ocurrió después fue ciertamente atrevido. Kropotkin se aseó, se afeitó, cortó el pelo, se vistió elegantemente, dio un paseo por una zona concurrida de San Petersburgo y cenó, con buenos amigos, en un restaurante de “moda”.

Sin tentar la suerte mucho más, le escondieron en las afueras de la ciudad. A todo esto, las autoridades le buscaban con encono, registrando las casas de sus amigos sin hallar pista alguna que indicara su paradero. Sin embargo, era obvio que no podía seguir en Rusia más tiempo, así que en el puerto de Vaasa, en el golfo de Botnia, embarcó para Suecia, siguiendo después el viaje hasta Noruega. Allí tomó otro barco que le condujo hasta Inglaterra.

En agosto de 1876, Kropotkin llega al puerto de Hull con documentación a nombre de Alekséi Lavashov. Se establece durante un corto espacio de tiempo en Edimburgo pero enseguida se traslada a Londres. Hace colaboraciones periodísticas en The Time y en la revista Nature. En esta ciudad contacta con Paul Robin, a través de un antiguo conocido de su estancia en Suiza, James Guillaume. Con Robin tubo encendidas discusiones sobre diversos temas sociales, este era considerado un “reformador sexual” que “propiciaba el control de la natalidad y la eliminación de la prostitución”.

El periodo que pasó en Inglaterra fue breve, en diciembre de 1876 se instaló en Suiza y de inmediato pasó a formar parte de la Federación del Jura, en la que conoció a Errico Malatesta y a Carlo Cafiero, miembros de la sección italiana de la Internacional. A partir de este momento, la actividad de Kropotkin se vuelve frenética. Viaja a Inglaterra de nuevo, por cuestiones laborales con la revista Nature, y vuelve al continente por Bélgica para intentar organizar a los internacionales de la zona pero diversos imprevistos frustraron la iniciativa. Por ello tuvo que regresar a Suiza. En Ginebra se entrevistó con el geógrafo anarquista Eliseo Reclus. Desde Suiza editó en francés un periódico anarquista, L’Avant Garde y otro en alemán Arbeiterzeitung. Después participó en el último congreso de la sección bakunista de la Primera Internacional, en Verviers, Bélgica, como delegado de los rusos exiliados. Ante la posibilidad de ser detenido, viajó a Londres desde Amberes. No se detuvo allí y viajó a Francia donde continuó los estudios sobre la Revolución francesa que ya había iniciado durante su estancia en Inglaterra. En Francia la policía le seguía los pasos y tuvo que volver a Ginebra en abril de 1878. Su siguiente parada sería España, donde quedó impresionado ante el dinamismo e implantación entre la clase trabajadora del movimiento anarquista. En agosto estaba en Ginebra, donde participó en una reunión de grupos anarquistas suizos, constatando en directo que la Federación del Jura estaba decayendo de manera significativa.

Contrajo matrimonio en octubre de 1878 con la emigrada rusa Sofía Anániev. A Kropotkin no le iba a durar demasiado la felicidad, en diciembre las autoridades suizas cierran su periódico L’Avant Garde. Él no se amilanó por ello y en febrero del año siguiente editó Le Révolté. El impacto de este periódico fue bueno, hasta tal punto que en abril de 1879 tenía registrados quinientos cincuenta suscriptores. Como consecuencia de este éxito compró a crédito su propia imprenta, la Imprimerie Jurassienne.

Su desarrollo teórico en aquel momento estaba evolucionando deprisa; desde Le Révolté comenzó a definir lo que denominó como anarcocomunismo, una visión novedosa que superaba al colectivismo que había distinguido al anarquismo hasta entonces.

“El primer artículo sobre el tema apareció el 1 de diciembre y se titulaba La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. Afirmaba en él que la revolución debía basarse en las federaciones de comunas locales y los grupos independientes, evolucionando la sociedad desde una etapa colectivista de apropiación de los medios de producción por las comunas, hacia el comunismo.” (George Woodcoock e Iván Avakumovic: El Príncipe anarquista. Ed. Júcar, 1978, p.166.)

En 1880 colaboró con Reclus en su Geografía Universal. Al año siguiente se produjo la ejecución por parte del grupo Naródnaya Volia del zar Alejandro II. La represión subsiguiente fue monstruosa, entre las víctimas se encontraba una antigua compañera del Círculo Chaikovski, Sofía Peróvskaya. Nada más conocer la noticia Kropotkin escribió el texto La verdad sobre las ejecuciones en Rusia y participó en actos de protesta contra la represión en su país. Por estas actividades estuvo a punto de ser arrestado.

Todavía en julio de 1880 asistió como delegado al Congreso Socialista Revolucionario Internacional que se celebró en Londres; para poder realizar el viaje sus amigos tuvieron que hacer una colecta. Como confirmó él mismo en su correspondencia con Malatesta, su familia estaba pasando en esos momentos por estrecheces económicas. Kropotkin esperaba que en ese congreso se constituyera una nueva internacional pero no fue así. Decepcionado regresó a Suiza, mas por presiones del gobierno ruso fue expulsado y se instaló en Thonon-les-Bains, un pequeño pueblo de Francia. Sobre Le Révolté, tuvo que dejarla en otras manos y él quedarse como colaborador desde el exterior.

En 1881 volvió a Inglaterra. Durante el viaje, en una corta estancia en París, conoció a Jean Grave. Ya en Inglaterra mantuvo estrechos contactos con Malatesta, Reclus y Cafiero. Un más tarde, en 1882, conoció a James Knowles editor de The Nineteenth Century, una publicación en la que participaría durante treinta años; también siguió escribiendo para The Times, The Fortnightly Review, la Enciclopedia Británica y Nature. En ese año publico dos artículos importantes en su trayectoria ideológica en Le Révolté: La ley y la autoridad y Gobierno revolucionario.

En Inglaterra no solo escribía también daba charlas, donde se lo autorizaban, ante una concurrencia más bien escasa; en ellas hablaba de anarquismo y de la situación social que vivía Rusia. Como ni él ni su compañera se sentían cómodos en el país, decidieron regresar a Francia, en ese momento el movimiento anarquista estaba en pleno apogeo lo cual era favorable para la difusión de las ideas de Kropotkin. Su actividad de propagandista en un ambiente contestatario debido a las malas condiciones de trabajo y las crisis por la que pasaba la industria de la seda, provocaron que fuera detenido junto a otros sesenta anarquistas. En esas fechas acababa de morir de tuberculosis un hermano de su compañera Sofía. Reclus, entre otros anarquistas, organizaron un acto de protesta por las detenciones. Las autoridades acusaban a Kropotkin de pertenecer a la Internacional. De tal modo, le impusieron una multa de mil francos y le condenaron a cinco años de cárcel. Durante el juicio Kropotkin y sus compañeros de cautiverio aprovecharon la ocasión para propagar sus ideas y condenar el sistema judicial.

Su estancia en la cárcel de Clairvaux, con el estatus de prisionero político, fue más llevadera que la que padeció en Rusia, hasta el punto de mantener una alta actividad intelectual: escribió para la Geografía Universal de Reclus, la Enciclopedia Británica y The Nineteenth Century; cultivaba un huerto de verduras, hacía ejercicio físico, e incluso trabajó en un taller de encuadernación; también daba clases a otros reclusos; escribía y recibía cartas, recibía libros y periódicos siempre y cuando no fueran de tendencia izquierdista.

En el exterior se tuvo presente su encarcelamiento por un buen número de instituciones y personalidades: Academia Francesa de Ciencias, Museo Británico, Sociedad Real de Minas, Royal Geographic Society, Enciclopedia Británica, periódicos ingleses; y también por escritores como Víctor Hugo. Sus peticiones de libertad tuvieron una gran resonancia entre la opinión pública entre otras razones porque el gobierno francés reconoció que estaba recibiendo presiones diplomáticas por parte de Rusia, lo que suponía de hecho que el Zar estaba influyendo en las decisiones internas del gobierno francés. Esto encrespó tanto a la opinión pública que el Gobierno se vio obligado a la liberación de todos los detenidos el 15 de enero de 1886.

Durante la estancia de Kropotkin en la cárcel, Reclus recopiló los escritos del primero aparecidos en Le Révolté en un volumen y los publicó en1885 bajo el título Palabras de un rebelde.

Tras salir de la cárcel el matrimonio se trasladó primero a París pero como existía la posibilidad de una deportación a Rusia, decidieron volver a Inglaterra. Antes de su partida dio un célebre discurso ante un numeroso público que titulo: El anarquismo y su lugar en la evolución socialista.

Su postura contra las cárceles se radicalizó en él a partir de su última experiencia. Manifestó abiertamente que el internamiento carcelario no recuperaba ni social ni moralmente a los detenidos. En 1887 publicó en Inglaterra En las prisiones rusas y francesas. Las autoridades rusas compraron toda la edición para impedir que el texto se conociera. Unos años después fue editado de nuevo.

Su estancia en Inglaterra se extendería durante treinta años. 1886 va a suponer el inicio de una nueva etapa de su vida en la que se centrará en el estudio y en la construcción de su teoría política. Pero antes de eso los acontecimientos le obligaron a mantener su labor de propagandista.

Su paso por las prisiones mermó significativamente su salud sin embargo a pesar de ello su rendimiento intelectual no disminuyó, así como su compromiso con la revolución mundial. Poco después de llegar a Inglaterra fundo un grupo anarquista, “Freedom”; la labor de este grupo era propagandística: editaban un periódico y organizaban conferencias. En ese periodo sus escritos se publicaban en The Anarchist, editado por Henry Seymour; pronto el periódico se declaró seguidor del comunismo anárquico. En ese momento conoció a William Morris. Paralelamente a esta actividad seguía escribiendo para The Ninteenth Century, Freiheit, La Révolte (periódico sucesor de Le Révolté), Nature y The Times.

Ese primer año de estancia en Inglaterra el grupo Freedom decidió editar su propio periódico, Freedom. El periódico era sencillo, un pliego de cuatro páginas, y se imprimió hasta el año 1888 en la imprenta de la Liga Socialista de William Morris. No todo fueron parabienes en esa época, la fatalidad llegó hasta Kropotkin a través de la noticia del suicidio de su hermano Alejandro en Siberia.

En aquel tiempo el socialismo estaba en auge en Inglaterra, y las ideas anarquistas atraían a muchos de sus adeptos, hasta el punto de obligar a Kropotkin a dar conferencias por las ciudades más importantes de Inglaterra y Escocia.

A finales de 1887 llegaron a Europa las noticias de las condenas a muerte de los “mártires de Chicago”, caso también conocido como el “atentado de Haymarket” en los EEUU. Evidentemente, Kropotkin participó en una campaña por su liberación aunque sin éxito.

Toda esta agitación social hizo que el grupo Freedom creciera considerablemente, incorporándose al mismo militantes antiparlamentarios de la Liga Socialista de William Morris, que apoyaba los postulados de Kropotkin si bien nunca llegó a declararse anarquista.

En 1888 Kropotkin comenzó a publicar artículos de análisis sociológico. Hay en concreto tres importantes que se publicaron en The Nineteenth Century: El derrumbe de nuestro sistema industrial, El futuro reino de la abundancia y La ciudad industrial del futuro. Estos tres artículos serían la base fundamental de su libro Campos, fábricas y talleres, que se publicaría más adelante. En esas fechas en sus conferencias enunciaba el principio que le va a hacer pasar a la posteridad: “De a cada cual según su capacidad (o trabajo), a cada cual según sus necesidades”.

Durante el año 1989 mantuvo sus colaboraciones en periódicos y revistas, analizando, entre otros temas, la revolución francesa y sus consecuencias.

En 1890 Kropotkin se centró definitivamente en sus estudios como científico y pensador. Siguió escribiendo en numerosos medios periodísticos y dando conferencias sobre una gran variedad de temas: literatura, cárceles, anarquismo, naturalismo o industria, entre otros; ya entonces empezó a introducir sus postulados sobre el apoyo mutuo. Ese año publico un ensayo también importante, Trabajo intelectual y trabajo manual. A mediados de 1890 se publicaron una serie de artículos en The Nineteenth Century, que formarían parte de El apoyo mutuo: un factor de la evolución.

En 1892 se publicó en Francia La conquista del pan, con un prólogo de Eliseo Reclus. El prestigio de Kropotkin a esas alturas era internacional, muy reconocido en los ambientes académicos, por lo que con frecuencia era invitado a participar en conferencias científicas.

En 1894, Kropotkin, su compañera Sofía y su hija Alejandra, se instalaron en el campo, en Bromley, Kent. Allí cultivaba una huerta, hacía sus propios muebles y, por supuesto, leía y escribía sin cesar. Rudolf Rocker le visitó en 1896 y describió su despacho como una estancia “cuyas paredes estaban cubiertas de libros hasta el techo”. Por esa casa pasaron figuras importantes del anarquismo como el propio Rocker, ya citado, Emma Goldman, Fernando Tarrida del Mármol y Louise Michel, entre los más renombrados.

Hacia 1895 el auge del socialismo parlamentario aisló al anarquismo. Kropotkin siguió escribiendo pero sin participar en actividades, prácticamente, de agitación y propaganda.

En 1896 se celebró en Londres el Congreso Socialista Internacional, la tendencia parlamentaria impidió que los anarquistas asistieran. Kropotkin debido a su mala salud no estuvo presente en ese evento ni el congreso anarquista paralelo que se celebró.

En 1897 Kropotkin participó en una campaña contra el gobierno de España acusado de aplicar la tortura a los prisioneros encarcelados en Montjuic (Barcelona). La salud de Kropotkin era tan delicada que su compañera Sofía tuvo que suplirle en una conferencia, hecho que se repetiría con frecuencia en el futuro. También este año viajó a Canadá para participar en una reunión organizada por la Sociedad Inglesa para el Patrocinio de la Ciencia. De allí partió a los EEUU donde dio tres conferencias sobre apoyo mutuo en Boston y otra en Nueva York. Intentó visitar sin éxito a Alexander Berkman en Pittsburgh, donde estaba encarcelado. También llegó a un acuerdo con la revista The Atlantic Monthly, revista literaria de Boston, para publicar por entregas Memorias de un revolucionario; el libro sería publicado en 1899.

En 1899 se produjo la segunda Guerra de los Boers y Kropotkin condenó al ejército inglés por sus crímenes en la misma; este posicionamiento puso en peligro su estancia en Inglaterra, aunque finalmente no tuvo consecuencias. Se publica «Campos, fábricas y talleres» y «Memorias de un revolucionario».

Regresó a los EEUU en el año 1901 e hizo una gira por varias universidades, dando conferencias con temáticas diversas entre ellas sobre literatura rusa. En lo que se refiere a esta última, más adelante se recopilarían dichas conferencias en un libro denominado Ideales y realidades de la literatura rusa. Por supuesto, también asistió a reuniones con sus amigos anarquistas norteamericanos. A su vuelta a Inglaterra se centró en completar su magna obra El apoyo mutuo, que sería publicada al año siguiente.

Durante los años 1903 y 1904 expuso sus tesis geológicas en la Sociedad Geográfica Británica. En 1904 publicó La necesidad ética de la época actual, en 1905 La moral de la naturaleza y La revolución rusa. Ese año sus problemas de salud aumentaron y estuvo a punto de morir.

En 1907 cambió de domicilio a High Gate, allí concluyó diversos temas teóricos que tenía pendientes. En 1909 publico La Gran Revolución francesa y El terror en Rusia. Entre 1910 y 1915 publicó numerosos artículos sobre ética, ayuda mutua, evolucionismo y herencia biológica; igualmente, se dedicó a traducir su obra al ruso.

Sobre la situación política en Rusia después de la Revolución de 1905 hay que decir que se encontraba dominada por un ambiente revolucionario ya que el zarismo no presentaba signo alguno de apertura; además, el anarquismo estaba en ebullición lo que hizo que los grupos de exiliados anarquistas aumentaran su actividad. En años sucesivos las obras de Kropotkin se editaron de forma legal o ilegal en Rusia. Su influencia estaba centrada entre anarcocomunistas y anarcosindicalistas

En Suiza se editó la revista Pan y Libertad que llegaría a Rusia y gozaría de un cierto prestigio dentro de la ilegalidad en la que era distribuida. Kropotkin escribió para ella sin firma. Los grupos anarquistas rusos, como ya se ha dicho,en gran parte estaban influenciados por Kropotkin y este les apoyaba hasta cierto punto, pues estaba en contra del terrorismo que dichos grupos solían practicar para desestabilizar al régimen zarista. Kropotkin sí defendía la expropiación de bienes de primera necesidad, es decir que “el pueblo libre fuera a los almacenes y tomara la comida y la ropa que necesitara”. En lo que respecta al tema de la vivienda su posicionamiento era semejante al anterior. Los alquileres debían suprimirse, “las casas vacías debían ser tomadas por familias que vivieran en la calle”. Se posicionó a favor de trabajar cinco horas al día para poder gozar el resto del tiempo con tareas lúdicas. También propuso que se comenzara a contribuir a la sociedad a la edad de 25 años y se terminara a los 45 años. Hizo mucho hincapié en la capacidad organizadora instintiva del pueblo, al que consideraba capaz de gestionar un nuevo orden en base al sentido común sin la necesidad de una autoridad coercitiva. Kropotkin apoyaba el anarcosindicalismo y la participación en los soviets, siempre y cuando estos no fueran instrumentos autoritarios.

Mientras su salud seguía deteriorándose, en 1912 participó en el Congreso Internacional de Eugenesia que se celebró en Londres. En dicho congreso se mostró crítico hacia la esterilización de personas que defendían algunos científicos del momento. En ese año se implicó vivamente en la campaña destinada a evitar la deportación de Malatesta a Italia. Contaba entonces 70 años.

Con respecto a la Primera Guerra Mundial, Kropotkin rompió con el característico antibelicismo ácrata, y tomó partido por Francia, en contra de la Alemania de Bismarck. En este posicionamiento participaron anarquistas renombrados como Jean Grave, James Guillaume, Paul Reclus, Carlos Malato, Christiaan Cornelissen, entre otros, conocido como el Manifiesto de los Dieciséis. Dicho apoyo provocó una reacción anarquista internacional en contra de dichas tesis. Malatesta escribió una demoledora crítica hacia la posición de Kropotkin que fue publicada en Freedom. La carta representaba la opinión de gran parte del movimiento anarquista internacional. Esto llevo a la ruptura dentro del grupo editor de Freedom, que había sido, precisamente, creado por Kropotkin, Cherkésov, Sofía y otros anarquistas que apoyaban a los aliados. El Manifiesto de los dieciséis fue respondido por otro manifiesto contrario a la guerra que fue firmado por Malatesta, Shapiro, Emma Goldman, Alexander Berkman, Thomas Keell y Rudolf Rocker. Más tarde lo firmarían otros anarquistas de renombre como Luigi Fabbri, Émile Armand y Sebastian Faure.

Estos desafortunados enfrentamientos condujeron al ostracismo a Kropotkin, que perdió el contacto con la mayoría de sus antiguos amigos, tanto anarquistas como socialistas. Lenin, por cierto, aprovecho la oportunidad para descalificarle y atacar al movimiento anarquista, aunque este en su mayoría fuera contrario a la guerra.

A principios de año de 1917 le llegaron a Kropotkin las noticias sobre la revolución de febrero en Rusia. En ese momento decidió regresar a su país. Mediado el año inicia el viaje a través de Noruega, Suecia y Finlandia. El viaje, en principio, estaba organizado en secreto, a pesar de ello, por donde pasaba era recibido por trabajadores y estudiantes, hombres y mujeres, que le mostraban su apoyo, reconocimiento y afecto. Pisó terreno ruso después de cuarenta y un años de exilio. El ferrocarril en que viajaba se detuvo en Petrogrado a las dos de la madrugada, y para su tremenda y emotiva sorpresa fue recibido por un regimiento militar, una banda de música que interpretaba La Marsellesa y por una manifestación, expectante y eufórica, compuesta por unas setenta mil personas.

Nada más llegar a Rusia Kropotkin inició una frenética actividad, participando en todo tipo de actos y reuniones, aunque sus relaciones con el movimiento anarquista no mejoraron porque él seguía insistiendo en la participación en la guerra del lado de los aliados; argumentaba que ello “aseguraba las conquistas de la revolución”. Sus relaciones entonces se limitaron bastante, teniendo contactos con partidos belicistas, entre ellos los mencheviques. El contacto con el Gobierno ruso era bueno hasta tal punto que Kerensky le ofreció un cargo, una pensión y residencia en el Palacio de Invierno. Kropotkin rechazó estar ofertas.

Durante el mes de agosto de 1917 se trasladó a Moscú. Allí participó en la Conferencia de Estado de todos los partidos presentes en el espectro político ruso, en la que mostró abiertamente su posición a favor de continuar la guerra, la creación de una república federal y criticó agriamente a los bolcheviques. Evidentemente, estas posturas reformistas de Kropotkin fueron utilizadas por los bolcheviques para acentuar sus críticas a los anarquistas.

La Revolución de Octubre hizo recapacitar a Kropotkin —ya con los bolcheviques en el poder, retiradas las tropas rusas del frente y una intensa efervescencia revolucionaria en la calle— y retomar los principios anarquistas. Entonces, se incorporó a la Liga Federalista, grupo compuesto por investigadores que impulsaban el federalismo y la descentralización. En 1918 la liga fue prohibida por las autoridades bolcheviques. Kropotkin no fue molestado por las nuevas autoridades; no corrieron la misma suerte los mencheviques, socialistas revolucionarios y anarquistas en general. El momento era dramático para la supervivencia física del anarquismo que solo podía ir a peor salvo que se produjera la tercera revolución que reivindicarían tiempo después los marineros de Kronstadt. Kropotkin recupero entonces antiguas amistades como Volin y Shapiro.

Ese mismo año, a pesar de su cada vez más precario estado de salud, se entrevistó con Néstor Majnó. También se esforzó en trabajar en su Ética, que nunca terminaría. Al año siguiente tuvo una entrevista con Lenin en Moscú en la que criticó la política que el partido bolchevique aplicaba a las cooperativas  y la represión de cualquiera que disintiera de las directrices del partido. La reunión, según contó el propio Kropotkin, fue cordial. Después de esta entrevista escribió a Lenin en tres ocasiones, haciéndole diversas peticiones; dichas misivas fueron ignoradas.

Lo que estaba viviendo hizo que en 1920 escribiera Carta a los obreros del mundo occidental en el que expuso sus críticas a la denominada Revolución Bolchevique. Estas críticas las compartía abiertamente con cualquiera que le visitara en su casa. Han dejado constancia de ellas Alexander Berkman, Emma Goldman, Shapiro y Pestaña, por ejemplo. Antes de morir volvió a entrevistarse con Lenin. Falleció el 8 de febrero de 1921 en Dimítrov.

La muerte de Kropotkin fue un acontecimiento que conmocionó a la nación. El Gobierno quiso organizar un pomposo acto oficial pero la familia y sus amigos lo rechazaron; los grupos anarquistas se encargaron de ello, con ellos estaban Emma Goldman y Alexander Berkman. Como las autoridades censuraban cualquier tipo de publicación en su memoria, se abrió una imprenta, que había sido cerrada, y en ella se editaron algunos folletos de manera clandestina.

El entierro de Kropotkin fue un suceso excepcional en la historia de Rusia. Por la casa de Kropotkin desfilaron miles de personas: soldados, campesinos, obreros, funcionarios y estudiantes. Cerraron los colegios, y niños y profesorado salieron a la calle a acompañar a la comitiva que transportaba el féretro.

El cuerpo fue trasladado en ferrocarril hasta Moscú; allí lo esperaba una multitud de cien mil personas que lo acompañó hasta el Palacio del Trabajo. Kamenev se comprometió a liberar temporalmente a los anarquistas encarcelados a cambio de que no convirtieran el evento en un acto de rechazo al gobierno bolchevique. Al final solo unos cuantos prisioneros pudieron participar.

El féretro tuvo que recorrer ocho kilómetros hasta el Cementerio Novodévichi, acompañado por la masa humana concentrada; durante todo el trayecto una orquesta estuvo interpretando la Sinfonía Patética de Chaikovski. A todo esto se añadió el colorido de cientos de banderas ondeadas al viento, de sindicalistas, sociedades científicas, de estudiantes, organizaciones del más diverso espectro social y partidos políticos. También hubo muchas banderas negras anarquistas. En el Museo Tolstoi ondeó la bandera negra. Al pasar por la Prisión de Butyrka, los presos políticos sacaban los brazos por las ventanas enrejadas a modo de saludo.

El entierro de Kropotkin fue la última manifestación masiva del anarquismo ruso. A partir de aquel momento los anarquistas fueron al exilio o exterminados por los bolcheviques.

Pensamiento político

Hasta la entrada en escena de Kropotkin el planteamiento anarquista se basaba en la desaparición del Estado y en la estructuración social de abajo a arriba en función de las comunas obreras organizadas colectivamente, bajo la máxima de: “A cada uno según su trabajo”. Estos planteamientos estaban inspirados en Proudhon, entre otros, y fueron adoptados por Bakunin. Mas las observaciones y estudios realizados por Kropotkin en el entorno natural le llevaron a defender un modelo social inspirado en los supuestos anteriores pero cimentado en el apoyo mutuo como motor de la convivencia, y de la supervivencia. Su máxima revolucionaria paso a ser: “A cada uno según sus necesidades”. Así del anarcocolectivismo se pasó al anarcocomunismo, considerando este posicionamiento como algo natural, “de sentido común” en la evolución de las especies y de las sociedades humanas.

Una de las primeras obras que marca distancia con el colectivismo al uso, escrita en 1892, fue La conquista del pan. En ella la tesis fundamental es: “Todos los bienes de que dispone hoy la sociedad son producto del trabajo mancomunado y solidario de los hombres de ayer y de hoy. Todos los bienes, por tanto, pertenecen por igual a todos, desde el momento en que resulta imposible discriminar la parte que en su producción ha tenido cada uno”.

Kropotkin desarrolló su pensamiento revolucionario en torno a tres ejes:

  • ¿Cómo organizar la producción y el consumo en una sociedad libre?: Mediante la colectivización de los medios de producción y los bienes obtenidos, junto con una racionalización de la economía y la creación de la comuna autosuficiente (la comuna suprime las diferencias campo-ciudad, crea una descentralización industrial y también elimina la división entre trabajo manual e intelectual). Sustentado todo esto en el apoyo mutuo.
  • Apoyo mutuo: En el apoyo mutuo reside una interpretación que amplía las teorías evolucionistas de Darwin. Kropotkin trata de demostrar en sus escritos que la cooperación y la ayuda recíproca son prácticas comunes y esenciales en la naturaleza humana. Si se renuncia a la solidaridad por la codicia, se cae en la jerarquización social y el despotismo.
  • Concepción moral y ética: Solo una moral basada en la libertad, solidaridad y justicia, puede superar los instintos destructivos que también forman parte de la naturaleza humana. En todo caso, la ciencia ha de ser la guía de los fundamentos éticos obviando lo principios sobrenaturales. La investigación de las estructuras sociales debe producir el conocimiento de las necesidades humanas, base para el desarrollo de una sociedad libre.

El pensamiento de Kropotkin supone un aporte decisivo en el desarrollo de las ideas anarquistas. Él predecía una sociedad ideal en la que el Estado desaparecería y en la que no existiría la violencia estructural. La sociedad entonces estaría basada en la cooperación voluntaria de personas libres.

Obra

1873 – ¿Debemos encargarnos de examinar el ideal de un sistema futuro? (Reproducido en Byloe, nº 17, 1921).

1873 – Pugachevilibunt 1773 goda. (Ginebra).

1876 – A propósito de la cuestión de Oriente. (Bolletin de la Féderation Jurassienne de l’Association Internationale des Travailleurs, Ginebra).

1876 – Investigación sobre la era glacial. (Notices of the Imperial Russian Geographical Society).

1877 – Noticias del exterior: Rusia. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Los sindicatos. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Asuntos de América (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1877 – Boletín internacional. (L’Avant-Garde).

1877 – El Adelante y el pueblo ruso. (Bolletin de la Féderation Jurassienne, Ginebra).

1879 – La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolté, Ginebra).

1879 – El proceso de Solovieff. (Ginebra).

1879 – La situación. (La Révolté, Ginebra).

1879 – La descomposición de los Estados. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El año 1879. (La Révolté, Ginebra).

1880 – El gobierno representativo. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La Comuna. (La Révolté, Ginebra).

1880 – A los jóvenes. (La Révolté, Ginebra).

1880 – La cuestión agraria. (La Révolté, Ginebra).

1880 – Las elecciones. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El año 1880. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Los enemigos del pueblo. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La Comuna de París. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La situación en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La verdad sobre las ejecuciones en Rusia. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El espíritu de rebelión.  (La Révolté, Ginebra. Ed. Castellano: Folletos revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1881 – Todos socialistas. (La Révolté, Ginebra).

1881 – El orden. (La Révolté, Ginebra).

1881 – Las minorías revolucionarias. (La Révolté, Ginebra).

1881 – La organización obrera. (La Révolté, Ginebra).

1882- El partido revolucionario ruso. (The Newcastle Chornicle / Fortnightly Review).

1882 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La guerra. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los derechos políticos. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Teoría y práctica. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El aniversario del 18 de marzo. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La ley y la autoridad. (La Révolté, Ginebra).

1882 – El gobierno durante la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – Los preludios de la revolución. (La Révolté, Ginebra).

1882 – La situación en Francia. (La Révolté, Ginebra).

1883 – Las prisiones rusas. (TheNineteenth Century, Londres).

1883 – La prisión fortaleza de San Petersburgo. (The Nineteenth Century, Londres).

1883 – Rusia marginal. (The Nineteenth Century, Londres).

1884 – Exilio en Siberia. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Finlandia: una nacionalidad naciente. (The Nineteenth Century, Londres).

1885 – Palabras de un rebelde. (Ed. Elisée Reclus, París; Flammmarion. Montreal; Black Rose Books New York, 1992).

1885 – Lo que debe ser la geografía. (TheNineteenth Century, Londres).

1886 – El lugar del anarquismo en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1889 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Cómo se han enriquecido. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La práctica de la expropiación. (La Révolté, Ginebra).

1886 – La guerra social. (La Révolté, Ginebra).

1886 – Los talleres nacionales. (La Révolté, Ginebra).

1887 – Las prisiones. (Ward and Downey, Londres).

1887 – La anarquía por venir. (The Nineteenth Century, Londres).

1887 – Las bases científicas de la anarquía. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – La ciudad industrial del futuro. (The Nineteenth Century, Londres).

1888 – El asalariado. (La Révolte, Ginebra).

1889 – El centenario de la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1889 – Qué es una huelga. (La Révolte, Ginebra).

1890 – Trabajo intelectual y trabajo manual. (The Nineteenth Century, Londres).

1890 – La moral anarquista desde el punto de vista de su realización práctica. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El movimiento obrero en Inglaterra. (La Révolte, Ginebra).

1890 – El primero de mayo. (La Révolte, Ginebra).

1891 – La moral anarquista. (Folleto, París)

1891 – El comunismo anarquista: su base y sus principios. (Folleto, Londres. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1891 – Las huelgas inglesas. (La Révolte, Ginebra).   

1891 – La Entente. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Estudio sobre la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1891 – Mensaje a los delegados en el encuentro de sindicalista británicos y franceses. (Freedom, Londres).

1891 – La muerte de la nueva Internacional. (La Révolte, Ginebra).

1892 – La conquista del pan. (París).

1892 – El asunto de Chambles.(La Révolte, Ginebra).

1892 – El terrorismo. (La Révolte, Ginebra).

1892 – Explicación. (La Révolte, Ginebra).

1892 – El espíritu de rebelión. (Commonweal).

1893 – A cerca de la enseñanza de la fisiografía. (Geofraphic Journal, vol. 2, pp. 350-359, Londres).

1893 – La agricultura. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Discurso en Grafton Hill sobre el Anarquismo. (Freedom, Londres)

1893 – Los principios en la revolución. (La Révolte, Ginebra).

1893 – Un siglo de espera. (París).

1894 – Los tiempos nuevos. (París).

1895 – La comuna de París. (Freedom Pamphlets, nº 2, Londres: W. Reeves).

1895 – Las condiciones actuales en Rusia. (The Nineteenth Century, vol. 38, pp. 519-535, Londres).

1896 – El anarquismo: su filosofía y su ideal. (Libr. Scociale, París. Edición Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1896 – La anarquía en la evolución socialista. (La Révolte, Ginebra).

1896 – Llamado a los jóvenes. (W. Reeves, Londres)

1897 – La gran huelga de los muelles. (Bibliothèque des Temps Nouveaux, París).

1897 – El Estado y su rol histórico. (Les Temps Nouveaux, París)

1897 – La población de Rusia. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 196-202, Londres).

1898 – Los antiguos cauces del Amu-Daria. (The Geographical Journal, vol. 10, nº 2, pp. 306-310, Londres).

1898 – Moralidad anarquista. (Free Society, San Francisco).

1898 – Algunos de los recursos de Canadá. (The Nineteenth Century, March, pp. 494-514, Londres).

1899 – Cesarismo. (Les Temps Nouveaux, París).

1899 – Campos, fábricas y talleres. (Hutchinson, Londres).

1899 – Memorias de un revolucionario. (Houghton, Mifflin, Nueva York).

1900 – Comunismo y anarquía. (Les Temps Nouveaux, París).

1901 – La organización de la venganza llamada Justicia. (París).

1901 – Ciencia moderna y anarquismo. (Londres. Ed. en ruso; inglés en 1903. Ed. en castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1901 – El desarrollo del sindicalismo. (Londres).

1902 – El apoyo mutuo. (Heinemann, Londres).

1903 – Discusión con Mr. Mackinder; Mr. Ravenstein; Dr. Herbetson; MrAndrews; Cobden Sanderson y Elisée Reclus. (The Geographical Journal, vol. 22, nº. 3, pp. 294-299, JSTOR).

1904 – La desecación de Eurasia. (The Geographical Journal, 23, pp. 722-741).

1904 – El barón Toll. (The Geographical Journal, vol. 23, nº. 6, pp. 770-772, JSTOR).

1904 – Las necesidades éticas del presente. (The Nineteenth Century, LVI, pp. 207-226, Londres).

1904 – Cómo fue fundado “Le Révolté”. (Les Temps Nouveaux, París)

1904 – Máximo Gorki. (The Independent, vol. 54, nº 2924, pp. 1371-1378, New York; W. S. Benedict).

1905 – Ideales y realidades en la literatura rusa. (Boston: McClure, Philips and Co., 1919; New York: A. A. Knopf, 1915).

1905 – La agitación constitucionalista en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1905 – Bakunin. (Jleb I volia).

1905 – La revolución en Rusia. (The Nineteenth Century, Londres).

1909 – El terror en Rusia. (Methuen, Londres).

1909 – La gran revolución francesa. (Londres. Hay ed. Castellana. Ed. Proyección, Buenos Aires, 1977)

1910 – Anarquismo. (The Encyclopaedia Britannica, 11th edition. Ed. Castellano: Folletos Revolucionarios, R. N. Baldwin, comp.).

1910 – Insurrección y revolución. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La cruzada en la ciencia de M. Bergson. (Les Temps Nouveaux, París)

1913 – La guerra próxima. (The Nineteenth Century, Londres).

1914 – La acción anarquista en la revolución. (París).

1916 – La nueva Internacional. (París).

1916 – ¡Guerra! (William Reeves, Londres).

s/d   – Ley autoridad, un ensayo anarquista. (William Reeves, Londres)

1919 – La acción directa del ambiente y la evolución. (The Nineteenth Century,  vol. 85, pp. 70-89, Londres).

1920 – El sistema salarial. (Freedom Pamphlets, Londres).

1921 – Ideal en la revolución. (Byloe, nº 17).

1922 – Ética. (Petrogrado-Moscú; Golos Truda).

1923 – ¿Qué hacer? (Rebochii put, nº 5, Berlín).

1924 – Ética: su origen y evolución. (George G. Harrap & Co., Ltd, Londres)

Bibliografía recomendada

Actualidad de Kropotkin y el anarquismo revolucionario. Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas, Portal Libertario Oaca, 25 octubre 2013.

Carta a lenin de Piotr Kropotkin, acracia.org, 31 agosto 2016.

Carta de Piotr Kropotkin a Elías Jiménez Rojas. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 16 mayo 2017.

Carta de Piotr Kropotkin a Francisco Ferrer i Guardia. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 abril 2016.

Celebrando el Aniversario de Bakunin (1914). Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 23 noviembre 2018.

Cronología vital de Piotr Kropotkin. R. Quesada, Portal Libertario Oaca, 20 noviembre 2014.

El adiós del «príncipe» anarquista: Emma Goldman y el funeral de Kropotkin. Pete “Black Thunder”, Agente provocador, 9 febrero 2021.

El anarquismo según sus más ilustres representantes: Godwin, Proudhon, Stirner, Bakunin, Kropotkin, Tucker, Tolstoy, etc. P. Eltzbacher, Portal Libertario Oaca, 10 mayo 2017.

El gobierno revolucionario. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 20 septiembre 2015.

El legado de Kropotkin 100 años después de su muerte. Frank Mintz, acracia.org, 14 febrero 2021.

El nihilismo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2016.

El otoño de Kropotkin, sus últimos años. Jordi Maíz, acracia.org, 17 junio 2018.

El pensamiento ético y político de Kropotkin. Capi Vidal, Portal Libertario Oaca, 3 junio 2014.

El pensamiento de Kropotkin: ciencia, ética y anarquía. Ángel Cappelletti.

El príncipe de los ácratas. Omar López Mato, Historia hoy, nº 593, 8 febrero 2021.

El sabio y el revolucionario. Kropotkin según Malatesta. F. Fernández, Portal Libertario Oaca, 23 enero 2014.

En torno al pensamiento revolucionario de Piotr Kropotkin. Demián Revart, Portal Libertario Oaca, 9 septiembre 2015 (Prólogo a La conquista del pan, Revuelta Epistémica, 2015).

Kropotkin contra la eugenesia: siete intensos minutos. A. Girón, Portal Libertario Oaca, 9 julio 2017.

Kropotkin y El apoyo mutuo. Piotr Kropotkin, acracia.org, 4 enero 2015.

Kropotkin y la infancia. Rafael Mondragón, acracia.org, 13 febrero 2021.

La acción de las masas y la acción individual. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 30 noviembre 2015.

La conquista del pan: volviendo a una obra de Kropotkin. Simón Royo Hernández, acracia.org, 1 abril 2007.

La descomposición de los estados. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 29 septiembre 2015.

La gran Revolución francesa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 8 septiembre 2016.

La Revolución francesa. Piotr Kropotkin, acracia.org, 10 agosto 2016.

Mis recuerdos sobre Kropotkin (1922). Milly Witkop, Portal Libertario Oaca, 1 noviembre 2017.

Opiniones de Kropotkin sobre la Revolución rusa. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 19 noviembre 2017.

Palabras de un rebelde. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 11 septiembre 2015.

Piotr Kropotkin. Centenario de la muerte del abuelo del anarquismo y del apoyo mutuo. Todo por hacer, acracia.org, 7 febrero 2021.

Recordando a Darwin, revitalizando a Kropotkin. J. F. Paniagua, acracia.org, 4 febrero 2016

Recuerdos de Kropotkin. Emma Goldman, Portal Libertario Oaca, 7 enero 2018.

Sobre el orden. Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 21 agosto 2015.

¿Somos lo suficientemente buenos? Piotr Kropotkin, Portal Libertario Oaca, 10 noviembre 2015.

Videoteca

Acercamiento al anarquismo: Bakunin Ft. Kropotkin.

Darwin y Kropotkin: ¿Competición o solidaridad?

El comunismo anarquista Piotr Kropotkin.

El otoño de Kropotkin. Entre guerras y revoluciones (1905-1921).

Funeral de Piotr Kropotkin [Filmación, 1921].

Juventud (A los Jovenes por el Anarquista Piotr Kropotkin).

Kropotkin en la memoria.                                   

La conquista del pan, Piotr Kropotkin. El comunismo anarquista.

La ética de Kropotkin.

Mesa Debate: «Kropotkin: Interdependencia y reciprocidad».

Palabras de un rebelde, de Piotr Kropotkin.

Qué es el anarquismo? por Piotr Kropotkin

Hijas de la Anarquía. La tradición de los nombres libertarios

Semblanza anárquica de algunos nombres, hijos del tiempo rebelde en el que éstos también eran anunciadores de un mundo nuevo.1

Mujer mitin García Oliver Valencia
Fotograma. Una mujer anónima asiste a un mitin de García Oliver celebrado en Valencia en 1937. FUNDACIÓN ANSELMO LORENZO

Chema Álvarez Rodríguez

Era 1936 en Jerez de los Caballeros. María Bruguera Pérez y Francisco Torrado Navarro llevaban el sol y el trigo de los campos en el mundo nuevo de sus corazones. Ella hija y nieta de anarquistas: su padre obrero de la fábrica corchotaponera en la Sierra Suroeste extremeña, venida a menos, y su abuelo catalán de Palafruguell, Gerona. Su madre, Elisa Pérez, bordadora, tenía un pequeño negocio de alimentación en el pueblo de Jerez, provincia de Badajoz.

María y Francisco se amaban y amaban la libertad. Ambos, junto al hermano de María, Antonio Bruguera, habían contribuido a fundar las Juventudes Libertarias en Jerez de los Caballeros en 1932. Una cosa trajo la otra y poco después fundaron también el grupo de teatro libertario “Ni Dios ni Amo”, con el que recorrían los pueblos de alrededor.

María tenía 21 años cuando las columnas fascistas bajo el mando de José Álvarez e Ildefonso Medina Mogollón entraron en Jerez, el 18 de septiembre de 1936. Según historió Francisco Espinosa, su paso dejó 60 cadáveres en la calle, todos de izquierdas. Afortunadamente, tanto María como el resto de su familia lograron huir antes de la llegada de los rebeldes.

María se salvó de ser asesinada porque el capitán de los civiles se apiadó al ver el bebé tan pequeño o porque, simplemente, no habría sabido qué hacer con él si mataban a la madre, que fue detenida y pasó, desde entonces, un calvario de cárcel en cárcel

El padre de María, Antonio Bruguera, pasó a zona republicana junto a centenares de personas que huían del avance franquista. El grupo formado por María, su madre Elisa Pérez, su hermano Antonio y su compañero Francisco, no tuvo tanta suerte y quedó atrapado en la tierra quemada de los fascistas. Intentaron cruzar a Portugal, sin ningún éxito debido a que la frontera estaba cerrada, ante la aglomeración de gente huida desde las provincias de Huelva y Badajoz. Afortunadamente. La policía, el ejército y los paramilitares fascistas portugueses estaban entregando a los huidos a las huestes de Franco.

Mujeres anarquistas 18 julio barcelona
18 de julio de 1936. Un grupo de mujeres y hombres se dirige en camioneta a luchar contra el levantamiento fascista en Barcelona FUNDACIÓN ANSELMO LORENZO

El grupo familiar retrocedió por tierras pacenses y se refugió muy cerca de Jerez, en la finca “La Media Nava”, donde los padres de Francisco Torrado tenían una parcela. En los chozos de aquella finca se refugiaron otros muchos huidos, y en uno de aquellos chozos María y Francisco gestaron un niño que nacería en el mismo lugar el 8 de junio de 1937, siendo asistida María en el parto por su madre Elisa Pérez.

A los pocos meses de nacer el bebé, en noviembre de 1937, la Guardia Civil dio una batida y encontró los chozos. Realizaron una masacre. Casi 20 personas fueron ejecutadas aquel día, asesinadas, en aquella finca de “La Media Nava”, entre ellas el compañero de María, Francisco Torrado, su madre, Elisa Pérez, y Bautista Méndez, secretario de las Juventudes Libertarias de Jerez de los Caballeros. En total, entre 16 y 18. Las crónicas, orales, no lo aclaran. El hermano de María, Antonio Bruguera, pudo escapar antes de que llegaran los guardias. María se salvó de ser asesinada porque el capitán de los civiles se apiadó al ver el bebé tan pequeño o porque, simplemente, no habría sabido qué hacer con él si mataban a la madre, que fue detenida y pasó, desde entonces, un calvario de cárcel en cárcel. Pasó 8 días en la cárcel de Jerez de los Caballeros, y de allí fue a la de Badajoz, donde fue juzgada en diciembre y sentenciada a muerte. Tres días después de la sentencia un abogado defensor le comunicó que le habían conmutado la pena por 30 años de reclusión.

Floreal es el octavo mes del calendario republicano francés, el segundo mes de la primavera, entre Germinal y Pradial. María Bruguera y Francisco Torrado le pusieron ese nombre al hijo que engendraron y tuvieron en los campos jerezanos

Durante 8 años y un mes recorrió los penales de Badajoz, Tarragona, Salamanca, Valladolid, Saturrarán y Madrid. En 1946 salió libre, pero más convencida si cabe de sus ideas y comprometida aún en la clandestinidad con la CNT y con Mujeres Libres, tras conocer en la cárcel de Madrid a las hermanas Lobo y a María Carrión, antiguas militantes de esta organización. Poco después se casaría con Antonio Lobo, hermano de sus antiguas compañeras en la cárcel y también compañero anarquista. Junto a él, nada más salir de la cárcel, lo primero que hizo fue ir a buscar a su hijo, el fruto de su unión con Francisco Torrado y quien la salvara de morir asesinada en noviembre de 1937.

A María sólo se le había permitido tener a su hijo junto a ella durante ocho meses en la cárcel de Badajoz, en 1938, dado lo pequeño que era el niño, teniéndolo que dejar después al cuidado de sus suegros, cuando la trasladaron al Convento de las Oblatas en Tarragona, cárcel de mujeres regentado por monjas. Durante este tiempo, mientras estaba en Badajoz, se enteró de que su padre, Antonio Bruguera, antiguo presidente de la Casa del Pueblo de Jerez de los Caballeros, había sido capturado y fusilado el 17 de noviembre de 1939. Todo ello lo podemos saber porque María, con el fin del franquismo, fue una de las fundadoras de Mujeres Libertarias y de la revista de este colectivo, del mismo nombre, que le dedicó un monográfico al fallecer, en Madrid, el 26 de diciembre de 1992.

Cabecera Revista Mujeres Libertarias
Cabecera de la revista Mujeres Libertarias.

Floreal es el octavo mes del calendario republicano francés, el segundo mes de la primavera, entre Germinal y Pradial. María Bruguera y Francisco Torrado le pusieron ese nombre al hijo que engendraron y tuvieron en los campos jerezanos. Floreal. Como anarquistas practicantes que eran, cuya vida e ideas iban más allá de su acción política, apelaron con este nombre a la protección de la Naturaleza, de las flores que se abren entre abril y mayo, sustrayendo así a la Iglesia el poder omnímodo que siempre había demostrado tener a través de la imposición de nombres cristianos.

Esta práctica, la de poner nombres no cristianos ni religiosos a los hijos e hijas, fue una costumbre entre las familias de anarquistas principalmente, si bien otros muchos militantes de izquierda (comunistas, socialistas, republicanos…) también la ejercieron como un signo de anticlericalismo y de inicio de un mundo nuevo.

Todo ello como una costumbre heredada, en parte, de la masonería y de los grupos masónicos, donde los mismos masones se cambiaban el nombre o les imponían a sus hijos o hijas aquellos que tenían que ver con el mundo clásico, como hizo el masón y republicano de Montijo (Badajoz) Juan Antonio Codes Rodríguez, miembro primero de la logia “Emerita Augusta” y después de la logia “Triángulo Montijano”. Codes bautizó a sus hijos con el nombre de Lealtad, Virgilio y Sócrates.

En los pueblos, la Iglesia tenía como fuente de ingreso los derechos parroquiales, un dinero que cobraba por el bautismo y por la inscripción en sus registros propios de los recién bautizados. Los nombres no católicos sustraían al recién nacido del registro eclesial

Ya El Condenado, periódico colectivista, defensor de La Internacional, en su edición del domingo 20 de abril de 1873, reproducía el acta de una sesión celebrada por internacionalistas en la noche del 26 de febrero de 1873 en Sanlúcar de Barrameda, en la que dos de los miembros presentaban a la Asociación a sus hijos nacidos el día 1 anterior, con el fin de que esta les diera nombres, “con que se han de diferenciar entre los demás”, resultando como acuerdo de la Asociación llamar al hijo de Antonio Aguilar y de Francisca Fernández “Paso al Progreso Humano”, y a la hija de Agustín González y Encarnación Morantes “Europa Anárquica”.

La prensa anarquista de finales del siglo XIX y de principios del XX ofrece testimonio abundante de los nombres anarquistas y de las ceremonias que los acompañaban, sin dejar de mencionar las reacciones que suscitaban en los poderes de la época, tanto estatales o municipales, como los eclesiásticos. Por no hablar de “las buenas gentes”.

Libro Mujeres Libres
Mujeres Libres: referente histórico del anarcofeminismo

PAULA RUIZ ROA2

En los pueblos, la Iglesia tenía como fuente de ingreso los derechos parroquiales, un dinero que cobraba por el bautismo y por la inscripción en sus registros propios de los recién bautizados. Los nombres no católicos sustraían al recién nacido del registro eclesial, lo cual ocasionaba serias pérdidas económicas a la clerigalla.

Como fuente de ingreso que era, la Iglesia recomendaba poner al recién nacido el nombre del Santo del día en el que hubiera venido al mundo. En ocasiones al nombre del niño iban unidas diversas supersticiones. Una encuesta hecha en 1900 nos informa de que en la Baja Extremadura se creía que los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar preservaban a los niños de la epilepsia (Javier Marcos Arévalo, Nacer, vivir y morir en Extremadura. Creencias y prácticas en torno al ciclo de la vida a principios de siglo).

En septiembre de 1907 los compañeros Fabiana Silva y Manuel Gil, de Olivenza (Badajoz), inscribieron en el registro civil de esa localidad a una hija llamada Electra Felicidad, y en la aldea de Santo Domingo, junto a Olivenza, lo compañeros Paula Souza y Antonio Jorge, inscribieron a su hija Dalia Joven

Las parejas o “matrimonios” de anarquistas, simplemente unidos mediante un vínculo de compañerismo o mediante matrimonios civiles, solían ponerle a sus hijos e hijas nombres relacionados con los meses de la revolución francesa (Germinal, Floreal, Pradial), la Naturaleza (Aurora, Sol, Amanecer), la historia clásica (Sócrates, Horacio, Mario), la ciencia (Progreso, Darwin, Universo), la Idea anarquista (Acracio, Libertad, Liberto), intelectuales y activistas (Bakunin, Ravachol, Voltairina), conceptos libertarios (Digno, Paz, Ego), el anticlericalismo (Ateo, Caín, Luzbel), la revolución (Comunardo, Espartaco, Alba de Revolución). La costumbre era universal, como demuestra el hecho de que el anarquista estadounidense Johan Most le pusiera a su hijo Lucifer, el ángel que se rebeló contra Dios todopoderoso.

En septiembre de 1907 los compañeros Fabiana Silva y Manuel Gil, de Olivenza (Badajoz), inscribieron en el registro civil de esa localidad a una hija llamada Electra Felicidad, y en la aldea de Santo Domingo, junto a Olivenza, lo compañeros Paula Souza y Antonio Jorge, inscribieron a su hija Dalia Joven (Tierra y Libertad, 19 de septiembre de 1907). Poco antes, también en Santo Domingo, se inscribió con los nombres de Palmira Progreso la hija de Casilda Jorge y Antonio Dordio (Tierra y Libertad, 18 de abril de 1907). En Valdeobispo (Cáceres), Elisa Iglesias y Sotero Alcón habían inscrito a su hijo Progreso Libertador, lo cual, según informaba el Tierra y Libertad del 21 de marzo de 1907, “ha sacado de quicio al elemento fanático de Valdeobispo, de lo que nos alegramos mucho”.

No solamente los curas ponían el grito en el cielo ante estos patronímicos. El 18 de abril de 1907 se inscribió civilmente en Carmona el hijo de Diego Molina Carrasco, con el nombre de Helenio Themis Carmona. Según consta en la noticia dada en el Tierra y Libertad del 18 de abril de es año, “El encargado del Registro, que debe ser un zaragozano excelente, dijo que tales nombres no figuraban en el almanaque… que él conocía. Y como cada maestro tiene su librito, nuestro compañero sacó el suyo y logró vencer la obstinación del que a todo trance no quería leer más que en su libro, el libro de los oráculos y de las profecías”.

El acto de tales inscripciones civiles estaba acompañado de una ceremonia libertaria, (…) se da noticia de la inscripción en el registro civil de Badalona de “un hermoso y robusto niño de los compañeros Magdalena Miralles y Francisco Belis, con los nombres de Niabel, Darwin y Germinal”

El acto de tales inscripciones civiles estaba acompañado de una ceremonia libertaria, que nada tenía que ver con los bautismos. En el Tierra y Libertad del 28 de febrero de 1907 se da noticia de la inscripción en el registro civil de Badalona de “un hermoso y robusto niño de los compañeros Magdalena Miralles y Francisco Belis, con los nombres de Niabel, Darwin y Germinal”. Se relata que “una numerosa concurrencia acompañó hasta el juzgado a los padres y testigos y al llegar al domicilio de los citados compañeros se improvisó un mitin (…) Al acto que se organizó, que fue una verdadera manifestación, asistió también una música que fue prohibido (se) tocara por la calle, por orden gubernativa. No obstante los trabajos de zapa para prohibir el acto, no pudieron lograrlo”.

El filósofo argentino Christian Ferrer escribió y publicó un divertido opúsculo de apenas cuatro páginas (Así no hay matrimonio que aguante, Urania, 2016) donde divagaba con la hipótesis de que algunos anarquistas se unieran empujados por sus nombres, como Perseguido (hombre) con Libertad (mujer), o Siberiano (hombre) con España Libre (mujer), casos reales de la nomenclatura natalicia argentina.

Mujeres Libres
Mujeres Libres: La vigencia de una voz centenaria

PILAR CASTIÑEIRA2

Ferrer menciona, también, a otros anarquistas argentinos, como Benigno Mancebo, tipógrafo y minervista, presidiario en Tierra del Fuego, luego deportado y fusilado. Y a otro anarquista que sacramentó a toda su prole con nombres de piedras preciosas: Turquesa, Ágata, Esmeralda, Rubí, Topacio, Zafiro, Amatista y Aguamarina, sin olvidar al varón: Ópalo.

El franquismo nacionalcatolicista acabó con todo aquello. Cuando María Bruguera dejó a su hijo al cuidado de sus suegros en 1938, se llamaba Floreal, el nombre que ella y Francisco Torrado habían elegido. Cuando lo volvió a encontrar y a recuperar en 1946, se llamaba Francisco, como su padre asesinado por los fascistas en una finca junto a Jerez de los Caballeros.

El franquismo nacionalcatolicista acabó con todo aquello. Cuando María Bruguera dejó a su hijo al cuidado de sus suegros en 1938, se llamaba Floreal, el nombre que ella y Francisco Torrado habían elegido. Cuando lo volvió a encontrar y a recuperar en 1946, se llamaba Francisco

El Gobierno de Franco publicó en el Boletín Oficial del Estado del lunes 13 de marzo de 1939, III Año Triunfal, Nº 72 (apenas cuando faltaba un mes para la ocupación total del país), la Orden del 8 de marzo de 1939 sobre inscripciones de nacimiento, matrimonios civiles, defunciones y anotaciones de divorcio y adopción en zona roja. Todo acto administrativo realizado en tiempo de la República quedaba abolido y era obligatorio revisarlo, desde títulos académicos hasta inscripciones de nacimiento, por no hablar de las uniones civiles y los divorcios.

Relación de portadas de la revista Mujeres Libertarias
Relación de portadas de la revista Mujeres Libertarias.

El franquismo sólo reconocía como matrimonio legítimo el canónico, y obligaba para toda inscripción presentar la fe bautismal y certificado de bautismo, lo cual volvía a suponer pingües negocios para la Iglesia, aparte del control sobre la sociedad. No sólo quienes llevaban nombres anarquistas fueron obligados a renunciar a ellos y cambiarlos por otros del santoral, sino también todos aquellos nombres propios catalanes, vascos, gallegos, etc.: los Iñakis y Jordis fueron obligados a ser Íñigos y Jorges. Uno de los casos más conocidos es el del anarquista Ramón Acín, asesinado, cuyas hijas Katia Y Sol fueron obligadas a llamarse Ana María y María Sol.

Aquella imposición fue más allá de lo meramente nominativo. Quien se llamara Libertad o Liberto lo tuvo muy difícil en la vida durante el franquismo, sospechosa o sospechoso de rojerío, prescindible a la hora de conseguir un empleo o acceder a alguna ayuda administrativa. Hasta bien entrada la democracia y los cambios en el registro civil, no era extraño encontrarse con el típico funcionario o funcionaria del registro que se negaba a poner determinados nombres, e incluso quien desde su poder como funcionario público le plantaba el que le parecía a quien solicitaba nombrar a sus hijos e hijas como le viniera en gana. Todavía hoy, la norma sobre inscripción en el registro civil prohíbe utilizar determinados nombres, atribuyéndose el Estado la capacidad de juzgar si son dignos o no, tales como, por ejemplo, la prohibición de nombrar a los hijos con determinadas cifras: uno, dos, tres…, aunque no tiene nada que objetar si se nombra con Primero, Segundo o Tercero.

A muy pocos kilómetros de donde escribo hay una escuela libertaria, Paideia. Una de sus fundadoras, Pepita Martín Luengo, conoció a María Bruguera Pérez y supo de sus penurias, colaborando en el monográfico que sobre ella se hizo en enero de 1993, con un artículo que se titulaba “Un mundo de Anarquía”. Ni Pepita ni María están ya con nosotros, pero en el patio de ese colegio y en sus actividades resuena hoy día el griterío de unos niños y niñas cuyos nombres son, o han sido, Tristán, Ander, Iris, Aitor, Gorka, África, Unatx, Olmo, Natalia, Maitane, Urko, Araith, Uxue, Marco, Helio, Ura… y un Antonio que, para más señas, es de ascendencia asiática.

FUENTE: El Salto